El pasado martes, durante el debate previo a la votación del nuevo presidente de RTVE en el Congreso, el diputado de Vox Manuel Mariscal, pronunció un discurso que se viralizó por su “apología del franquismo”. Una intervención que motivó a la plana mayor de Moncloa saliera al paso para exponer el “diccionario ultra” y meter presión al PP con sus socios, pero también para que la presidenta de la Cámara Baja, Francina Armengol, tome cartas en el asunto, aunque sea en diferido, dado que ella no se encontraba en el Hemiciclo en el momento en el que el parlamentario de extrema derecha intervino.

Por ello, Armengol ha advertido este jueves de que no tolerará que se haga “apología del franquismo” en el Congreso de los Diputados. La tercera máxima autoridad del Estado ha ordenado retirar del Diario de Sesiones los elogios a la dictadura que pronunció el pasado martes el diputado de Vox y vicesecretario de comunicación, Manuel Mariscal.

La presidenta de la Cámara Baja ha pedido “disculpas” al Hemiciclo porque no pudo escuchar esas palabras en el momento en el que salieron de la garganta de Mariscal. Ha explicado que, tras visualizar el vídeo que se viralizó en redes, ha determinado que no son “aceptables” y, por tanto, se retirarán del Diario de Sesiones; aunque técnicamente no se borrarán, sino que se pondrán entre corchetes con una llamada explicando que fueron censuradas por la Presidencia del Congreso.

Este mismo jueves, cuando el Pleno debate sobre una iniciativa de Vox para eliminar la Ley de Memoria Democrática, Armengol anunciaba que ordenaría su retirada y aprovechaba la ocasión para lanzar un aviso a navegantes y a nostálgicos: el Congreso no es lugar para esa clase de comentarios y no va a “admitir” que se produzcan actos de “apología del franquismo” o “discursos del odio”.  

"Hago la advertencia a todos los diputadas y diputados de que no pueden hacer apología del franquismo, que fue una dictadura que causó terror, asesinatos y odio en nuestro país y que esta casa está precisamente para garantizar la democracia y los derechos de todas y de todas", ha explicado.

Las palabras de Mariscal

El pasado martes, Manuel Mariscal, parlamentario por Toledo, definía la etapa posterior a la Guerra Civil -eufemismos aparte, el franquismo-, como una “época de progreso”. “No fue una etapa oscura como nos vende este Gobierno, fue una etapa de reconstrucción, progreso y reconciliación para lograr la unidad nacional”, defendió el diputado ultraderechista el martes, mientras se debatía la presidencia del Consejo de Radio Televisión Española (RTVE).

En este punto, y dirigiéndose a las formaciones que constituyen el Gobierno central, el diputado de Vox les acusa de querer el ente público televisivo para “intentar a la desesperada ocultar estas verdades. Con respecto al orden del día, la primera votación para nombrar al nuevo presidente de la Corporación pública, Mariscal ha declinado la participación de su grupo parlamentario. 

Reproches de Puente

Tras la intervención dea Mariscal, el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, ha respondido, con un largo mensaje, en el que ha mencionado lo que sufrieron en esta época varios miembros de su familia.

“Si eres joven y te crees esta milonga, conviene que contrastes la información”, ha comenzado el ministro. Acto seguido, Puente ha empezado su explicación relatando la historia de varios de sus familiares: “En esa etapa de ‘reconciliación’ posterior a la guerra civil, mi abuelo, por ejemplo, se pasó 3 años en prisión, de 1939 a 1942. Recibía una paliza a la semana y una ducha desnudo a base de manguerazos de agua fría en el patio de la cárcel, en el crudo invierno de Valladolid. Mi abuela recogía cada semana una muda ensangrentada y le llevaba una limpia. A pesar de eso, mi abuelo tuvo mucha suerte. Un amigo le salvó del fusilamiento cuando lo llevaban en un camión a las tapias de San Isidro, sin juicio previo ni sentencia. Era lo que llamaban ‘el paseíllo’”.

“Le salvó que era muy religioso y es lo que ese amigo desveló a los que iban a ejecutarle para que le perdonaran. Le bajaron del camión y le conmutaron la ejecución por cárcel. Él era funcionario del Ayuntamiento de Valladolid”, ha añadido.

En el mismo sentido, Óscar Puente ha remarcado cuál fue su crimen: “Su único crimen fue ser un hombre de izquierdas, aunque nunca tuvo un cargo público, ni se dedicó a la política. Al salir de la cárcel se quedó en la calle. Perdió su condición de funcionario de carrera y tuvo que buscarse las lentejas como pudo, viviendo una vida de miseria y privaciones. Murió en 1968 a los 57 años, cojo de las palizas que recibió y con el cuerpo desecho”.

“No hubo ninguna reconciliación tras la guerra civil. Solo la imposición de algunos de sus ideas por la fuerza. Son los mismos, los herederos políticos y biológicos de esas atrocidades los que quieren repetir esos años tan ‘gloriosos’”, ha señalado.