El escritor Fernando Rueda está de estreno. Esta semana sale a la luz Destrucción masiva. Nuestro hombre en Bagdad, la última obra del profesional, que se adentra en uno de los capítulos más tristes de los servicios secretos españoles: el asesinato en Irak de siete agentes del CNI, acribillados en Latifiya, en una emboscada en noviembre de 2003.

Entre muchos temas, el libro de Rueda recrea un demoledor diálogo entre José Antonio Bernal, agente del CNI asesinado en Irak un mes antes de este suceso, y su padre, antes de que el primero regresara, para no volver, a Bagdad.

Una conversación en la que el agente del CNI niega tajantemente que existieran armas de destrucción masiva en Irak. Una proclama que, según Bernal, también conocía el expresidente del Gobierno José María Aznar, pese a que el líder del PP estuvo años afirmando lo contrario, y que metió a nuestro país, en contra del clamor popular, en la Guerra de Irak (2003-2011). "Pueden estar seguras todas las personas que nos ven de que les estoy diciendo la verdad, el régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva", alertó Aznar para justificar la posterior foto de las Azores. “Todo el mundo pensaba que en Irak había armas, y ahora sé que no”, afirmó años más tarde, después de mandar a 2.600 soldados al conflicto. 11 de ellos no volvieron nunca.

El diálogo íntegro

Padre de Bernal: “Aznar está seguro de que Sadam tenía armas de destrucción masiva”.

Bernal: “Te voy a decir algo para que lo sepas, pero no se lo digas a nadie: no hay armas de destrucción masiva de ninguna manera, y Aznar lo sabe. Nosotros le hemos informado. El motivo de la guerra ha sido el petróleo. Sadam se lo iba a vender a varios países y cuando los americanos se enteraron dijeron: ‘¡Y una polla!, nosotros ponemos los muertos y otros se van a llevar los beneficios’”.

Padre de Bernal: “Pero Aznar dice…”.

Bernal: “Aznar no tiene razón con lo que está haciendo”.