Izquierdo repasa en su blog los editoriales del frente mediático. El más marianista de todos, el diario La Razón, dirigido por Francisco Marhuenda, el que fuera jefe de prensa de Mariano Rajoy durante su etapa en los gobiernos de José María Aznar, titula su editorial "Un paro contra el bien común”.

En línea con los postulados genoveses y monclovitas, se trata de una movilización política "que tiene como objetivo explotar el comprensible descontento e irritación sociales por los ajustes para desgastar a un Gobierno de otro signo político". Según el periódico de Marhuenda, los sindicatos ya no luchan por los intereses de los trabajadores sino que son una "correa de transmisión de las estrategias de la izquierda política”.



 

Izquierdo ironiza con la valoración del coste de la huelga que hace el diario, cifrada en 4.000 millones de euros. "¿De verdad que se van a perder cuatro mil millones de euros? Ya, ya sé que es la cifra que ha dicho la CEOE. Pero es solo dogma de fe para La Razón y afines. Unos cuantos mortales podemos dudar, que no nos importa ir al infierno. Ventajillas de los ateos", señala el catavenenos.

También reprocha a Alfonso Ussía su preocupación por el cierre de restaurantes de lujo en Madrid mientras ignora a los seis millones de parados. Eso sí, utiliza el bulo de la supuesta afición de Cándido Méndez por los restaurantes de alto standing para atizarle coincidiendo con la huelga general: "En el restaurante oriental del lujoso Hotel Villamagna no es raro encontrar sentado en una mesa al sindicalista Cándido Méndez, gran degustador de patos lacados. Al menos UGT y CCOO mantienen en alto el pabellón de la buena cocina".



 

ABC habla de "una huelga contra España", sobre la imagen de Toxo y Méndez, y repite argumentos similares a los de Marhuenda. "Esta tensión sindical contra el Gobierno del Partido Popular es insólita y responde a una estrategia de carácter político, no laboral, tan evidente como en la primera huelga general, y que, al margen de los motivos formales de la convocatoria, persigue compensar el estado de crisis del PSOE. La izquierda sigue necesitando crispación social para ocultar su carencia de ideas y su deslegitimación ante la opinión pública”.

En el mismo periódico, el inefable Antonio Burgos criminaliza a los sindicatos:
"España estará llena hoy de negocios como la tintorería de mi barrio, a los que impondrán el chirrán, chirrán de la dictadura del miedo unos piquetes que me suenan a piquetes de ejecución de la libertad. Al alba, cuando salen los autobuses de los barrios y los trenes de cercanías, que es cuando funcionar suelen los piquetes de ejecución y éstos a los que llaman informativos y que siempre le dan el tiro de gracia al cierre abierto de un pequeño negocio. Huelga van a arreglar la crisis, los recortes, los despidos, los desahucios... Ay, qué camelancia demagógica más gorda del Sindicato Único de los dos que la tienen de cemento...”.

 



La Gaceta carga contra los sindicatos en portada a los que acusa de costarnos a los españoles mil millones al año.

Federico Jiménez Losantos reclama en Libertad Digital una ley de huelga que impida este "mecanismo de golpe de Estado del siglo XIX que conservan ciertos sinvergüenzas del siglo XX, pero ante la que el Gobierno nos tiene indefensos". O lo que es lo mismo, que ilegalice la huelga general, en línea con lo que sugiere su admirada Esperanza Aguirre. De paso, aprovecha para sacudir al Gobierno de Mariano Rajoy "compuesto por inútiles y medrosos, algunos soberbios, incapaces de hacer una ley de huelga”.

Para reforzar su desprecio a los sindicatos, incluye los siguientes versos de Fray Josepho:
“Pagamos su montón de liberados,
sus sedes, su alquiler, sus ascensores,
sus teléfonos, sus ordenadores,
sus gritos, su rojez, sus pareados.
Pagamos sus chalets, sus adosados,
su marisco, su vino, sus licores,
sus ERE, sus chanchullos, sus favores
y sus cursos de mierda a los parados.
Pagamos su sandez, su chulería,
y el tiempo que se pasan cada día
rascándose la parte que les cuelga.
Pagamos sus coacciones, sus tumultos,
sus métodos mafiosos, sus insultos...
e incluso su salario de la huelga”.