Este martes, el Comité Ejecutivo del Partido Popular se reunía en Génova por primera vez desde que Pablo Casado llegase a la Presidencia de la formación. El cónclave de máximos dirigentes y barones territoriales daba a luz ayer un Código Ético que prohíbe, entre otras cosas, los regalos y pagos con dinero a sus miembros e incluye el compromiso de detectar y eliminar conductas sospechosas “en la medida de lo posible”.

Con este Código Ético, el Partido Popular quiere a “ir más allá de las previsiones que la propia ley establece” y aspira a convertirse en “un referente en el ámbito político español". Pero todas estas frases rimbombantes ya se han escuchado con anterioridad y pocas veces se han hecho efectivas.

En abril de 1993, cuando el PP aún no había conseguido llegar a La Moncloa pero José María Aznar ya estaba al frente de la formación, los conservadores presentaban su primer código ético. Aprovechando los casos de corrupción vinculados al Gobierno de Felipe González, el PP se comprometía a “regenerar las instituciones” con su manual de conducta.

Las medidas son las mismas desde hace un cuarto de siglo, el mismo tiempo que llevan incumpliéndose: obligación de presentar declaración de bienes para los cargos públicos, dedicación exclusiva a la vida pública, evitar los conflictos de intereses y avisar a Génova si se abre juicio oral contra ellos.

El Código de Ana Mato

Sin embargo, los menos veteranos recordarán como el primigenio el famoso manual de Mato y Cospedal. Corría el año 2009, cuando tras estallido de la Gürtel, Mariano Rajoy encargaba un Código Ético para el Partido Popular que tenían que realizar la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y la vicesecretaria de Organización, Ana Mato.

Como campaña de márketing, el plan tenía sus fallos. Con el paso del tiempo, Cospedal quedaría marcada por el caso Gürtel, aunque sus enfrentamientos con Luis Bárcenas acabarían mejorando su imagen. Pero las hemerotecas conservan su intento de justificación del “finiquito en diferido” para explicar que el extesorero seguía en nómina de Génova. Y aún queda por dilucidad que pasó en Toledo con la supuesta mordida de 200.000 euros de Sacyr por el contrato de basuras, cuando ella era la lideresa regional.

Peor le fue a Ana Mato. Ya entonces se sabía que, durante su matrimonio con el alcalde de Pozuelo de Alarcón, Jesús Sepúlveda, un Jaguar salvaje (con ruedas) apareció en su garaje, regalo de la Gürtel. La imagen de Mato presentando a los medios un Código Ético que prohibía los regalos degeneraría en un chiste según se conocían más detalles de la famosa trama de corrupción, y acabaría en ópera bufa con su condena en el juicio de la Primera Época de Gürtel, precisamente por recibir viajes a Disneylandia y fiestas gratis para sus hijos de parte de la trama.

Una nueva esperanza

En el año 2012, el PP decidió dar un impulso al Código Ético de Mato, que se había convertido en papel mojado con los nuevos casos de corrupción que afloraban en Valencia. Ese año, Génova decidió que el código figurase en sus estatutos y que todos los dirigentes tenían que firmar una Carta de Compromisos donde prometían avisar a la dirección si se les abría un juicio por “indicios racionales de delito”.

Llegado el 2015, el Partido Popular reformula su Código Ético tras el estallido del caso Púnica y decide incluirlo en su programa electoral bajo el epígrafe de “La España que queremos”. En él, se comprometían a dar de baja en el partido a aquellos dirigentes contra los que hubiese abierto juicio oral por corrupción, antes de que hubiera una condena firme.

Poco tardó el PP en incumplir sus propias normas. A principios de 2016, se abría juicio oral contra el que fuera alcalde del PP de La Vall D'Uixó y en ese momento diputado por Castellón, Óscar Clavell. Se le acusaba de fraude, malversación de fondos públicos y prevaricación, pero el PP no quiso darle de baja.

No era el primer renuncio del PP: el código de Ana Mato prometía en 2009 que el PP se sometería cada año a una auditoría externa que se publicaría en su web. En enero de 2013, Rajoy prometió que sí, que esta vez iba en serio y que iban a empezar las auditorías con una “compañía de renombre”. Dos meses después, la dirección del PP anunciaba que tenía que renunciar a ese compromiso, porque ninguna gran consultora accedía a realizar semejante empresa.

Ahora, el cuarto Código Ético en menos de una década, el de Pablo Casado, exige a los miembros del PP que se abstengan de cualquier posible “conflicto de intereses”, que no incurran en la “elusión ilícita del pago de tributos", que no acepten “ningún trato de favor” ni “regalos” que “no correspondan a los usos y costumbres”.

Sobre los regalos prohibidos, la lista incluye expresamente las entregas de dinero en metálico o aquellas que sean similares al dinero y las invitaciones a comidas, cenas o eventos deportivos con un gran valor económico, así como los viajes y estancias en hoteles de lujo. El reloj se pone a cero para ver cuánto tardarán en incumplir su Código Ético… o en crear uno nuevo.