Los ciudadanos reparten suspensos sin distinción de siglas. Ni el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ni la vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, ni el presidente de Vox, Santiago Abascal, logran aprobar en la encuesta de Sigma Dos para 'El Mundo', elaborada entre el 21 y el 30 de julio a partir de 2.267 entrevistas. El sondeo, que mide la valoración ciudadana de los principales dirigentes políticos nacionales, dibuja una fotografía muy clara: ninguno conecta lo suficiente con la ciudadanía como para superar el 5, y todos quedan atrapados en un suspenso colectivo que refleja la profunda desafección hacia la política.

En la parte alta del ranking aparece Feijóo, con una nota de 3,7. El líder del Partido Popular es el mejor valorado, pero la cifra evidencia igualmente que no consigue despertar confianza suficiente ni presentarse como una alternativa plenamente creíble al Gobierno. Su posición en cabeza no es tanto un logro propio como una muestra de que el electorado percibe con cierta distancia al resto de dirigentes. Ni siquiera la estrategia de presentarse como un perfil moderado frente a los extremos le ha servido para traducirse en una valoración más positiva.

Por detrás se encuentra Yolanda Díaz, que con un 3,1 apenas logra una ligera ventaja sobre Sánchez. La líder de Sumar, que había buscado reforzar su imagen con medidas de impacto social y con un discurso de cercanía, no consigue trasladar esa agenda a una mejora en la valoración ciudadana. Su liderazgo dentro del espacio progresista tampoco parece consolidado y las tensiones internas en su coalición podrían estar pesando en la percepción pública.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se queda en un 3, lo que confirma el desgaste de su figura después de años en el poder y en un contexto político marcado por la polarización. Pese a mantener el control institucional, su imagen se resiente y no genera la confianza suficiente en los ciudadanos, ni siquiera entre quienes valoran positivamente algunos de los logros de su Ejecutivo. El resultado apunta a una caída en la aprobación personal que trasciende a su partido y a su gestión.

En el extremo inferior de la tabla se sitúa Santiago Abascal, con un 2,9. El líder de Vox es el peor valorado de los cuatro principales dirigentes políticos, un dato que refleja cómo su discurso, centrado en la confrontación y la crítica frontal a las instituciones, apenas conecta fuera de su electorado más fiel. Pese a que su partido mantiene una posición relevante en el Congreso, el sondeo indica que su capacidad de atraer simpatía social es mínima y que su figura genera un fuerte rechazo en amplios sectores de la ciudadanía.

Desafección hacia toda la clase política

La conclusión del barómetro es inequívoca: ninguno de los líderes logra aprobar. La distancia respecto al 5 es significativa y no distingue entre bloques ideológicos. Ni la izquierda ni la derecha, ni el Gobierno ni la oposición, consiguen generar la sensación de confianza necesaria para superar el umbral del aprobado. Se trata de un suspenso colectivo que revela un problema estructural más allá de la coyuntura política: la ciudadanía percibe a sus dirigentes como alejados de sus preocupaciones y enfrascados en luchas partidistas.

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