Solo habían pasado poco más de cinco años desde que el dictador Francisco Franco y Generalísimo de todos los ejércitos, había fallecido en su cama, como todos los sátrapas longevos. Franco con su mando militar había tejido un Ejército español no solo de fieles, sino de muchos fanáticos que hicieron la guerra con él y que fueron protagonistas de la Cruzada. Unos eran africanistas desde sus inicios, otros combatieron el comunismo en la División Azul (y en su quehacer diario también), otros pertenecían a familias de rancio abolengo azules o veneradas generaciones castrenses y, la “mayoría de la minoría” dirigente, habían participado en la Guerra Civil. Las Academias militares eran una especie de madrasas del régimen donde se enseñaba el Corán autoritario y se adoraba al Ayatolá de El Ferrol.

En ese ambiente no fue extraño que desde el inicio de la democracia, formalmente en 1977, el ruido de sables más que un run rún lejano fuera un hilo musical permanente en los cuarteles. Cierto es que algunos de estos militares, aceptaron la democracia, la nueva legalidad y acataron sinceramente defender la Constitución. Gracias a ellos el 23-F no terminó en un reguero de sangre y en un cambio brusco de régimen hacia la puerta de atrás y negra de la historia de España.

En ese contexto en los cuarteles y acrecentada la tensión por una situación de reformas políticas que los oficiales y mandos no aceptaron, los zarpazos de los atentados de los asesinos de la banda terrorista ETA, la crisis económica, la descomposición interna de la UCD, la presión intensa de la oposición política y la connivencia conspirativa de un sector de la prensa ultra, todo ello y “alguna cosa más”, contribuyeron a crear un caldo de cultivo para el intento de golpe de estado del 23-F por parte de un ejército educado en el pronunciamiento militar reiterado de su propia historia.

Y en medio de todo ello ocho militares protagonizaron, algunos para detenerlo y otros para ejecutarlo, el fallido golpe de estado del 23-F. Veamos pues.

Los militares que intervinieron en el 23-F

1- Manuel Gutiérrez Mellado

El Teniente General Manuel Gutiérrez Mellado como ministro de Defensa del Gobierno de la UCD presidido por Adolfo Suárez, era el responsable militar más alto presente el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo  ese día. Con un ejemplo de dignidad y valentía fue, junto a Adolfo Suárez, el único que se levantó de su escaño. Como jefe militar de mayor rango plantó cara a los rebeldes exigiendo explicaciones a Tejero y conminarlos a que abandonaran el operativo dejando las armas.

Tras dejar el Gobierno, Gutiérrez Mellado administró silencios y pocas revelaciones de esos sucesos. Tras fallecer el hijo de un gran amigo de sobredosis, en 1986, funda la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). A esa labor y a su impulso se dedico hasta su fallecimiento, enfermo con problemas respiratorios, hasta su muerte en 1995.

2- Jaime Milans del Bosch

Madrileño nacido en 1915 y de familia aristocrática y con raigambre militar (su padre teniente general y su abuelo, capitán general de Cataluña y jefe del cuarto militar de Alfonso XIII). En 1977 fue nombrado teniente general y jefe de la III Región Militar, con sede en Valencia. Lejos de agradarle el nombramiento acrecentó su animadversión al gobierno porque sus deseos eran ocupar el mando de la Capitanía General de la I Región Militar, con sede en Madrid. Milans gozó del lamentable honor de ser el único capitán general que apoyó de manera activa este intento de subvertir el orden constitucional. Famoso fue su bando emitido en mediante en la radio decretando el estado de excepción en Valencia.

Las imágenes de los tanques por las avenidas de la capital del Turia animaron a otros rebeldes a sumarse. Su exhibición de carros de combate, vehículos, cañones antiaéreos y tropas de infantería en los puntos clave de Valencia, hizo creer al comienzo de la noche que el triunfo había triunfado. Aunque  retiró las tropas tras la emisión del mensaje televisivo de Juan Carlos I, mantuvo el estado de excepción hasta la madrugada. Milans, Tejero y Armada fueron los únicos condenados a 30 años.

Irredento del golpismo, en 1990 fue indultado por su avanzada edad. Sus últimos años los vivió en un lujoso chalet de la exclusiva zona de La Moraleja (Madrid). Nunca mostró arrepentimiento. Dos de sus hijos abrieron una empresa  en febrero de 1991, con un capital social de noventa millones de pesetas para el alquiler de bienes inmuebles. Falleció en Madrid a causa de un tumor cerebral el 26 de julio de 1997. Sus restos reposan en la cripta del Alcázar de Toledo. Curiosamente Milans, en los inicios de la Guerra Civil, defendió esta instalación militar.

2- Alfonso Armada

Alfonso Armada y Comyn, Marqués de Santa de Cruz de Ribadulla. Nació en el seno de una familia de tradición militar, aristocrática y con profundas convicciones religiosas tanto por vía paterna como materna. Su madrina de bautismo fue la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, madre de Alfonso XIII.​ Su padre se hallaba en el Palacio Real el 14 de abril de 193, día de la proclamación de la II República. Pasó su infancia en Madrid y estudió bachillerato por libre que terminó en 1935. Cuando el jefe de la Casa Real,  Sabino Fernández Campo, le dice al general Juste Grijalba, jefe de la División Acorazada Brunete -cuyos blindados calentaban motores- la frase histórica ya de que “Ni está ni se le espera” en alusión a que armada ni se hallaba en la Zarzuela con el Rey ni iba a venir, en ese momento el golpe comenzó a desmonorarse. Para el resto de golpistas Alfonso Armada debería estar junto al Rey. Al no ser así los capitanes generales se convencieron de que los golpistas no actuaban por mandato real.

Alfonso Armada, cerebro del golpe o no, creador de la fantasía mesiánica de presidir él un gobierno con civiles de todo el espectro político o no, es el militar clave para entender la puesta en marcha y desarrollo del golpe. Exveterano de la División Azul en Leningrado, Armada nació en 1920 en Murcia. Tuvo destino tras su vuelta de Rusia en la Secretaría del Ministerio del Ejército. Preceptor de Juan Carlos de Borbón, fue él quien lo instruyó  durante su paso por la Academia General Militar. En 1965 es nombrado Jefe de la Secretaría del príncipe Juan Carlos,. Tras su nombramiento como Rey, Armada siguió en el puesto en Zarzuela. Cesado por usar medios de la casa Real para pedir el voto para la Alianza Popular de Fraga, fue designado profesor principal de la Escuela Superior del Ejército en 1977 y más tarde gobernador militar de Lérida.

Su papel en el 23-F se explica por su intento de ser designado Presidente de un Gobierno de concentración, algo que rechazó Tejero y otros golpistas. Condenado a 30 años de cárcel cumplió la pena en Alcalá Meco hasta que, en 1988, fue indultado por motivos de salud como Milans y tras haber acatado la Constitución. Se retiró a un pazo de su propiedad en Santa Cruz de Rivadulla, en La Coruña dedicando su tiempo al cultivo de camelias y a la pintura y alguna estancia en su casa madrileña. Falleció el 1 de enero de 2013 a los 93 años de edad sin haber revelado quien era el “elefante blanco.

3- Antonio Tejero

La imagen más grosera y chusca del golpe trufada con la voz más cazurra de la larga noche del 23-F, “¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Se sienten, coño!”, la protagonizó el Teniente Coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina. Malagueño de Alhaurín el Grande y nacido el 30 de abril de 1932, logró el rango de teniente coronel durante el franquismo. En democracia sufrió tres arrestos por los que fue sancionado varias veces por desobediencia a las órdenes del Gobierno. Ya, en 1979, fue enjuiciado y condenado a siete meses de prisión en 1979 por coordinar un complot para un fracasado golpe de Estado, la llamada 'Operación Galaxia', por lo que estuvo encarcelado durante siete meses. Pistola en mano asaltó el Congreso por lo que condenado a 30 años de cárcel acusado de rebelión militar con reincidencia. En 1996 logra la libertad condicional.

El golpismo parece que lo lleva en la sangre. Destinado al País Vasco fue arrestado varias veces. Una por discrepar públicamente con el ministro del Interior, Martín Villa, Otras tras negarse a arrestar a dos guardias civiles. Y la más llamativa sea su sanción por pedir instrucciones sobre los honores que debía dispensar a la enseña oficial vasca, la ikurriña, siendo jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Guipúzcoa.

Actualmente vive entre Málaga y Madrid. En su apartamento de Torre del Mar vive retirado, silente y plácidamente al borde del Mediterráneo. Se levanta muy temprano, siempre antes de las siete. Desayuna un café con leche de madrugada -"a palo seco", ni tostada, ni pitufo, ni nada- siempre en el mismo bar cercano a la Comisaría de Policía Nacional. Luego pasea junto al mar y apenas se relaciona con los vecinos. Es educado pero huraño, dicen quienes lo ven día a día en esa rutina cotidiana. No conversa con nadie, no habla con nadie, no se ha integrado en su comunidad, el huraño Tejero. Dedica el tiempo libre, que lo son las 24 horas del día, a la pintura y a pasear por el mar. Su afición por la pintura le viene del tiempo que estuvo en prisión donde además aprendió idiomas y cursó la carrera de Geografía e Historia.

5- José Luis Aramburu Topete

El Jefe máximo de Antonio Tejero era en ese momento el Director General de la Guardia Civil, el Teniente general Aramburu Topete. Este onubense nacido en julio de 1918 y fallecido en Majadahonda en enero de 1913,  intentó dialogar  y convencer a Tejero dentro del edificio del Congreso para que depusiera las armas. La respuesta de Tejero fue amenazar a Aramburu de dispararle. Ante ello el máximo jefe de la Guardia Civil desistió y lideró el dispositivo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado durante esa noche. Fue quien decidió rodear el Congreso para obligar a los golpistas del interior a deponer su actitud.

Aramburu Topete era un hombre de confianza del Gobierno de Adolfo Suárez y muy especialmente del ministro de Defensa Manuel Gutiérrez Mellado. Este fue quien lo nombró director general de la Guardia Civil un año antes del golpe.

José Luis Aramburu Topete nació en Huelva. Hijo de un ingeniero de minas, de origen vasco y director de la mina de piritas de la Torerera y de madre sevillana. Voluntario de la División Azul tras el fin de la contienda en 1946 fue destinado al Batallón de Montaña 42 en Gerona como comandante. En 1963 no aceptó la propuesta para ser gobernador civil de Cáceres.​ En 1973 obtuvo el mando del Regimiento Mixto de Ingenieros en el Sahara Occidental. En 1979 fue ascendido a general de División. En 1979 fue nombrado secretario general de Política de Defensa y de la Junta Nacional de Defensa. En 1981 ascendió a teniente general, siguiendo al frente de la Guardia Civil hasta su paso a la reserva en 1983. Durante el primer gobierno socialista, y con la sombra aún del 23-F, destacaron sus esfuerzos por convencer al ejecutivo de que la Guardia Civil estaría siempre a las órdenes de la democracia. Tras su paso a la reserva fue vicepresidente de la empresa Santa Bárbara de Industrias Militares (1984) y Defensor del Enfermo en Majadahonda.

6- José Juste

Nació en Madrid el 18 de marzo de 1918, de este general se ha dicho que fue quien “embridó la Acorazada Brunete el 23-F” y que “rodeado de golpistas, apoyó las órdenes de impedir la ocupación de Madrid”. José Juste Fernández, fue considerado como un militar de talante moderado y que los preparativos golpistas a pesar de estar al frente de la Acorazada Brunete, sin la cual cualquier atisbo de golpe estaba condenado al fracaso ya que esta división era elemento clave de los planes golpistas para la necesaria tomar de las calles de Madrid.

Juste provenía de una familia de militares e inició su carrera en el ejército en 1934. Durante la Guerra Civil combatió en los frentes de Levante, Ebro, Cataluña y Toledo. Tras su finalización ocupó las responsabilidades de agregado militar en las embajadas españolas en Roma y Atenas. En 1980 sucedió al general Luis Torres Rojas al frente de la poderosa División Acorazada Brunete, ubicada cerca de la capital de España.

Su situación en el puzle de los golpistas lo situaron el sitio más crítico del 23-F al frente de la división mejor armada y más potente de España compuesta entonces por 13.000 efectivos con abundantes vehículos y material de guerra. El teniente general contribuyó al fracaso de ese ataque a la democracia. Juste, un militar de talante moderado, no sabía de los preparativos golpistas. Precisamente dejó el gobierno militar de Oviedo un año antes y fue nombrado jefe de la Brunete, para romper la cadena de “mandos peligrosos” anteriores de la división como Milans del Bosch y Torres Rojas. Cabe recordar que algunos de sus subordinados en la Acorazada se hallaban implicados en el golpe. Estos, quisieron convencerlo de que se sumara alegando que el rey Juan Carlos estaba al tanto de todo y que el general Alfonso Armada iba a estar con el monarca en la Zarzuela.

Con cierta confusión, Juste hizo la famosa y crucial llamada de la noche al Rey para conocer si el rey se hallaba en Zarzuela con Armada, algo que aclaró el secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, con su rotunda frase: “¡Ni está, ni se le espera!”. Ahí fue el momento en el Juste percibe que el rey no apoyaba el Golpe de Estado y, como consecuencia de ello, para una posible acción de apoyo a los golpistas de División Acorazada.

Pero esas dudas iniciales le pasaron factura después y tras el 23-F su esperado ascenso no se cumplió. Es más, en mayo de 1981 se le relevó al frente de la División Acorazada. Brunete y fue trasladado a una labor más administrativa como codirector del Estado Mayor Combinado hispano-norteamericano. Ell gobierno de Calvo-Sotelo, posterior a Suárez, no lo ascendió y lo mantuvo como general de división por lo que un año después, Juste pidió el pase a la reserva. Falleció con 91 años el 15 de junio de 2010 sin haber el puesto de teniente general.

7- Guillermo Quintana Lacaci

De abolengo militar, hijo y nieto de militares, Guillermo Quintana Lacaci nació en el Ferrol en 1916 e ingresó en la Academia General Militar en 1935, después de haber cursado el primer año de carrera de Ciencias Exactas en la Universidad de Santiago de Compostela. Como  general fue el jefe de la Brigada de Alta Montaña de Jaca y director de la Academia General Militar de Zaragoza, Gobernador militar de Pontevedra y gobernador militar de La Coruña. Ya como teniente general se puso al frente de la I Región Militar en la que permaneció desde mayo de 1979 hasta abril de 1982. En 1979, fue nombrado capitán general de la I Región militar con sede en Madrid estando en esta situación al producirse el golpe de Estado. Desde un principio estuvo al lado alineado de la legalidad constitucional.

A este militar se le debe algo tan importante para el fracaso del golpe como fue recuperar el control de TVE y Radio Nacional. Siendo capitán general de Madrid, se produjo el golpe de Estado del 23-F de 1981, acatando  las órdenes del Rey desde el principio y posibilitando que no se moviesen las tropas a su mando. Al hallarse la la División Acorazada Brunete acuartelada en la I Región Militar, su jefe, el general José Juste, tuvo que contactar con Quintana Lacaci para informarle su disposición para ocupar Madrid por orden del general Milans del Bosch. Quintana se lo prohibió y Juste acató la orden. Fue la noche de los teléfonos para Quintana quien inició un forcejeo telefónico con los jefes de regimiento de la “Brunete” que iban a tomar Madrid. El 29 de enero de 1984 cuando el teniente general Quintana Lacaci se dirigía a pie y sin escolta a su domicilio en Madrid, fue asesinado por dos pistoleros de ETA.

8- José Gabeiras Montero

Teniente general y exjefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, Gabeiras fue esencial para el fracaso del 23-F. Nacido en El Ferrol el 20 de julio de 1916, falleció el 2 de enero de 2005 en Madrid a los 88 años. Sus primeros estudios superiores fueron en la Universidad de Santiago donde cursó tres años de Ciencias Fisicoquímicas y durante esa época practicó mucho deporte, llegando a formar parte de la selección nacional de hockey sobre hierba. Ingresó en la Academia de Artillería en 1934 y tomó parte en la Guerra Civil española como alférez y teniente. También lo hizo en la Segunda Guerra Mundial como miembro de la División Azul que lucho en Rusia. A lo largo de su carrera militar ocupó numerosos e importantes puestos, como el de jefe del Regimiento de Artillería número 13, en Getafe, puesto en el que relevó al entonces coronel Manuel Gutiérrez Mellado. En 1977 fue nombrado secretario general para Asuntos de Política de Defensa. El 18 de mayo de 1979 fue ascendido a teniente general de Artillería y en esa misma fecha se le nombró jefe del Estado Mayor del Ejército, cargo en el que cesó en 1984, pasando a la reserva activa.

Muy duro contra los golpistas del 23-F, fue clave para evitar que la sublevación de Valencia se extendiera. Gabeiras, amigo personal de Gutiérrez Mellado, fue junto con el rey Juan Carlos I, su consejero, Sabino Fernández Campo, el Director de la Seguridad del Estado Francisco Laína la auténtica “inteligencia” para dinamitar el golpe. Tras el “ofrecimiento” de Armada a Gabeiras para ir al Congreso a hablar con Tejero, fue cuando se descubrió que el general Armada era parte del golpe. Por ello Gabeiras lo retuvo en su despacho con el objeto de cortar los contactos de Armada con los golpistas.

Retirado a su Galicia natal, en marzo de 2002 José Gabeiras Montero reapareció en la vida pública tras años de anonimato al ponerse al frente, con 85 años, de una protesta civil contra la construcción de una planta de regasificación en la ría de Ferrol desde su casa de Cervás, ostentando la presidencia de honor de esa plataforma vecinal.