La excusa era la presentación del libro La rosa y las espinas. El hombre detrás del político, escrito por Alfonso Guerra. Sin embargo, el acto celebrado este miércoles en el Ateneo de Madrid, al que ha acudido el expresidente del Gobierno, Felipe González, ha vuelto a convertirse en un evento que permite salir al rescate del Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo.

Arropado por los mismos de siempre -y escasos- dirigentes de la denominada “vieja guardia del PSOE”, el acto de Guerra y González intentará servir a la derecha mediática y política para desviar la atención de los temas que acaparan la actualidad nacional: la fallida investidura que protagonizará la próxima semana Alberto Núñez Feijóo, la división interna que aflora en el Partido Popular, las dudas sobre el papel que desempeñó Borja Sémper en el Congreso de los Diputados y el veto a Isabel Díaz Ayuso en la cuestionada manifestación que los populares celebrarán este domingo.

En cualquier caso, el Ateneo de Madrid este miércoles no era más que el retrato de un paisaje de decadencia para la viejísima guardia del PSOE. Allí había algún exministro del PSOE. En su mayoría, políticos arrepentidos o resentidos por haber caído en el olvido o la irrelevancia.

Dirigentes, todos ellos, sin ningún peso orgánico en el Partido Socialista que ahora se pasean por los medios de la derecha y compadrean, día sí y día también, con dirigentes del Partido Popular en actos, cenas y tertulias.

José Barrionuevo, José Luis Corcuera, Nicolás Redondo, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Javier Fernández, Tomás Gómez… son algunos de los nombres ‘más destacados' que han acudido a la presentación del libro.

Solo alguna excepción, como la del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ponía la nota discordante en una presentación en la que no faltó el siempre omnipresente en un sarao el Padre Ángel, la noble Cayetana Martínez de Irujo y el extorero Adolfo Illana.

Unas 400 personas en total han acudido al acto.

Guerra, González y la anmistía

Como se esperaba, en su intervención, Guerra ha tildado a su secretario general de "desleal" y "disidente" por haber cambiado de opinión respecto a la rebelión secesionista.

"No puede haber amnistía, porque no es aceptable políticamente y no entra en la Constitución. No podemos dejarnos chantajear”, ha dicho.

Después, se ha despachado a gusto con la amnistía: "Significa la humillación deliberada de la generación de la transición. La amnistía significa la ruptura de la democracia. Significa la condena del 90 % de españoles que votaron la Constitución en 1978. Y que quieren acuerdos entre los partidos que defienden la Constitución. La amnistía es la desaparición de la responsabilidad por lo que hicieron. Es decir, que no delinquieron. Y eso es una criminalización que un demócrata no puede aceptar”.

Por su parte, Felipe González también ha mostrado su rechazo a una hipotética amnistía a los independentistas catalanes encausados en el 'procès' porque, a su juicio, no es constitucional y tampoco políticamente aceptable. Por el contrario, lo considera un chantaje por parte de unas minorías en vías de extinción.

"Cuanto más pierden, más chantajean", ha lanzado, haciendo hincapié en la pérdida de apoyo en las urnas de las formaciones independentistas en las últimas citas electorales, al tiempo que ha hecho un llamamiento a no permitirlo. "No podemos dejarnos chantajear por nadie, y menos por minorías en vías de extinción", ha añadido.

Además, ha subrayado que no existe posibilidad de hacer "ninguna reforma seria" en España si no es mediante un acuerdo entre PSOE y PP y se ha mostrado a favor del mismo, por ejemplo, para acometer una reforma del Senado.

Por si fuera poco, ha cargado con dureza contra la vicepresidenta segunda en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, aunque sin nombrarla expresamente, al rechazar que dé lecciones de cómo hacer política cuando nunca ha ganado unas elecciones e incluso llegó a perder escaños.