La compra del chalet de 600.000 euros de Pablo Iglesias e Irene Montero y la consecuente consulta a las bases sobre su continuidad al frente del partido ha provocado una profunda escisión en Podemos. Mientras rostros conocidos como el cofundador Juan Carlos Monedero defiende a ultranza a su secretario general (hasta el punto de enfrentarse a una espectadora en el programa Liarla Pardo), otros dirigentes censuran la maniobra de Iglesias y Montero. El sector anticapitalista ha sido el más duro con la cúpula del partido.

La portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, ha anunciado que “yo no voy a votar” porque la decisión de convocar una consulta “no es acertada” ya que la compra del chalet es una decisión personal y “no debe someterse a la consulta del partido”, entre otras cosas porque es “responsabilizar a la organización de las consecuencias”. “Arrastra con ellos a toda una organización política”, ha dicho en una entrevista en Al Rojo Vivo. Además, "es una decisión absurda, me preocupa que se fortalezca su posición de manera que luego no se permita la crítica interna. Me preocupa que se respete la libertad de expresión", ha remachado Ruiz-Huerta. Eso sí, ha mostrado su “apoyo y solidaridad a mis compañeros con lo que considero que es una operación de acoso y derribo de los medios de comunicación a una decisión que forma parte del núcleo personal”. 

"Lo que acaban de hacer Iglesias y Montero es dinamitar Podemos como organización. Reducirla a un aparato de legitimación de los caprichos sus líderes"

El eurodiputado Miguel Urbán, uno de los buques insignia del cuadro anticapitalista, considera que la consulta era “innecesaria”. A su juicio, “me hubiera gustado más ver consultas sobre programas que consultas de este tipo”, y ha matizado que lo que tocaba era denunciar el “acoso”.

En la misma tónica se ha movido el secretario de Comunicación de Podemos Andalucía, Pablo Pérez Ganfornina, quien cree que Montero e Iglesias “no valoraron bien el impacto” de la adquisición y, a la postre, del plebiscito. Pérez ha asegurado que está más de acuerdo con “la coherencia” del alcalde de Cádiz, José María González, quien defendió su "compromiso de vivir como la gente corriente" en "un piso de currante".

Según Pablo Pérez, resulta “obvio y sería de una ceguera enorme” negar el impacto del asunto. Cree que “no se midió bien”. Ahora bien, al igual que sus compañeros, denuncia la campaña de acoso y ha mandado un mensaje de “apoyo y solidaridad” muy “claro y firme”.

El diputado en la Asamblea de Madrid Isidro López ironizó en su cuenta oficial de Twitter con la defensa a ultranza del cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero y Jorge Vestrynge: “Si algún día cometo un gravísimo error sólo pido que no me defiendan públicamente Monedero y Verstrynge”, dijo en su cuenta oficial de Twitter. A su juicio, la consulta es un “holocausto plebiscitario”, y añade que “el hecho de que parezca una decisión tomada por El Mundo Today no ayuda. Lo que acaban de hacer Iglesias y Montero es dinamitar Podemos como organización. Reducirla a un aparato de legitimación de los caprichos sus líderes. Ya lo era. Pero ahora a la vista de todos”.

Según López, una vez comprado el chalet, “o sus protagonistas consideran que la decisión es anecdótica desde el punto de vista político y si siguen adelante”, o por el contrario, “consideran que es un error y lo asumen”. En cualquier caso, “utilizar los mecanismos internos de Podemos para legitimarla políticamente es un desvarío”.

El parlamentario regional insisto en que este “desvarío” es muy “destructivo” porque “mezcla lo privado, lo organizativo y lo político hasta formar una papilla indeterminada que hace casi imposible que se puedan distinguir esas tres dimensiones en un futuro”.

En la misma tónica se ha movido el también diputado en la Asamblea de Madrid Pablo Padilla, quien considera que “más allá de lo que se opine sobre la casa (privado), socializar la decisión y buscar la ratificación colectiva me parece poco acertado, supone generar un escenario lose-lose”. De hecho, insta a“recapacitar y retirar la consulta”.

Tal y como publicó El Plural, el descontento de ciertos sectores a nivel interno, en un primer momento, no se circunscribía a la compra per sé, sino a que la adquisición podría colisionar con la retórica del partido. No obstante, todas las alarmas han saltado cuando Iglesias y Montero anunciaban un plebiscito interno.

Al igual que el cuadro anticapitalista, según ha podido saber este periódico, la facción errejonista considera un “error muy grave” la consulta, puesto que pone en jaque al partido, sembrando un peligroso precedente: “El problema no será que pierdan la consulta, eso no va a pasar. El problema es que debe haber una participación masiva”. Asimismo, se muestran escépticos con un hipotético vacío de liderazgo a pocos meses de las elecciones autonómicas y municipales. Por estos motivos, el sector errejonista no hará sangre y no harán campaña contra Iglesias y Montero.