Es momento de castillos en el aire, de proyecciones con base en los resultados de las recién digeridas elecciones municipales. El 28 de mayo tiñó de azul el mapa de España, esbozando un futuro cambio de ciclo a seis meses vista de las generales. Pedro Sánchez dio un golpe de efecto. Si la derecha plantea un plebiscito, lo tendrá, aun sin margen de maniobra. Todas las fuerzas políticas ya miran al 23J, pero sin perder la perspectiva de la última cita con las urnas, que dio la victoria al PP con unos 800.000 votos de ventaja sobre el PSOE. Sin embargo, en el estudio pormenorizado de los números, hay un dato que alimenta el optimismo de los socialistas y supone el fiel reflejo de que España no es Madrid.

“Madrid es España dentro de España”, acostumbra a decir Isabel Díaz Ayuso. La presidenta regional acuñó este mantra para refrendar la superioridad de la autonomía que gobierna. Un mensaje para confrontar, a la postre, con Moncloa y sus flirteos con otras comunidades, pero está lejos de la realidad -al menos- electoral que dibujaron las urnas a nivel estatal en lo relativo a los comicios municipales.

Los datos son los que son y la derrota de los socialistas frente a la marea conservadora es manifiesta e ineludible. El desglose de votos, sin embargo, muestra un canto aún tímido de esperanza para el PSOE. La balanza electoral se decantó hacia la derecha, por una diferencia sustancial. Unos 800.000 votos percutieron sobre la báscula de un Partido Popular que sufrió un partium interruptus con el adelanto. Nueva batalla y llamada a la esperanza.

Las maquinarias ya echan humo y, toda vez hecha la digestión de los resultados, las lecturas empiezan a aflorar en el secano que parecía dibujar la medianoche electoral. De la diferencia entre PP y PSOE, es decir esos 800.000 votos, 700.000 corresponden única y exclusivamente a la Comunidad de Madrid; a pesar de una mejora sustancial de los socialistas en la región.

Más allá de tacticismos y “jugadas maestras” del presidente del Gobierno y del peso del voto doble por el influjo de Ayuso sobre los madrileños, esos 700.000 votos muestran que no todo está perdido porque, efectivamente, España no es Madrid. En el resto del territorio nacional, a pesar del crecimiento generalizado de los conservadores, las diferencias no son insalvables; además de la complejidad que representan autonomías como Euskadi y Cataluña para el Partido Popular, donde su musculatura se atrofia en procesos electorales.

Otra lectura se lleva Andalucía, donde los socialistas perdieron por unos 180.000 votos y cedieron una importante porción del pastel en términos de poder. Sin embargo, no es así en el cómputo global de los votos recolectados en la región. El PSOE ha recuperado en la región un 45% de los sufragios si se comparan con el batacazo de las elecciones autonómicas de 2022. En aquellos comicios, el PP de Juanma Moreno Bonilla arrasó, logrando una mayoría absoluta que se antojaba utópica. No obstante, a pesar de los brotes verdes que se extraen de este análisis, se ha de tener en cuenta un escenario de convergencia de los comicios a la Junta en paralelo a los municipales. De nuevo, la incógnita del voto espejo.

La debacle a la izquierda del PSOE

En gran medida, estas elecciones municipales han sido un jarro de agua fría para los socialistas por la fragmentación del espacio a su izquierda. Las negociaciones entre Podemos y otras formaciones que ahora se cobijan bajo el paraguas de Sumar no cristalizaron en gran parte de los municipios y territorios, dividiendo el voto en este espectro y favoreciendo, en definitiva, a que la derecha acceda a los bastones de mando de ayuntamientos y autonomías.

La analítica muestra que en torno a unos 300.000 votos se han quedado sin representación. Frente a esta sangría en la izquierda de los socialistas, emerge el crecimiento de Vox en el campo donde mayor debilidad se presuponía. Los ultraderechistas han desembarcado en todos los ayuntamientos, con unos tres ediles como mínimo.

Este desplome preocupa con creces en Ferraz. La hoja de ruta marcada por Sánchez mete presión al espacio a la izquierda del PSOE, que tiene que actuar a contrarreloj y hacer las tareas pendientes que arrastran desde hace meses. O Sumar y Podemos se entienden, o el bloque se cae, permitiendo al jefe de los socialistas airear la bandera de la utilidad frente a la desunión persistente.

Sobre ello percuten resortes socialistas en las últimas horas. Pilar Alegría, portavoz del PSOE y ministra de Educación, ha instado a Podemos y a Sumar que lleguen a un acuerdo antes de la frontera marcada por el calendario para impedir la ola “ultraconservadora” se apodere del país. “Si queremos evitar una situación como la de Hungría o Italia, es importante que estos partidos a la izquierda hagan ese ejercicio de unidad”, ha rematado ante las cámaras de TVE.