Cuando la derecha flojea, un recurso muy socorrido es arremeter contra el Gobierno en algo relacionado con la pérfida Albión. Apelativo que se refiere a Reino Unido y que procede de un verso del poeta francés del siglo XVIII, Augustin Louis Marie de Ximénès. Si hace unos días fue por la reunión de la titular de Exteriores con el ministro principal de Gibraltar, ahora se debe a la lamentable decisión británica de imponer una cuarentena, ahora un poco más reducida, a los viajeros que hayan pisado suelo español.

Sobre la reunión en el peñón, el PP exigió la comparecencia urgente de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, como en los mejores tiempos del Franquismo cuando los patrioteros reclamaban: “¡Gibraltar español!” Está claro que tratar de la situación de los compatriotas de la Línea que trabajan en la colonia, les importa muy poco. No hay más que acudir temprano a la verja para ver el incesante paso de ciudadanos españoles que acuden a su puesto de trabajo.

En cuanto a la decisión británica de impedir los viajes a la Península, los expertos apuntan a una cortina de humo del primer ministro Boris Johnson. Como su trabajo frente a la pandemia ha sido muy controvertido, ahora querría apuntarse una iniciativa para proteger a los ciudadanos de un virus cuya virulencia despreció. Las cifras del Covid-19 en su país, no son para dar lecciones a nadie. Pero la medida, que obligaría a los que hubieran estado en España a someterse a una cuarentena a su regreso a Gran Bretaña, subraya la necesidad de no viajar tampoco a las Baleares y a las Canarias. Todo un golpe gravemente lesiva para los intereses del sector turístico.

Pedro Sánchez lo dijo claro el lunes en una entrevista televisiva: “Las decisiones de Reino Unido son desajustadas y hay muchas personas dañadas. Un sector que ha hecho durante estos meses un ejercicio de responsabilidad y de protección (…) El error a mi juicio es contemplar la incidencia acumulada de todo el país, ya que más del 60% de los nuevos contagios se está detectando en dos comunidades autónomas”. Pedía a Gran Bretaña que debería discriminar por zonas epidemiológicas, como ha hecho Alemania.

El PP ha aprovechado para calificar de fracaso los intentos del Gobierno para reconducir las cosas.  Pablo Casado, habla de la gestión “nefasta” del Ejecutivo. Reclama ahora, sorprendentemente, el regreso al mando único en la lucha sanitaria, cuando atacó durante meses esa fórmula. Pero, a la vez, plantea reformas legales alternativas, proponiendo grandes rodeos para conseguir confinamientos de incierta legalidad, sin acudir al estado de alarma. El PSOE, que considera necesaria mayor coordinación entre los gobiernos central y autonómicos, apuesta en cambio por el autogobierno de los territorios que tienen las plenas competencias tras el estado de alarma.

Como un eco de Génova, ABC en su editorial del martes arremetía así contra Moncloa: “la gestión de la pandemia no ha sido capaz de transmitir la seguridad sanitaria debida para tranquilizar a los Gobiernos europeos y a los viajeros procedentes de esos países”. Olvidaba el veterano diario la acción continuada del PP en Europa durante estos meses denigrando la actuación de Pedro Sánchez y su equipo y deteriorando la imagen de España.  Como es sabido, la culpa siempre la tendrá el Gobierno y, en este caso además, la pérfida Albión.