La división en Ciudadanos ya no se lleva entre bambalinas. Ha trascendido al público después de que Toni Roldán, Javier Nart y Juan Vázquez evidenciaran la fractura con sus respectivas dimisiones. El partido naranja pasa por su momento más delicado desde su creación en 2006 y Albert Rivera se intenta ocultar del ruido mediático mandando a sus subalternos a los leones.

El liderazgo del presidente de Ciudadanos está en tela de juicio. El debate se ha abierto y no sólo se circunscribe al ámbito orgánico e íntimo, sino que su figura la cuestionan ya hasta los que cierto día le dieron su beneplácito como ‘jefe’ del movimiento liberal en Cataluña.

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Los medios de la derecha han deslizado la idea de un Rivera ‘autoritario’ después de ver el goteo de dimisiones y de voces críticas. La situación se antojaba insostenible y era imposible atajarla durante más tiempo. El sector más progresista del partido ha despertado del letargo y los trapos sucios ya no sólo se lavan en casa.

El ambiente ha provocado que, prácticamente a diario, un representante de Ciudadanos se ponga ante una cámara o micrófono para dar cuentas de lo sucedido. Todos menos, por supuesto, Albert Rivera. El líder guarda silencio, recluido en la seguridad que otorga la pantalla del smartphone o del propio ordenador y en la comodidad opaca de Twitter.

El avestruz

Albert Rivera ha escondido la cabeza en el suelo a la espera de que pase esta tormenta perfecta que regaló sus primeros truenos cuando el líder cuestionó a su aliado en Barcelona, Manuel Valls. Tras este primer encontronazo con el francocatalán, llegaría el segundo que supondría el divorcio exprés.

El líder de Barcelona Pel Canvi ofreció sus votos a Ada Colau sin más condición que la de evitar un gobierno independentista en la Ciudad Condal. Dos días después, Ciudadanos anunciaba lo que resultaba inminente. Sin embargo, no fue Albert Rivera el que salió ante los periodistas a explicar los motivos que le llevaron a romper con el constitucionalista Manuel Valls.

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El líder, inmerso en plena táctica del avestruz como si previera lo que ocurriría en las semanas posteriores, delegó en Inés Arrimadas. La portavoz naranja subió a la palestra de Alcalá 253 minutos después de que el propio Manuel Valls relatara su versión de lo acontecido. Dos dirigentes, uno se envalentonó y el otro se ocultó bajo una persona de su confianza.

Arrimadas ya sabía lo que era el fuego político antes de que Rivera la sobreexpusiera en estas dos semanas. La estrategia del dirigente liberal está enviando a las llamas antes de tiempo a la que estaba llamada a sucederle en un futuro gracias a su trayectoria en esa plaza tan compleja como es Cataluña.

Encontronazo liberal

Tras el primer roce con Francia – de manera indirecta -, Rivera se enfrentaría a otro nuevo correctivo por parte de un galo. Esta vez estaría dirigido por Emmanuel Macron. El presidente galo, quien mantiene una excelente relación con Pedro Sánchez, es el principal aliado de Albert Rivera en el Parlamento Europeo.

Ciudadanos y La República En Marcha se encuadran dentro del grupo de los liberales europeos, rebautizado como Renovar Europa. El pasado jueves tuvo lugar una reunión de los centristas en Bruselas. Los pactos de Rivera con Vox resonaban de fondo durante el encuentro después de que la secretaria francesa de Asuntos Exteriores avisara sobre la posición que los naranjas guardan con respecto a la ultraderecha.

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Rivera ha hecho caso omiso a las advertencias lanzadas desde París. Tanto es así que, al salir de la reunión con sus socios en el Europarlamento, el dirigente de Ciudadanos aseguró que le habían felicitado por la estrategia que estaban llevando tras los comicios municipales. Pero nada más lejos de la realidad.

Desde el Elíseo, según informó El País, desmintieron la totalidad de las palabras de Albert Rivera, al que dejaron en evidencia delante de toda Europa. Esta sería, a la postre, la última aparición en público del líder de Ciudadanos. Desde entonces, el liberal intenta evitar cualquier resquicio que le ponga delante de una cámara.

¿Dónde está Rivera?

Una pregunta que, de momento no tiene respuesta alguna. El líder de Ciudadanos se ha recluido en sus pensamientos mientras su electorado le reclama. Entre tanto, Arrimadas y Villegas se exponen al ardiente fuego de los medios de comunicación día a día. Sobre todo, después del maremoto desencadenado por Toni Roldán.

La situación quizás no requiera de segundos espada o de futuribles sucesores, sino de la exposición inmediata de un capitán del barco recluido en su camarote deseando ver el primer rayo de sol tras el desagradable temporal.