Que existe una guerra interna en el Partido Popular no es una novedad. De hecho, se podría comenzar una lista difícil de terminar en un sólo artículo, una enumeración de conflictos bilaterales entre populares que se antoja extensa. Pero este lunes, la guerra que importa es la entablada por María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, las dos mujeres claves de la etapa de Mariano Rajoy.

Su enemistad es notoria desde 2008. Sus desencuentros fueron mellando la dirección del PP hasta tal punto que el partido se dividió entre sorayistas y afines a Cospedal. Hasta los ministros se dividían.

Ahora, que Soraya ha dejado la política y Cospedal se ha convertido en la primera víctima del excomisario Villarejo, sus caminos se vuelven a cruza. O, al menos, nace una nueva batalla de esta guerra entre populares.

En Génova 13 crece una teoría, o mejor dicho, una idea casi cospiranoica que señala a la que fuera vicepresidenta del Gobierno de Mariano Rajoy. Los cercanos a Cospedal creen que Santamaría es la encargada de las filtraciones de las grabaciones en las que se puede escuchar a su rival, a su marido Ignacio López encargar a Villarejo trabajos de espionaje contra el también popular Javier Arenas, para espiar al hermano de Rubalcaba, o solicitar información bajo secreto de sumario para intentar que el PP se salvase de la trama Gürtel.

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Soraya y el CNI, los presuntos culpables

Concretamente, el círculo de la exministra de Defensa, considera que las filtraciones de las grabaciones estaban en poder de agentes del Centro de Inteligencia Nacional, el CNI. Hay que recordar que Santamaría, se convirtió en la mujer política con más poder de la democracia.

En su presona acumuló un gran número de cargos. Fue vicepresidenta del Gobierno con Rajoy, ministra de Presidencia, ministra Portavoz; por primera vez, cubrió las funciones del presidente y vicepresidente de la Generalitat (Carles Puigdemont y Oriol Junqueras) con la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Sin olvidar que durante un tiempo cubrió las vacantes de las carteras de Justicia e Industria con la salida de Alberto Ruiz-Gallardón y José Manuel Soria, respectivamente.

Y para lo que este artículo nos ocupa, lo más importante: por primera vez, un vicepresidente o vicepresidenta tenía en su mando la dirección de los servicios secretos del CNI. Y esta es la clave.

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El círculo de Cospedal se atreve a decir que las grabaciones en las que se la escucha pactando determinados trabajos con Villarejo se han hecho públicas gracias a agentes del CNI, agencia que controlaba Soraya.

Además, les parece curioso que el Gobierno del PSOE, de Pedro Sánchez, haya metido a Soraya en el Consejo de Estado. Pero también que sí Villarejo tiene grabaciones de otros populares, sólo se publiquen las de Cospedal.

¿Y ahora? ¿A por Casado?

Santamaría no le habría perdonado a Cospedal la penúltima piedra lanzada en esta guerra: su apoyo a la candidatura de Pablo Casado en las primarias del PP.

Es cierto que las filtraciones han condenado la carrera de Cospedal pero, también se rumorea que la popular ya estaba cansada y que, tras su derrota en las primarias, pensaba anunciar a primeros de diciembre su retirada del mundo de la política. Con elegancia.

Ese adiós se ha precipitado y la elegancia se ha quedado en un cajón pues no abandona su escaño en el Congreso de los Diputados. Ahora, las mismas voces que apuntan a Soraya y que lamentan la caída de Cospedal, plantean cuál sería el siguiente paso, la siguiente víctima de esta teoría conspiranoica: acabar con Casado.