Tres días después del balance de Pedro Sánchez desde la Moncloa, Alberto Núñez Feijóo ha tenido su propio “mitin” desde el cuartel general del Partido Popular. El discurso que baja el telón al primer semestre político no ha distado mucho de sus últimas intervenciones. Tampoco de las parlamentarias, habida cuenta de que, a preguntas de pseudoperiodistas, resucitaba los ataques personales al presidente del Gobierno y su familia con “los prostíbulos”, aprovechando para vincular al sanchismo con un machismo recalcitrante. El gallego repasaba todas las aristas que han partido de estos primeros seis meses de 2025, incluyendo un rosario de nombres socialistas vinculados con la corrupción y trufando su alocución de promesas de “limpieza total”. Higiene democrática de la que se queda fuera, a juzgar por la omisión del líder conservador, tanto el caso del ex ministro de Hacienda de Rajoy Cristóbal Montoro y todas las leyes transaccionadas por beneficios para los clientes de su bufete.
Si bien es cierto que en el ecuador de su intervención se ha visto a un Feijóo más propositivo y estadístico que incendiario, el grueso de los minutos los ha dedicado a dibujar la imagen de un Gobierno nacido de la lucha contra la corrupción, pero que se instaló para “aprovecharse de la misma”. Así, recitó los nombres de los últimos dos secretarios de Organización del Partido Socialista, implicados en la trama de comisiones encabezada por el exasesor de uno de ellos, Koldo García Izaguirre. Un nudo de corrupción con el que el líder de la oposición pretende atar a Sánchez ante el electorado en lo que, a su vez, ha sonado como un toque de corneta para engrasar la maquinaria preelectoral.
Los “prostíbulos” de la policía patriótica
Bajando un par de notas de la tétrica melodía que interpretó en el Congreso el pasado 9 de julio, Feijóo acusaba a Sánchez de “abandonar” a las mujeres a su propia suerte al “tapar casos de abusos” y “convivir con prostíbulos”, concluyendo así que “el sanchismo es machismo”. El líder conservador percutió sobre el negocio que la policía patriótica de Mariano Rajoy intentó convertir en caso contra Pedro Sánchez a través de Villarejo: “No sólo ha convivido con prostíbulos en la economía familiar, sino que su Gobierno sufragó la prostitución”.
Así introducía los “audios vergonzosos” que emanan de las pesquisas policiales en torno a la trama de las comisiones que salpica a sus dos ex secretarios de Organización – José Luis Ábalos y Santos Cerdán -. Al mismo tiempo y a pesar de que el equipo que acaba de conformar Miguel Tellado para la Secretaría General apenas cuenta con un perfil femenino, Feijóo se abalanzó contra el PSOE advirtiendo de que “las mujeres no son ni meras cuotas ni meros cuerpos que repartirse”.
El “bienio amargo”
La conclusión a la que llega el líder de la oposición es que al sanchismo se le ha caído la careta al no ser tampoco un potenciador de la emancipación de la juventud, a la que, según Feijóo, “insulta” al pensar que “pueden comprarla con bonos y migajas”. “Ha arrebatado la esperanza a una generación de jóvenes de nuestro país”, continuaba, antes de pasar de puntillas por la gestión migratoria. En este punto se ha detenido mínimamente, después del giro copernicano a la estrategia popular con el fichaje de un estratega de Vox, pero lo ha hecho para cuestionar las “cesiones” en esta materia para Cataluña con el objetivo de “seguir unas semanas o unos meses más” en Moncloa.
Por ello, el líder del PP bautizaba estos dos años de legislatura como el “bienio amargo” de la historia reciente de España; lo que le lleva a concluir que al Gobierno “le sobra legislatura y a España le sobra este Gobierno”. Aun con todo el nubarrón de contratiempos que Feijóo dibuja sobre Ferraz y Moncloa, advierte de que la potestad de un adelanto electoral no recae sobre él, sino sobre un Sánchez que “carece de valentía” para convocarlas porque sabe que si no lo hace “perdería” ante la coalición reaccionaria. “Cuando dijo que estaba dispuesto a gobernar con o sin el Parlamento no nos estaba mintiendo”, deslizaba, mientras saltaba al “nivel de degradación” institucional que impera desde el año 2018, a su juicio.
“Nunca ha habido tanta diferencia entre la vocación de servicio del PP y la podredumbre que impregna. Llegaron al poder no para luchar contra la corrupción, sino para beneficiarse de ella. España padece una crisis institucional porque tiene a un presidente sin ningún límite moral, que miente sobre todo y que ha construido su proyecto político y vital con presuntos delincuentes y personas que amañaban primarias con total naturalidad”, espetó el líder de la oposición, fiel a la estrategia de Génova de desnaturalizar la figura de Sánchez.
Limpieza a medias
Tras recorrer meticulosamente todas las estaciones judicializadas con salpicaduras al PSOE, Feijóo profundizó en la idea que desde hace unos días impera en Génova. Es decir, la “limpieza” de todo lo que ha supuesto el sanchismo. El conservador mete en este saco no sólo las leyes que entiende corrosivas para el funcionamiento democrático del país, como la derogación de la Ley de Amnistía o del “cupo separatista”, que está por ver si cristaliza en un articulado. También incluye los casos de corrupción. ¿Todos? Al parecer se dejó en el tintero el último escándalo que arremete contra los cimientos del PP y la herencia del marianismo, que no es sino la macroimputación de Cristóbal Montoro y su equipo de colaboradores.
En este sentido, Feijóo no ha hecho mención alguna a uno de los casos de corrupción con más resonancia de la historia reciente del país: un ministerio que moldeaba leyes a su antojo para beneficiar a los clientes del bufete de su titular. Tampoco hizo hincapié en la necesidad de derogar todos aquellos textos que salieron adelante como transacción a las empresas afines a Equipo Económico. Una idea, que por cierto, ya sondean diferentes grupos parlamentarios, pero que en Génova ni tan siquiera duerme el sueño de los justos porque, al parecer, no se contempla. De hecho, todas las veces que el jefe del principal partido de la oposición se ha referido a este caso lo ha hecho de puntillas y recurriendo a la oquedad de “lo que haya que investigar, que se investigue”.