Los sondeos atinaron: “Alternativa para Alemania” – AfD en la sigla – el partido de nueva creación fundado en 2013 a partir de la escoria residual de formaciones menores, locales y crudamente xenófobas, ha entrado con fuerza en los parlamentos de tres estados federados: Waden- Wurtemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt.

Las cifras de las formaciones institucionales (la CDU, cristianodemócrata y los socialdemócratas del SPD, que gobiernan la República Federal en coalición) indican, además del trágico incremento del ultranacionalismo con ocasionales ribetes neo-nazis), algo potencialmente decisivo: si la bajada espectacular que traduce el cambio de humor del público, sobre todo la caída del voto socialista, se traslada a la elección del parlamento federal prevista para el otoño, la RFA podría ser más difícilmente gobernable.

Pérdidas de votos

En efecto, el SPD, que se ha mantenido muy bien en Renania-Palatinado y mejora ligeramente, se ha dejado once puntos en Baden- Wurtemberg y en Sajonia-Anhalt  y debe añadir al resultado la pobre imagen que trasmite su líder, el poco carismático Sigmar Gabriel, vicecanciller y ministro de Economía. El es visto como un representante arquetípico del socialdemócrata-tipo post-moderno: centrista, pragmático, cada vez menos socialista y cercano al social-liberalismo que está devorando a la vieja socialdemocracia.

Y eso vale ya abiertamente para Francia, donde el gobierno Valls-Macron prepara, con la anuencia del presidente Hollande, una nueva legislación laboral y para España, donde rige una Ley aprobada por el PP que el PSOE no ha podido decir si abolirá pura y simplemente en caso de que llegue al gobierno… debido a la inhibición al respecto que impone su acuerdo de principio con Ciudadanos.

La sangría de votos para el SPD es, en cualquier caso, muy preocupante porque es mucho más acentuada que la sufrida por los cristiano-demócratas de la CDU, el partido de Angela Merkel. Un dato esencial a la hora de valorar una de las lecciones  de la impresionante jornada.

Indicaciones útiles  

Todos los observadores han puesto el acento en un hecho que parece muy indicativo: el éxito de los ultras ha sido mayor, aparatoso y sin precedentes en Sajonia-Anhalt, uno de los “lander” más pobres de la RFA en términos relativos, antiguo territorio de la extinta República Democrática Alemana y habitado solo por unos dos millones y medio de personas en un país de 82 millones de almas y con uno de los niveles de riqueza más bajos de Alemania.

La primera conclusión sería que el rechazo a la inmigración, asentado tradicionalmente en la falta genérica de estima por “los otros” y por culturas foráneas, se refuerza en el caso presente por la condición de “land” poco desarrollado: solo una industria química tradicional mantiene un rango aceptable y el estado se ha beneficiado de fondos adicionales sin tregua durante décadas y con escaso éxito.

Salvadas todas las diferencias que se quiera, lo sucedido aporta un aroma preocupante de orden moral: culpar a “otros” y sin son foráneos mucho mejor de las dificultades presentes y de las venideras. Percibirlos además como un elemento de perturbación cultural y una rémora inaceptable a la hora de financiar el estado-providencia.

Un observador avisado puede preocuparse, sin caer en la exageración, cuando un estado federado de la democracia alemana da un 25 por ciento de sus votos a un partido ultra, producto de la deriva racista post-moderna y ultranacionalista…