Amaia Martínez, la única diputada de Vox en el Parlamento Vasco, no ha tenido un buen estreno. Ya con el reparto de escaños, la cámara de representantes le ha situado en la parte alta trasera.

Desde el 'gallinero', la diputada ultra deberá hacer su guerra a Bildu, partido que etiqueta de "filoetarra" y al que declaró la guerra insistentemente durante la campaña electoral. Martínez aseguró en muchas ocasiones que jamás hablaría con los abertzales: "Jamás dialogaremos con terroristas o separatistas, salvo para comunicarles su ilegalización", a lo que desde el partido añadían que ellos son "el único partido que defiende la ilegalización de partidos nacionalistas, separatistas y filoetarras, porque no tienen razón de ser".

Una regla de oro que la diputada ha roto en minutos. En el receso de la sesión constitutiva que este pasado lunes ha dado inicio a la XII legislatura, Martínez ha salido a pedir un cigarro, pero no ha debido tener suerte buscando compañeros del PP, Cs, PSOE, Podemos o, al menos, del PNV. Sin embargo, lo más irónico de todo es que un diputado abertzale se lo ha negado.

Así lo ha relatado en redes la diputada navarra de Bildu Bakartxo Ruiz: "Os contaré una extraña anécdota del día de hoy. La única parlamentaria de Vox ha dicho repetidamente que no dirigiría ni media palabra a Bildu. Pues bien, su primera palabra en el parlamento fue a un miembro de Bildu, con una sonrisa, para pedirle un cigarro".

El partido de Abascal no se ha pronunciado sobre el estreno de su diputada en Euskadi aunque, pese a la insistencia contra el nacionalismo regional, no es la primera vez que Amaia Martínez muestra un acercamiento a la izquierda abertzale, tal y como ya relatamos desde ElPlural.com. En su primera entrevista tras los comicios, la de Vox declaró que negociar con Bildu "Sería complicado, pero se intentaría, por supuesto que sí. No digo que me vaya a sentar porque primeramente deben hacer muchas cosas como denunciar las muertes de ETA. Es algo humano. Pero somos capaces de estar en un Parlamento y dialogar".

Visto lo visto, no sería de extrañar que la XII legislatura vasca nos dejase más puntos de encuentro entre los polos más opuestos del tablero político.