El columnista de La Razón, Alfonso Ussía, ha utilizado su espacio en la contraportada del citado medio para expresar su lealtad a la patria y ofrecerse como voluntario para enfundarse el uniforme “caqui” del Ejército.

El fin es defender a España, tal y como “millones de españoles juramos” en su momento. Bueno, más concretamente a la “Bandera”. Con mayúsculas, porque es la de “todos los españoles” y ha sido vejada “por un hijoputa gerundense” perteneciente a los “comandos de Torra”.

Haciendo referencia a un artículo de Antonio Burgos en ABC, el periodista hace un llamamiento para servir y proteger a la pisoteada insignia española mientras “los Mozos de Escuadra miraban hacia otro lado”. Burgos recordaba, según señala Ussía, que “millones de españoles juramos, uniformados de caqui, defender y honrar” a una “Bandera pisoteada” que no encontró consuelo alguno tras el acto perpetrado por el “cabrón paleto de la gorra”.

Además de recordar que “las imágenes están a disposición de todos”, señala que el artículo 543 del Código Penal también lo está al servicio de fiscales y jueces. Este castiga “las ofensas o ultrajes de palabra o por escrito a España, sus símbolos o emblemas”. Recuerda que “la Bandera en Gerona ultrajada, es el símbolo de España por definición”.

‘Tempus fugit’… hasta de caqui

“Me he puesto el caqui y no me cabe”, escribe Ussía en su columna. Y es que, como bien revela esta locución, el tiempo pasa deprisa y la senectud, con su cruel demacración anatómica, golpea la puerta en el momento más inesperado. Nadie está a salvo de ello. Ni siquiera el articulista de La Razón, cuyo traje ha experimentado “una reducción solo comparable al aumento del perímetro de nuestras cinturas”.

Pero aún así, Ussía y Burgos ya se han enfundado el patriótico caqui. El articulista de La Razón se ha autodenominado “Cabo Primero”. Sostiene que, de haber aparecido él y su subordinado, “con sus achaques propios de los años cumplidos, sus perímetros ventrales menos flexibles que huesos de aceituna, y nuestros gorrillos cuarteleros encajados en las chocholas y ladeados con castrense chulería, chulería de la buena”, el inefable “hijoputa” no habría tenido lo que hay que tener para pisar “nuestra Bandera”.

Y es que, pese al cruel paso del tiempo, se ven capaces de atizarle  en los “entreperniles” a los que describen como “cobardes” y dejarles “los dídimos como dos chirimoyas malagueñas”. Un sacrificio por “cumplir con nuestro juramento de defender, honrar y amar a nuestra Bandera”.

A la vejez, patinetes

Eso sí, Ussía reconoce que ya no están para tantos trotes y necesitarían de algún artilugio para desplazarse con relativa rapidez. Algo ligero y rápido. Y la bombilla se encendió. El articulista ve en los patinetes eléctricos el mejor medio de transporte para alcanzar a la “jauría”. “En juventud y agilidad nos ganan”, pero cree que él y Burgos se defenderían bien e incluso “algún grupo de buenos gerundenses se haría cargo de la Bandera” cuando ambos sintieran “el primer síntoma del espachurramiento”. “Espachurrados, pero leales con nuestros respectivos juramentos”, afirma con orgullo.

“Me sumo al caqui”, concluye Alfonso Ussía su impreso sermón diario no sin antes recordar que no necesitarían ni la ayuda de “don Blas de Lezo desde la mar”, pues son “ellos los que correrían a toda pastilla”.