La exhumación y reubicación de los restos del dictador Francisco Franco se aprobó por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez el 15 de febrero de 2019. Inicialmente prevista para antes del 1 de marzo de 2019, debió aplazarse por una decisión judicial de carácter cautelar y por la falta de acuerdo con los descendientes del dictador.​

Previamente, Pedro Sánchez, como secretario general  del PSOE, había prometido que Franco sería retirado del Valle. Al llegar al poder en 2018, gracias a la moción de censura contra  Rajoy, confirmó esta decisión de eliminar ese degradante símbolo de la Dictadura, anacrónico y contrario a Ley de Memoria Histórica.

Obstáculo tras obstáculo para sacar exhumar a Franco

Pero el camino hacia sacar a Franco de sus mausoleo pagado por todos los españoles sigue plagado de obstáculos. El Tribunal Supremo decidió a finales de mayo de 2019 la paralización preventiva de la exhumación  a su nueva ubicación decidida por el Gobierno en Mingorrubio-El Pardo, dando la razón, aunque de forma cautelar, a los argumentos de la familia. El fallo en todo caso no impide que más adelante se traslade los restos de Franco a otro lugar. Pero lo cierto es que hasta ahora una propuesta estrella del Ejecutivo de Sánchez, se ha ido encontrando distintos obstáculos desde su inicio desde la oposición de la familia hasta la propia abadía benedictina del Valle.

Tal vez, consciente de este complejo y espinoso periplo que le esperaba, el Ejecutivo socialista tuvo un plan exprés para sacar a Franco del Valle de los Caídos en 72 horas. Un plan que hoy damos a conocer y que fracasó por su vulnerabilidad.
Este plan inicial que hubiera solventado el problema de la presencia del cadáver del dictador en el Valle por su rapidez y su efecto sorpresa tuvo un responsable. Este fue Eduardo Ranz, abogado experto en memoria histórica y miembro del círculo de asesores del Gobierno en la materia. Ranz es el “abogado de las víctimas de la Guerra Civil” que contrató Justicia para asesorar al ministerio, en cuestiones de Memoria Histórica y muy especialmente para sacar a Franco de Cuelgamuros. Este letrado madrileño de 33 años es especialista en procesos legales de esta materia y tiene un fuerte compromiso y experiencia memorialista.

El borrador del plan exprés

Ahora, gracias a él, se conoce que existió ese plan exprés para sacar a Franco del Valle y llevarlo a otro lado. Ranz elaboró un borrador con varias actuaciones rápidas y casi por sorpresa. La primera de estas actuaciones exprés contenidas el borrador preveía la extracción de los restos del propio Valle de los Caídos. Horas después se procedía al traslado de los restos del dictador al Instituto Anatómico Forense en Madrid. Posteriormente, y una vez cubierta estas dos acciones, se daría aviso a la familia de Franco y se procedería a la  reinhumación (volver a enterrar unos restos exhumados). En este plan desarrollado en solo 72 horas se contemplaba también la negativa de la familia a decidir un lugar de enterramiento de Franco. En ese caso el borrador indicaba que se enterraría en un osario del cementerio de La Almudena.

Este borrador ha podido conocerse ahora gracias a unas declaraciones del propio Ranz en una entrevista concedida ayer al El Periódico de Catalunya y publicada en todas las cabeceras provinciales y regionales del grupo.

El plan se descartó por su vulnerabilidad

En la misma entrevista afirma que “No se pudo sacar a Franco en 72 horas” y reconoce que el plan “no tenía todas las garantías”. Pero si revela que este plan existió en el Gobierno “pero se descartó por su vulnerabilidad”.  También desvela las intenciones del Gobierno sobre la ubicación del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Diferencia los restos de Franco, que no cayó en la guerra civil, y el de José Antonio, que sí cayó pero está en lugar preeminente, y eso también se debe resolver. Debe estar en el Valle, pero no en lugar preeminente”, afirma.

De haberse llevado a cabo con éxito este plan exprés ahora conocido con más detalle, el féretro de Franco habría hecho el camino contrario al de su entierro, el 23 de noviembre de 1975. El personal encargado de la exhumación habría procedido al traslado de los restos tras deslizar y abrir la lápida -de tonelada y media de peso- y entrar en la tumba, habría extraído el féretro. A partir de ahí cruzaría la basílica, atravesaría la nave y el atrio para llegar finalmente a la explanada del Valle de los Caídos. Desde allí y en un vehículo funerario, se le hubiera traslado al Instituto Anatómico Forense. Y de allí a un nuevo destino que no hubiera sido un mausoleo panteón público y construido con la sangre y la vida de los presos políticos represaliados. Pero no pudo ser, habrá que esperar.