Rajoy dijo en 2002, en una rueda de prensa con motivo de la fuga de José Antonio Urrutikoetxea (Josu Ternera): "El Ejecutivo ha actuado con absoluta diligencia una vez que el juez le dio la orden de que lo hiciera, cursando la orden a Interpol y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero el Gobierno no puede vigilar a persona alguna si no es con autorización judicial, so pena de cometer una actividad delictiva”.

 Por su interés reproducimos el artículo de Ignacio Escolar, publicado en su blog Escolar.net, en Público:

Con esa reconocida capacidad que tiene el PP para el reciclaje, su coordinador de Justicia, Federico Trillo, ha aprovechado el escándalo Troitiño para atizar a dos queridos amigos de la casa: al vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba y al juez Javier Gómez Bermúdez. Todo vale para esta oposición irresponsable, hasta la lucha contra ETA. Todo se aprovecha para hacer política populista, a pesar de ese pacto antiterrorista que el PP incumple por sistema (no vaya a ser que el PSOE se lleve el mérito del final definitivo de ETA). Trillo culpa a Rubalcaba de no poner al etarra Troitiño bajo seguimiento policial cuando fue puesto en libertad por la Audiencia. Pero el coordinador de Justicia del PP olvida que tal cosa habría sido un delito: la Policía no puede a un ciudadano libre, como dijo hace unos años, con razón, el propio Mariano Rajoy, entonces vicepresidente del Gobierno, cuando se fugó Josu Ternera.

En cuanto al presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, el PP le quiere responsabilizar de la fuga de Troitiño. Trillo pide al CGPJ una investigación contra Gómez Bermúdez y contra los fiscales de la Audiencia, y olvida que fue el juez conservador Alfonso Guevara quien firmó la excarcelación del etarra Troitiño sin encomendarse a nadie –sin comunicárselo previamente a la Fiscalía–. También fue Guevara quien rectificó esa misma orden en menos de una semana, precisamente por las gestiones del presidente de la Sala de lo Penal para acelerar los plazos.

El olvidadizo Federico Trillo, sin embargo, tiene memoria para otras cosas. Trillo parece recordar muy bien dos sentencias de Gómez Bermúdez que en el PP gustaron poco: la del 11-M y la del Yak-42.