Se comprende que Pablo Casado quiera quemar las naves, desprendiéndose de la sede central en la calle de Génova de Madrid y huir hacia delante, negándose a hablar de cualquier tema relacionado con los enojosos asuntos que se ven y seguirán viéndose en los Tribunales. Para colmo de males, el presidente del PP siente el aliento en el cogote de su compañero de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que empieza a dibujarse como la amenaza más próxima para hacerse con la dirección de todo el partido. Desde la presidencia del PP de Galicia está marcando evidentes distancias del debilitado liderazgo de Pablo Casado.

Para Núñez Feijoó su principal referente político fue Manuel Fraga Iribarne, al que sucedió Mariano Rajoy Brey. Hasta el último segundo de la moción de censura que desplazó a Rajoy de la Moncloa, le prestó un apoyo cerrado hasta el punto de que no intentó sucederle en la presidencia del PP, cargo que consiguió por mayoría de votos Pablo Casado.

Pero, al alzarse de nuevo el telón de la posible corrupción en el PP con el caso Gürtel, bien haría Casado en irse atando los machos. La Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha ordenado que se repatrien más de cincuenta millones de la cuenta suiza de la trama que están bloqueados en entidades bancarias del país helvético.

Según el diario El Mundo, las cuentas están a nombre de Luis Bárcenas y también de Francisco Correa y de Pablo Crespo. Por cierto, que Crespo, considerado el número dos del tinglado, ha decidido cantar La Traviata o lo que haga falta, visto su horizonte carcelario. El empresario ya no se opone a que se repatríen sus fondos en Suiza y así se lo ha comunicado a los jueces.  

Ya le vale, porque este converso ha tenido tiempo de sobra para dar el paso desde el 2009 en que empezaron a venirle mal dadas, después de que el juez Baltasar Garzón iniciara la instrucción sobre ese caso.

Por el momento, los implicados en aquel sumario inicial van cumpliendo las sospechas de entonces, para dolor de cabeza de la cúpula del PP porque cada vez está más enrevesado el laberinto judicial que tiene por delante y, parece, que se va a prolongar durante dos largos años de sesiones.

A los de Casado les esperan muchos sobresaltos derivados del caso de los Papeles de Bárcenas y de la caja B del partido. Luego comenzará la segunda época de la trama Gürtel. En la primera, el PP resultó condenado como partícipe a título lucrativo; veremos que le depara el nuevo proceso. También tendrá que dar explicaciones en el caso Taula, por su presunta responsabilidad civil subsidiaria en la financiación de campañas electorales supuestamente mediante desvío de fondos públicos. Y así seguimos: Caso Púnica, Lezo, Ciudad de la Justicia (¡Ay, Esperanza!), los asuntos de Valencia, la operación Kitchen y lo que el comisario Villarejo cuente de todo esto. 

Visto así, se entiende que Pablo Casado quiera quemar las naves, desprendiéndose de la sede central en la calle Génova de Madrid  y huir hacia adelante, mientras rechaza hablar de cualquier tema relacionado con esos enojosos asuntos.