La sensibilidad que exhibió contra el juez Garzón, a quien relaciona con regímenes totalitarios en la condena por las escuchas de la Gürtel, no parece ser la misma que aplicó en una sentencia de abril de 2011, de la que también fue ponente y que escandalizó a la opinión pública.

Revocó la condena a cuatro líderes neonazis
Colmenero revocó una sentencia condenatoria de la Audiencia Provincial de Barcelona contra cuatro miembros del grupo de extrema derecha Círculo de Estudios Indoeuropeos que se encargaban de escribir, editar, difundir y vender material de carácter neonazi a través de la librería Kalki y Ediciones Nueva República. La pena era de tres años y medio de prisión por los delitos de difusión de ideas genocidas y contra los derechos y libertades, además de asociación ilícita.

Prego, presidente del tribunal
En este caso, Colmenero también actuó como ponente y se da la circunstacia de que el tribunal estaba presidido por Adolfo Prego, que argumentó la admisión a trámite de la querella de la ultraderecha contra Garzón por la llamada causa del franquismo. Más coincidencias: Prego es colaborador de la Hermandad del Valle de los Caídos.

Voto discrepante
En esta ocasión sí hubo un voto discrepante, el del magistrado Andrés Martínez Arrieta. En la sentencia, Colmenero no vió peligro en la difusión de ideas contra los judíos o los negros ya que encuentran “claro rechazo” o “indiferencia” en la generalidad de las personas. Entre otras cosas, los ya absueltos justificaron el Holocausto y reclamaron “una acción racista que impida la reproducción de taras genéticas”.

Trias Sagnier, Colmenero y los totalitarismos
En estos días de ajusticiamiento al juez Garzón, hay voces que reprueban este doble rasero del magistrado Colmenero. Así el abogado y exdiputado popular, Jorge Trias Sagnier, escribe en su blog un artículo titulado "Garzón, la Sala Segunda y totalitarismo", en el que pone en cuestión la decisión de Colmenero.

"Ante esa afirmación tan gruesa del Tribunal Supremo, la de sostener que un juez había utilizado prácticas 'totalitarias' en la investigación de delitos gravísimos, intenté averiguar qué pensaban los magistrados sobre el totalitarismo", argumenta Trias Sagnier. En su texto recuerda algunas de las perlas que esa misma Sala permitió a unos líderes neonazis:
"El judío no es creador, es destructor, va a destruirlo todo, también la tierra”, o “el negro puro se encuentra en el escalón más bajo”, o que “los alemanes que sin embargo son seres superiores no tenían razón, porque no quemaron a todos los judíos”, o “los judíos son una raza pestilente, leprosa y públicamente peligrosa que merecen ser arrancados de raíz y destruidos antes incluso de su nacimiento” o, por último, que “si hay que hacer en su día repatriaciones de inmigrantes, hacer una política de higiene racial prohibiendo los matrimonios mixtos con otras razas”

Dado que "el Tribunal Supremo, como sus magistrados gustan de repetir, no dicta sentencias de autor, sino como Sala de Justicia". Trias Sagnier les insta a que unifique su doctrina sobre "cuestiones tan trascendentes".

Villarejo reprueba la tolerancia del Supremo con los totalitarismos
Más lejos fue en su crítica contra esta sentencia, el exfiscal Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, en una Tribuna publicada en el diario El País el 22 de junio de 2011. Bajo el título "¿Es el Supremo tolerante con el nazismo?", criticó la permisividad del Supremo con los "brutales planteamientos" de los cuatro neonazis a los que exculpó. En su opinión, "la argumentación del TS coincide, al menos objetivamente, con el discurso de la intolerancia social que niega la igualdad de todas las personas por razón de su condición humana"

Prego, el de la Hermandad del Valle de los Caídos
La presencia de Adolfo Prego en el caso, continúa, que sostiene en la revista del Valle de los Caídos, que "el matrimonio es por esencia heterosexual y que una unión homosexual no cabe bajo la forma de unión matrimonial", es, según Villarejo, "un botón de muestra para entender el modo de pensar aplicado por quienes justifican y amparan estas conductas tan antidemocráticas". Y concluye:
Estamos ante un paso más en el vaciamiento de la razón jurídica democrática en el Tribunal Supremo. ¿Por qué no se preguntan, como pedía Semprún, por el "olor a carne quemada" de los campos nazis?