La amenaza de unas nuevas elecciones se cierne sobre España. PSOE y Unidas Podemos continúan sin alcanzar a un acuerdo. Sánchez rechazó la propuesta de Iglesias que proponía una coalición hasta los Presupuestos. La situación sigue bloqueada, a menos que Partido Popular o Ciudadanos dieran un vuelco en sus pensamientos y facilitaran un Gobierno, cosa imposible a día de hoy.

No obstante, en el Partido Popular se ha levantado una corriente de opiniones que invade Génova que abogan por el apoyo a Pedro Sánchez y la creación de una gran coalición. Así lo defendieron, primero, Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Alonso después. En Génova empiezan a plantearse seguir esta estrategia, pero tras el 10 de noviembre, según cuenta La Razón.

Durante todo el verano se ha escuchado esta reflexión incluso en Pablo Casado, aunque no públicamente. El dirigente de los populares es consciente de que se trata de una decisión que podría incluso dividir un partido que ya de por sí lo está desde que saliera elegido como presidente el verano pasado.

Pero Casado también ha escuchado voces en el seno de su partido que podría ser un gesto que evidenciara su liderazgo y, de esta manera, dar un salto con respecto a Albert Rivera, al que dejaría atrás en su particular batalla por ostentar la jefatura de la oposición. Supondría un clavo en el ataúd de Ciudadanos, cada vez más mermado por su competición con los populares.

Es el “golpe de la política tradicional a la nueva política”, señalan desde el Partido Popular, según informa La Razón. Casado está reforzado tras los pactos después del 26M, pero aún no cuenta con el beneplácito de todo su partido. De cara a las generales, se ve más fuerte que en su primera lucha con las urnas.

Reconocen que “no tiene el control absoluto” y, por tanto, Casado tiene que seguir caminando a tientas y con sumo “cuidado” para gestionar debates que pueden resultar incómodos. Consideran que, para que el PP sea decisivo en los presumibles comicios del 10 de noviembre, Rivera tiene que caer estridentemente.

De esta manera, siempre que dé la suma, la presión se situaría sobre Ciudadanos, exigiéndoles un cambio de argumentario para desbloquear la situación. En 2016, al PSOE le costó el liderazgo del partido y una crisis el apoyo al Partido Popular. En Génova, los costes de una decisión similar no serían menos.

“Si vamos a elecciones y se mantiene el bloqueo, la presión por la abstención se abriría sobre todo para Ciudadanos porque ellos son los que bajan. Sobre nosotros también, pero menos, siempre que subamos. En el PP es un problema interno. Ya no solo se trata de estrategia político, sino de supervivencia de la cohesión. La gente no quiere la abstención, aunque haya quien arriba hace cálculos más intelectuales”, señala un líder autonómico a La Razón.