“No son cremas, son aviones”. Dicen que si caminas por la esquina de la sede de Génova 13 aún puede oírse la frase que pondría contra las cuerdas a Isabel Díaz Ayuso y acabaría con la vida política de Pablo Casado. Lo que parece un mensaje en clave es en realidad de lo más clarividente: las aeronaves que vinieron de China con material sanitario durante lo más duro del Covid lo hacían cargadas de inflación en los costes del mismo y toda una polémica que, a posteriori, supondría la defenestración del líder del partido.

El paralelismo de la oración guarda relación con el Caso Cifuentes, sobre el que también sobrevuela la teoría conspiranoica de que la formación se la quiso quitar del medio en un momento en el que sonaba incluso como remplazo de Mariano Rajoy.

Noviembre de 2021: ElPlural.com apunta en la dirección correcta

Hay que remontarse a noviembre de 2021 para encontrar el origen del caos. Por aquel entonces, ElPlural.com ya apuntaba en la dirección de la guerra sucia contra la responsable de Sol por el control interno del partido.

La operación popular comenzó teniendo nombre propio y terminó por llevarse por delante a Casado. Ángel Carromero, por aquel entonces asesor del alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, y persona muy cercana al presidente nacional aparecía como cabecilla de la trama contra Ayuso.

El que fuera también asesor de Esperanza Aguirre durante su etapa al frente del partido y mano derecha del propio Casado en Nuevas Generaciones se postulaba como el titiritero mayor que movía los hilos -al menos de forma visible- dentro de la particular batalla. Es ahí donde entra el tercero en discordia: Tomás Díaz Ayuso. 

El hermano de la presidenta -del que se han visto por primera vez imágenes cuando se cumple un año de la caída de Casado- fue quien estaría detrás de contratos a dedo, mordidas y negocios en la etapa de la pandemia que España archivó y Europa todavía se encuentra estudiando.

16 de febrero: el vaso se desborda

Una información de El Confidencial a fecha del 22 de febrero confirma lo que meses atrás había contado este medio, y va más allá. “Altos cargos del Partido Popular próximos a la dirección nacional han contactado con detectives privados para encargar una investigación secreta contra Isabel Díaz Ayuso”. El vaso de desborda del todo. Ya nadie puede parar lo que al día siguiente será una jornada de mucho trabajo y desasosiego político, periodístico y social.

17 de febrero: 'explicaciones' y fuego amigo

Los muros de Génova empiezan a caer -también las caretas-. Así las cosas y entre cruces de acusaciones, el más madrugador es el edil primero de la ciudad, que sale a hablar un 17 de febrero alrededor de las 9.00 horas. El nombre de Carromero -que dimitiría después- encima de la mesa coloca en una situación igualmente comprometida a Almeida, quien se limita a negar la implicación de la Empresa Municipal de Vivienda (EMV) en los hechos por los que se le pregunta.

La máquina de depurar responsabilidades no tarda en aparecer y la dimisión de Casado empieza a sonar en boca de casi todos. La que fuera portavoz de la formación en el Congreso es la primera en dar voz al deseo de muchos en el partido, aunque la materialización de los hechos no se produciría hasta tal día como hoy (de hecho, Casado anuncia que deja su escaño y sus cargos en abril) después de imágenes icónicas como la de “sus últimos fieles en el Congreso” y posterior reunión con los barones.

Ayuso se defendió en reiteradas ocasiones de lo que consideraba ataques personales contra ella y su familia: “Podrán intentar todo lo que quieran, pero jamás he dedicado un minuto a beneficiarme yo ni a un solo miembro de mi familia (…) Traigan pruebas y hagan su trabajo”, emplazaba en la primera sesión de control en la Asamblea el mismo día en el que todo salta por los aires.

A renglón seguido, la presidenta madrileña compareció frente a los medios de comunicación siguiendo el mismo mantra y cargando directamente contra el líder del partido. En una intervención desde la Puerta del Sol, reconoció que su hermano habría cobrado una comisión pero que ésta “no era ilegal”: “Lo ilegal es si yo intervengo para que se le dé un dinero a esa empresa, pero no lo he hecho (…) Nunca pensé que la dirección de mi partido fuera a actuar de una manera tan cruel contra mí”, sostenía a la vez que ponía a disposición de la prensa el contrato más esperado de la política actual.

23 de febrero: Casado abandona el Congreso

A su vez, el exlíder popular insistió en varias intervenciones que se investigara el caso. Seguramente, la más sonada fue la que aportó a los micrófonos de Onda Cero: “La cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se puede contratar a tu hermana y recibir 286.000 euros de beneficio para vender mascarillas”.

El partido consideró que la presidenta de la Comunidad había aportado las pruebas necesarias y optó por dejar caer a Pablo Casado, que participó de la última sesión plenaria que le correspondía tal día como hoy. Un pleno que utilizó para despedirse y cerrar un hecho sin precedentes dentro del partido y en el ámbito de la política. No se fue solo, pues le acompañaron, entre otros Teodoro García Egea, secretario general del PP; o Pablo Montesinos, vicesecretario de comunicación. También -salió de la Cámara Baja- arropado una oleada de aplausos de aquellos que ya le habían traicionado.

1 de abril: el último adiós

El fin del camino no llegó hasta el 1 de abril. La decisión ya era irrevocable y Casado terminó de ceder ante la presión de los diputados y barones, que habían emplazado el adiós definitivo al Congreso del PP para que la salida fuera lo más “digna” posible. "Abrimos una nueva etapa en el PP y yo seré el primero en facilitarla", sostenía refiriéndose directamente a su sucesor, Alberto Núñez Feijóo.