La moción de censura de Vox es una nueva oportunidad para el Gobierno de exhibir músculo. El Ejecutivo ha demostrado su capacidad para gestionar y hacer las cosas en los momentos de mayor crisis, siendo la pandemia del Covid y la guerra de Ucrania los ejemplos más claros. La jornada del martes y miércoles no es sino una nueva prueba fehaciente de que los intereses de los de Santiago Abascal obedecen solo a unos pocos y de que la ultraderecha no es muy amiga de lo que las urnas deciden, pues insisten en tachar de “ilegítimo” al actual equipo de Moncloa, aunque el candidato independiente que responde a Sánchez, Ramón Tamames, no lo ve así y la herramienta escogida por la formación ultra -por segunda vez en tres años- es totalmente legítima.

Del "no" de Casado, a la abstención

Pero hay más variables a tener en cuenta. Si se comienza por la postura del PP, el partido de Alberto Núñez Feijóo se queda en la abstención, una decisión no sin polémica que podría traer quebraderos de cabeza a la formación principal de la oposición. El gallego y su plantilla han decidido de este modo actuar diferente a como lo hiciera el antecesor del ahora opositor primero de Sánchez, Pablo Casado, quien se vio reforzado -más allá de todo lo que vino después- por ser la anterior moción de censura la primera vez, seguramente, en la que el PP se distanciaba claramente de Vox y abanderaba el título de partido serio y de Estado que siempre debió mantener.

Sin embargo, ahora Feijóo se queda en el no sabe, no contesta. Sí que responde cuando le preguntan que con esta medida la extrema derecha no va a ningún lado y que es poco menos que una pérdida de tiempo, pero tampoco quiere darles la espalda por completo, al menos en la práctica. Salvo cambio radical de última hora, no se va a repetir una foto de Colón ni nada por el estilo, pero parece que el PP ha escogido una vez más mostrar su descontento con el Gobierno sin postularse del todo en contra de Abascal, quién sabe si buen socio en un futuro no muy lejano para alcanzar la Moncloa.

Con todo, la moción de censura tiene una lectura especialmente electoral, ya no pensando en fin de año, sino en mayo, que está a la vuelta de la esquina y puede ser la primera piedra para lo que sean después las elecciones generales. En este sentido, es evidente que el que más va a ganar en el sentido estrictamente político es el Gobierno, como ya ocurrió en 2020 cuando la extrema derecha usó la herramienta de la moción aún a sabiendas del resultado.

Podemos urge al PSOE a "cambiar el rumbo"

No obstante, hay que destacar que PSOE y Unidas Podemos no llegan en su mejor momento. El matrimonio ha experimentado sus subidas y bajadas en los cuatro años de legislatura, y eso no es malo, pues ambas formaciones han sabido dejarlo en una riqueza de opiniones que casi siempre se han traducido en medidas sociales. Pero desde la reforma del solo sí es sí que el partido primero de la coalición apoyó a raíz de las rebajas de penas a agresores sexuales, los morados han intensificado su presión. Así lo asumía la propia ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, en los últimos días, cuando apremiaba a los socialistas a “cambiar el rumbo”, emplazando para ello a aprobar la ley de vivienda, máxime después de la caída de Mordaza.

El factor Díaz

Y en todo este torbellino aparece un tercer factor, el de Yolanda Díaz. Su plataforma Sumar echa a andar tras meses de escucha. Lo hará el próximo 2 de abril donde, previsiblemente, se presentará como candidata a los comicios generales bajo unas siglas que aglutinan a la mayor parte posible de la izquierda. Un grupo al que también está invitado Podemos, aunque los morados no lo ponen fácil y prefieren seguir su senda independiente. El punto actual de las cosas es que la formación progresista presiona a la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo para abrir un proceso de primarias si quiere que concurran juntos a las urnas.

Díaz tampoco parece tener intención de ceder más, pues ha demostrado buena sintonía con el resto de formaciones a la izquierda del PSOE, entre las que se encuentran partidos como Más País, claramente discrepantes -al menos Íñigo Errejón- con los morados. En cualquier caso, será después del último acto en Madrid -o el primero, según se mire- de Sumar, cuando la vicepresidenta segunda tomará la decisión. En lo que respecta a la moción de censura, Díaz también hablará en ella mostrando de esta manera la buena relación que siempre ha demostrado mantener con el presidente del Gobierno. Así pues, el mapa que queda dibujado pasa, más allá de las imágenes que lo conforman, por la estrategia que todos los partidos adoptan en un día que de puertas a fuera -esto es, a nivel social- no se presenta si quiera interesante.