Yolanda Díaz es la líder mejor valorada por los españoles. Ni Pedro Sánchez ni Pablo Casado. La ministra de Trabajo es la que encabeza el ranking de simpatías elaborado mensualmente por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Datos que generan esperanza interna en aquellos que apoyan una hipotética confluencia de las formaciones a la izquierda del PSOE de cara a las próximas elecciones nacionales. A la ministra no le faltan padrinos: el propio Pablo Iglesias cedió el testigo en su despedida alegando que era la única que podía convertir el futuro en propio; Iván Redondo, otrora Jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, también ha incidido en la capacidad electoral que ostenta Díaz, dado su apego a la población joven y al capital político que ha atesorado desde que se convirtiera en dueña y capataz de la negociación colectiva a través del diálogo social para impulsar aspectos tan relevantes para la economía española y la lucha contra la pandemia –con especial mención a la protección de los más desfavorecidos- como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, los ERTE o la actual negociación para renovar la reforma laboral de Mariano Rajoy.

Este compendio de datos, cifrados por la demoscopia y augurados por los gurús de la teoría política de nuestro país, contrasta con la cara b del proyecto: sin alianzas forjadas, sin programa político, sin rumbo escrito y con un primer varapalo que contextualiza y hace palpable que la unión de la izquierda deberá producirse con manga ancha, sin prisas y siendo conscientes de que nadie acatará sin protestar.

Andalucía será el primer escenario electoral de nuestro país desde que la ministra de Trabajo anunciase sus voluntades. Los audios filtrados de Juan Marín, líder de Ciudadanos en pleno proceso de primarias hecho a medida por la dirección nacional, la caída de los Presupuestos, fruto del ‘no’ del PSOE y la extrema derecha (ambos sondeados por Juan Manuel Moreno Bonilla), y el jaque continuo de Vox al presidente de la Junta de Andalucía hacen insalvable la legislatura. El PP ya se prepara así para una campaña que se prevé, según las encuestas, cómoda para la derecha –habrá que ver si Vox juega la carta de Macarena Olona-, Ciudadanos ata a Marín para revalidar parte de su electorado en un proceso de primarias cuestionado por los críticos (la premura y las fechas escogidas hacen prácticamente imposible plantear una alternativa con opciones) y el PSOE sigue rearmándose bajo la marca de Juan Espadas para recuperar el espacio perdido en su tierra fetiche. Sin embargo, a la izquierda de estas tres opciones electorales prima la nada –o el todo, si atendemos a la cantidad de papeletas diferentes que podrán escoger los votantes-.

Si desde Unidas Podemos veían en Andalucía la opción de probar la candidatura unitaria, Teresa Rodríguez se ha encargado de defenestrar cualquier posibilidad de unión. Este mismo jueves, la líder andalucista ha vuelto a expresar su deseo de presentar una candidatura propia, cimentada en los valores de su tierra y que no rinda cuentas a Madrid. Este es su principal mensaje: un canto a la defensa de las cuestiones cotidianas del ciudadano andaluz frente a la condición de rendir explicaciones centralistas a una estructura mayor, con intereses variados y alejados del pan y el trabajo de su tierra. No es de extrañar que esta última negativa, y muy probablemente definitiva, haya sido pronunciada por Rodríguez en Málaga abordando los problemas ferroviarios de la provincia: “Estamos hoy en Málaga reclamando el tren de Cercanías, el tren Litoral o el tren rural; y por eso ayer estábamos por la defensa de la lucha del metal o mañana estaremos en la defensa de los derechos humanos en la agricultura intensiva o donde se nos requiera y veamos que hay una lucha necesaria y justa en esta tierra".

Este alegato de la dirigente andalucista convierte en papel mojado el manifiesto lanzado por el espacio confederal de Unidas Podemos en Andalucía, en el que se manifestaba como idónea la posibilidad de sumar fuerzas para complicar la reelección de Moreno Bonilla. Si Rodríguez dice que no, la alternativa pasa por convencer a Íñigo Errejón, pensarían algunos. Sin embargo, el líder de Más País, que ya ha sumado a los regionalistas de Andalucía Por Sí e Iniciativa del Pueblo Andaluz bajo el lema 'Andaluces Levantaos', se ha encargado de dejar claro –al igual que Rodríguez- que la voluntad de Yolanda Díaz deberá estudiarse más tarde, ya que Andalucía requiere de opciones “más pegadas al territorio”: "Eso es un anhelo que está creciendo y del que me gustaría que nosotros formáramos parte".

Unión o dimisión, las dos opciones de Yolanda Díaz

Algunos vieron en el acto de mujeres convocado en Valencia hace unas semanas a petición de Iniciativa, partido de Mónica Óltra unido a Compromís, el principio de un proyecto nuevo. Sus invitadas se encargaron de desmentirlo. Tampoco ayudó que en este acto (bautizado como Otras políticas) no hubiese representación de Podemos –el propio Iglesias se quejó de que rostros como Ione Belarra o Irene Montero no formasen parte-.

Sin embargo, lo que sí que se sabe es que Yolanda Díaz empezará a medir el pulso a sus deseados socios después de Navidad. Pese a que 2023, salvo sorpresa, será el año electoral, 2022 será el año de decidir si es posible o no. Por el momento, poco se conoce sobre las líneas maestras de este nuevo proyecto, más allá de que pretende estar pegado a las demandas de la sociedad civil, beber de las ideas de los diferentes territorios –la opción de sumar a la España despoblada no está descartada- y no ceñirse a la definición de partido a la izquierda del PSOE: “Ese es un espacio muy pequeño”, manifestó la propia Díaz.

Esta idea ha encontrado el respaldo de pesos pesados en esta negociación futura. El propio Íñigo Errejón, sobre el que se ciernen todas las miradas, ha expresado recientemente que aplaude esta visión y se reconoce en estas palabras: "Me gustan, son muy sensatas y van en una línea que es evidente: España no se cambia con la izquierda, se cambia con el pueblo; y para cambiar nuestro país y hacerlo más justo, no basta con la izquierda, sino una mayoría popular amplia de gente que se pone etiquetas y de gente que no se las pone".

Diputados críticos de Unidas Podemos, como Gloria Elizo, también han secundado que Díaz debe ser la persona que lidere las aspiraciones conjuntas. La dirigente, en una entrevista concedida a El Periódico de España, apremiaba a sus compañeros a dejarse de excusas y mantener un debate reposado sobre los motivos reales por los que han perdido apego con la ciudadanía: "Tenemos que hacer un análisis mucho más complejo de lo que nos ha pasado, de cuál es la pérdida de electorado, y desde luego dejar de mentirnos. Por ejemplo, tenemos un exsecretario general (en referencia a Pablo Iglesias) empeñado todavía en decir públicamente que no le echó nuestro electorado, sino que le echó el fascismo y el Estado profundo", subrayaba.

Entre tanto, la protagonista de la cuestión se encarga de pedir tiempo y espacio. En una entrevista concedida a Yo Dona, Yolanda Díaz recordó este fin de semana que ella no pidió ser ministra ni tiene entre ceja y ceja convertirse en presidenta del Gobierno. Sin embargo, sí que planteó una promesa: o hay coalición bajo el paraguas de la plataforma que pretende impulsar o se retirará de la vida pública. "Si no sale, me voy a mi casa, a mi profesión, y bienvenida sea".