Cataluña activa la cuenta atrás para la repetición de elecciones en el “acto equivalente” que constata la ausencia de candidatos para una investidura en el plazo fijado. Las manecillas del reloj electoral ya se mueven. Todo lo contrario que los grupos parlamentarios, quienes siguen encasillados en sus posiciones. No hay visos para el acuerdo. Unos se atrincheran bajo las “singularidades” de la región. Otros apelan al “sentido común” a modo de tripartito progresista para enterrar el oscurantismo del procés, mientras hay quien se aferra a la ensoñación independentista. En resumen, ni PSC, ni Junts ni ERC han asumido su responsabilidad si de aquí al 26 de agosto no se cierra ningún pacto que abra el candado de la legislatura.

60 días tienen para entenderse socialistas, comunes y republicanos para evitar una segunda vuelta electoral. Al menos ese es el relato al que se han aferrado desde el PSC. Su líder, Salvador Illa, junto con la dirigente de En Comú Sumar, Jéssica Albiach, han insistido en esa tesis durante todo el “acto equivalente” celebrado este miércoles en el Parlament. “La única opción es un pacto progresista. Así son las cosas, gusten o no gusten. Yo no estaré a la espera. Queremos un pacto progresista, sólido, ambicioso y hecho desde el convencimiento”, apunto el ex ministro de Sanidad.

Illa ha prometido trabajar a destajo durante estos dos meses que tiene por delante, “convencido” y “sin prisa, pero sin pausa”. A su disposición tiene los 42 parlamentarios que conforman el Grupo Socialista, que “son muchos, pero insuficientes”, por lo que asume el liderazgo de las conversaciones y lo afrontará “de buena fe”. El líder del PSC se reafirma en su compromiso de “trabajar y cumplir” con sus obligaciones, que no son otras que buscar el acuerdo cueste lo que cueste con otras fuerzas políticas. “Muchos catalanes nos lo piden”, argumenta, al tiempo que eludía toda respuesta a alusiones personales y su grupo político, creyendo fervientemente en su capacidad para driblar la repetición electoral.

ERC se lava las manos

A nadie escapa que Illa es el candidato que más cerca tiene la Presidencia de la Generalitat, pero para ello necesita atraer al redil a una Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en pleno viraje independentista. El asalto de Marta Rovira a la sala de mandos del partido ha erradicado la deriva progresista iniciada con un Oriol Junqueras que prepara su candidatura para recuperar el control. El Juego de tronos soberanista disminuye las opciones de un acuerdo que, en estos momentos, se circunscribe a la “singularidad” no sólo desde el plano financiero de Cataluña, sino también orgánica de la fuerza republicana.

Así lo ha reiterado en sede parlamentaria el presidente del Grupo Parlamentario, Josep Maria Jové. Escenificó desde el atril una postura muy alejada del acuerdo tripartido que busca Illa, al tiempo que se lavaba las manos en el caso de que éste no cristalice. La responsabilidad no será de ERC, sino de Junts y PSC por no llegar a un entendimiento que abra una etapa de sociovergencia en Cataluña bajo el argumento de que sendas formaciones sobrepasan con creces la mayoría absoluta.

El republicano ha acusado a socialistas y neoconvergentes de “especular” con unas nuevas elecciones mientras reclaman “fuerza y liderazgo” cuando no ha habido. “Les ha faltado coraje”, puntualizaba Jové en un discurso muy duro hacia sus potenciales socios, a quienes recriminaba que el president en funciones, Pere Aragonès, tuvo el “valor” de someterse a un debate de investidura aun sabiendo que “no prosperaría”. “Ahora, han rehuido esa responsabilidad. Llegar al 25 de agosto con el trabajo hecho o abocarnos a unas elecciones es su responsabilidad”, ha espetado el dirigente de ERC, que esquivaba toda alusión al guerracivilismo instalado en su formación y que, a la postre, supone un escollo para todo tipo de acuerdo.

El multiverso de Junts

Entre tanto, los neoconvergentes se resisten a abandonar su realidad paralela. El presidente del Grupo Parlamentario de Junts, Albert Batet, reavivó la tesis que ya lanzó Carles Puigdemont la noche electoral. En este sentido, la formación independentista insiste en que una mayoría independentista es posible, siempre y cuando el PSC de Salvador Illa se abstenga. Por esta razón, ha instado al candidato socialista a no “deslegitimar” la aritmética parlamentaria.

Batet ha precisado que el hostigamiento a su formación “no funciona” ni en el Parlament ni en Madrid, haciendo valer su influencia para el futuro de la legislatura en el Congreso de los Diputados. “Vayan con cuidado, porque el señor Collboni no ganó las elecciones y es alcalde de Barcelona, con los votos del PP y los Comunes; o el señor Sánchez no ganó las elecciones y es presidente gracias a los votos indispensables de Junts”, ha advertido el neoconvergente, al tiempo que reclamaba “seriedad” a Salvador Illa y subrayaba que el futuro Govern debería “desarrollar con la máxima potencialidad” el acuerdo de Bruselas que allanó la unción de Sánchez.

La dicotomía catalana

Lejos de la ensoñación multiversal de Junts y aproximándose al discurso de Illa, Jéssica Albiach remarcó que “los números son los que son”, certificando que no hay espacio para mayorías alternativas. “Sólo hay dos opciones, o la suma de ERC, Comunes y PSC o la repetición electoral”, ha argumentado la líder de En Comú Sumar en el Parlament, acusando subrepticiamente a Junts de “engañar a la ciudadanía” con sumas imposibles.

En este sentido, ha advertido que la repetición electoral no está en la agenda de su formación porque Cataluña “necesita un gobierno valiente y con mayorías sólidas” cuanto antes. “¿Qué es la política si no es llegar a acuerdos? Hay políticas que podemos compartir: igual que la ley de amnistía, que se blindó el catalán en la escuela o que los ricos paguen más impuestos. Si trabajamos y nos esforzamos podemos llegar a un pacto”, ha rematado.

En contraposición, la CUP ha advertido de que su formación no regalará sus votos a Carles Puigdemont ni mucho menos a Illa. Misma posición que han adoptado tanto Vox como la ultraderecha independentista de Aliança Catalana, cuyos argumentarios han orbitado sobre los problemas devengados de la inmigración y la inseguridad ciudadana. Sin embargo, el perfil más duro lo ha asumido Alejandro Fernández. El líder del Partido Popular de Catalunya ha abogado por “enviar al separatismo a la oposición aquí y quitarle la llave” de Madrid. Por ello, como Sánchez aún se sustenta sobre las muletas de Junts y ERC, el conservador ha advertido de que mientras esto ocurra, sus quince parlamentarios votarán en contra de cualquier candidato.

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