Cada Nochevieja, llegado el momento de decirle adiós al año, nos armamos y pertrechamos de una serie de instrumentos entre los que, hasta ahora, nunca faltaba un imprescindible, el matasuegras (también llamado espantasuegras). Ignoro de dónde vendrá ese nombre, aunque, según leo, podría tener relación con su semejanza a una lengua de serpiente venenosa y el estereotipo acerca de las suegras y sus maledicencias. Aunque hoy no es su origen sino su fin lo que me interesa más.

No sé si este fin de año tendré un matasuegras a mano, porque no está la cosa para mucha celebración. Pero sí que quería hacerme con uno imaginario para pitar con él y expulsar bien lejos todo aquello que nos ha amargado el año y la vida. Que no es poca cosa, sin duda. Porque, como comentó un buen amigo, el guionista de 2020 se lo ha currado a fondo.

Podría contentarme con hacerle una buena pitada -y patada- al coronavirus, y pensar que con eso se arregla todo, pero sería demasiado sencillo. El covid, como cualquier crisis, no ha hecho sino hacer aflorar carencias que ya existían. Y lo ha hecho a lo bestia.

Pensemos en todas esas personas mayores que viven en residencias, donde han sufrido como nadie esta enfermedad. Pensemos en las vidas que se ha llevado y el miedo y la soledad que ha dejado a quienes han sobrevivido. Una buena ocasión para reflexionar sobre el modo en que la sociedad trata a nuestros mayores y para evitar esos errores que nunca debimos cometer. Démosle la pitada a la falta de medios y a la insensibilidad con el problema.

Démosle también una pitada enorme a la irresponsabilidad de unos pocos que puede acabar con la salud y la vida de muchos. Olvidemos peleas políticas y juntemos esfuerzos para superar este horror. Y plantemos cara a quienes hacen alarde de un egoísmo tan atroz que asumen que su disfrute de hoy pueden ser las muertes de mañana. Ningún sacrificio es poco si se trata de salvar vidas.

Démosle pitadas también a quienes difunden bulos y mentiras que pueden determinar conductas equivocadas. Nos jugamos demasiado para permitírnoslo,

En definitiva, soplemos con fuerza nuestro metafórico matasuegras para alejar para siempre el sufrimiento, el dolor y la muerte que ha traído esta pandemia.

No puede volver a repetirse. Pero, mientras tanto, no hemos de bajar la guardia. Todavía nos queda un poco para que esto termine y recuperar nuestras vidas. Que podamos despedir al año próximo con un matasuegras real y no metafórico

         

SUSANA GISBERT

Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)