Cristina Cifuentes se ha convertido en víctima de sí misma. Cuando llegó al frente del PP de Madrid se erigió en abanderada de la regeneración impulsando un código ético que ahora la señala muy directamente. "Actuarán con ejemplaridad y evitarán cualquier actividad o conducta que pueda dañar la imagen de la institución u organización a la que pertenecen", asegura el punto 10 de los principios generales del mismo.

Entre las causas de renuncia a un puesto público el código especifica que deben dimitir todos aquello que incurran "en una falta grave de ejemplaridad respecto a los ciudadanos en el ejercicio de las funciones propias de su cargo". Cifuentes ha dimitido como presidenta de la Comunidad de Madrid pero sigue de diputada con "dedicación exclusiva" y al frente del PP regional.

Cifuentes está acorralada no sólo por esos dos artículos sobre la "ejemplaridad" debida. Según explica el propio PP, este código es aplicación obligatoria a los cargos electos del PP de Madrid y los dirigentes del partido. Por tanto, y en aplicación de sus propias normas, tiene también que dimitir como diputada y como presidenta del PP regional. El Código Ético lo deja muy claro: las causas previstas en el mismo "determinarán las renuncia voluntaria e inmediata" por parte de las personas incluidas en su ámbito de actuación.

"Con la adopción de las anteriores medidas, el Partido Popular de Madrid se convierte en un referente entre los partidos políticos en la mejora de los mecanismos democráticos", concluía el comunicado con el que los populares presentaban en su página web su Código Ético. Ahora la propia Cifuentes tiene la oportunidad de demostrar que se cree de verdad esto de la regeneración.