En una decisión inesperada, el presidente del PP, Pablo Casado, comunicó a su Comité Ejecutivo Nacional que "no volverá a dar explicaciones sobre acciones personales pasadas que no han beneficiado al partido". Durante la misma sesión, anunció el abandono del edificio central en la calle Génova de Madrid, testigo de tantos episodios, felices unos, reprobables muchos otros. Su argumento fue que no parecía oportuno continuar en un inmueble cuya reforma se está analizando en sede judicial. Ya se sabe, las obras son muy estresantes y en ocasiones llevan incluso al divorcio.

En la trastienda de esta decisión debe estar la delicada situación económica del partido, cuyas últimas derrotas electorales suponen una merma de los ingresos y subvenciones que les hubieran correspondido en caso contrario. Qué tiempos aquellos de los que ha dado cuenta Luís Bárcenas al explicar que registraba ingresos al parecer variopintos y poco ortodoxos, pero que daban oxígeno al PP y a algunos de sus principales representantes. 

Del destino del edificio (venta o alquiler) ya se verá, y de la nueva ubicación del partido está encargado el secretario general, Teodoro García Egea. Como es habitual en él, con el tono ofensivo que le caracteriza, en la última sesión de control al Gobierno, preguntó al vicepresidente Pablo Iglesias que si “aparte de decir sandeces, trabaja usted algo por España”. A continuación, apostilló que lo que estaba claro es que “usted tiene un sueldo, pero un trabajo, lo que se dice un trabajo, todavía no estamos seguros”.

 No sabemos si García Egea está orgulloso de su nuevo nombramiento técnico, como agente inmobiliario del PP. Un mérito no político de mayor alcance del que se conocía hasta ahora, el de campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceitunas. 

Ya se verá si los populares mantienen el silencio que Casado les ha impuesto sobre su pasado y su presente judicial y más aún si el extesorero consigue demostrar evidencias de posibles delitos en las diferentes piezas judiciales a las que se enfrenta el PP. A saber si, de lo que pueda salir, no acabaremos viendo a José María Aznar o a algunos de sus ministros respondiendo ante un juez. Precisamente, en la clausura del décimo primer congreso de este partido, en 1993, Aznar proclamó que la lucha contra la corrupción “no es sólo una obligación moral, sino un elemento esencial para la revitalización de la democracia”.

En cuanto a la comisión parlamentaria de investigación sobre el caso Kitchen, se ha confirmado que el último en comparecer será Mariano Rajoy Brey. Todo es posible en este PP tan revolucionado, en cuyas filas cunde el descontento por la debacle electoral en Cataluña, la falta de información de Casado y los avances de Vox. Desde Galicia, Alberto Núñez Feijóo ha sido categórico: “Lo que el PP necesita es ganar”. Se anuncia para otoño una nueva Convención Nacional en busca del voto perdido y de la que podrían surgir nuevos talentos. A Pablo Casado, más le valdría andarse con ojo.