La ascensión de Carlos Hernández Quero en el entramado de la extrema derecha española no es casualidad. El diputado de Vox en el Congreso de los Diputados ya sustituyó a Juan García-Gallardo, exlíder en Castilla y León, en el Comité Ejecutivo Nacional y ahora hará lo propio con Ortega Smith, a quien ha arrebatado la portavocía adjunta del Grupo Parlamentario en la Cámara Baja. Una sucesión milimétrica que anticipa un cambio de estrategia política: del neoliberalismo bravucón a un falangismo primigenio de cara lavada.

Joven y con una estética que portan miles de habitantes de los barrios trabajadores (pendientes, barba minuciosamente descuidada o harrington), Quero se aleja del mamporrerismo a las grandes fortunas y aterriza las tesis racistas y reaccionarias en el barrio. Sobresaliendo del pijerío derechoso que impera en Vox, entre patillas y brummel, el ultraconservador económico alude a las clases populares desde un protofascismo que recupera la alusión a las clases populares, a las que termina ofreciendo bandera de comer y al inmigrante como enemigo.

La mayor diferenciación con sus colegas de partido es el señalamiento de las grandes fortunas. Siempre en abstracto y sin verdaderas fórmulas que emancipen a la clase trabajadora a la que alude, Quero carga contra los millonarios que esquilman los barrios para aglutinar voto obrero desencantado y lumpemproletariado. Patriotismo obrero barato, que no cuestiona la estructura de clases; odio al inmigrante, sin diferenciación; y nostalgia renovada, menos casposa pero igual de peligrosa. La defensa identitaria basada en la familia, la propiedad y el trabajo completan el cóctel joseantoniano.

Una gran muestra de lo qué es Quero y qué pretende con su discurso pudo verse hace escasas horas, durante un mitin dirigido a Madrid Sur: “Una clase política que pone alfombra roja a los buitres, como se ve con Ayuso cuando vende nuestros barrios como ‘un caramelo apetitosísimo para la inversión, que vengan aquí todos’. Ofrece a multimillonarios extranjeros deducciones fiscales que niega a los compradores españoles. Ana y Anselmo no pueden comprar, a usted, fondo de Ciudad de México, le abrimos la puerta y alfombra roja”.

Un discurso obrerista, pero a todas luces racista, pues no se aprecia la crítica al millonario nacional, que estrangula a los trabajadores en sus empleos o en los alquileres de los que disfruta como multipropietario. A Quero no le interesa el cambio de condiciones de la clase trabajadora, sino la alusión a los más sentimental para esta. “Ayuso quiere convertir el Madrid de los propietarios de toda la vida en el patio trasero de los ricos de todo el mundo […] El Madrid en el que caben todos los acentos, menos el de la persona que lleva toda la puñetera vida viviendo en Aluche, Villaverde, Móstoles, Getafe”.

Viraje falangista de Vox

Los ultraderechistas de Santiago Abascal quieren sacar rédito de la pugna ideológica que libran los principales partidos con motivo del problema de la vivienda, razón por la que este joven madrileño de 34 años, doctor en Historia Contemporánea, sigue ascendiendo en el escalafón. Hasta ahora, ya ocupaba un sillón en el Comité Ejecutivo Central y se desempeñaba como portavoz en la Comisión de Vivienda y Agenda Urbana del Congreso de los Diputados y portavoz adjunto de la Comisión de Derechos Sociales y Consumo, dos espacios en los que no aparece por casualidad.

Y el elegido es Quero, diputado por Málaga, pese a ser de Madrid, contar con un piso en la capital y participar de un negocio en el barrio de Chamberí. Su nombramiento ha gustado en el seno de la formación y genera ilusión electoral. “Nosotros no queremos el Madrid de todos los acentos, queremos el Madrid de todos los barrios y la gente”, responde el ascendido. “No una propaganda barata para convencer a los inversores de que vengan aquí, queremos que haya más propietarios de aquí, no de fuera, que es lo único que debería importar a un gobernante español: gobernar para los suyos y no para los de fuera”.

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