A pocos días de que empiece oficialmente la campaña electoral -aunque a nadie se le escapa que hace tiempo que los principales líderes prodigan su mensaje para captar electores-, los partidos se esfuerzan en colocar a sus líderes en la rampa de salida hacia la gobernabilidad de España.

Los guarismos demoscópicos alumbran que la batalla está servida. Los artífices de la moción de censura a Rajoy en una esquina, el tripartito andaluz en la otra. A tres semanas de que las urnas diriman cuál de los dos es el vencedor, dependiendo de qué encuesta se consulte, se vislumbra el seguimiento de la España de los decretos sociales o la nación del 155. Diálogo o mano firme, cesión al chantaje u orden necesario. Todo depende de quién lo mire.

Pedro Sánchez y Pablo Casado, antagónicos en el mensaje y fieros en su desdén mutuo, parten como claros favoritos para obtener la llave de la Moncloa. Sin embargo, Podemos dice salir a ganar, Ciudadanos trata de espantar los fantasmas que sacuden a la formación en los últimos días y Abascal reniega de los datos oficiales y deja en el aire tener la última palabra.

Si Cataluña monopoliza el argumentario de la derecha, sabedora de que gran parte de la sociedad desdeña la praxis independentista, la izquierda trata de abrir el debate a otros terrenos que se vuelven movedizos cuando entran populares, ultras y naranjas.

La llegada de la extrema derecha a la estructura de partidos, a la amalgama de colores elegible, ha provocado un auténtico cisma político. Debates que hasta ahora habían sido apartados, bien sea por quedar obsoletos o por pragmática electoral, vuelven a abrirse y a protagonizar los días previos al pistoletazo de salida electoral.

¿Derecho a la vida?

Si lo planteamos en términos genéricos, nadie en su sano juicio desecharía esta idea. Pero como todo, fuera de los blancos y negros que los partidos quieren mostrar, el tejido argumental se llena de grises. ¿Qué es el derecho a la vida? ¿Para qué hacen referencia las principales formaciones a este supuesto?

A pesar de que los equipos de campaña realizan fatigosos esfuerzos por marcar las líneas programáticas, la actualidad de los acontecimientos provoca que los dirigentes tengan que afrontar preguntas repentinas y hacer acopio de sus poliédricas capacidades oratorias para salir del paso sin dañar la imagen de las siglas a las que cada cual representa.

Aborto y eutanasia. Dos temas que han cobrado un protagonismo evidente y han provocado deslices convertidos en virales rápidamente. La izquierda parece sentirse más segura, mientras que la derecha trata de aguantar el chaparrón y mojarse lo menos posible.

Aborto: cosa de neandertales y del botellón

Pablo Casado fue el primero en recibir las críticas de sus rivales por lo deleznable de sus argumentos. Desde su poltrona particular y sin pensarlo en demasía, pidió a las mujeres que recapacitaran sobre “lo que llevan dentro”. Discurso paternalista y sin profundizar. Pero no se quedó ahí: “Si queremos garantizar las pensiones debemos pensar en cómo tener más hijos y no en cómo abortarlos”, alegó el líder popular en una comparación que le valió el toque de atención de Génova e, incluso, el aviso de integrantes de su propio partido.

Por si fuera poco, Suárez Illana, número dos en las listas por Madrid, anunciado como ‘fichaje estrella’ por la cúpula del partido, no tardó ni una semana en dar la razón a los analistas políticos que advirtieron de que era muy dado a incendiar la campaña con sus declaraciones. “Hay que ayudar a las mujeres que tienen que decidir si quieren ser madres de un niño vivo o muerto"Pero no se quedó ahí, el dirigente continuó con su retahíla de improperios: "Los neandertales también usaban el aborto. Esperaban a que naciera y entonces le cortaban la cabeza", dijo. 

Vox parece tenerlo tan claro como el PP, pero con una diferencia, ni toques de atención ni reparos: “Desde la sanidad pública, por norma general, se anima al aborto”, dijo este jueves Ángela Mulas, diputada de la formación en la Junta de Andalucía. Mensaje que viene a reforzar la opinión de Santiago Abascal, que no esconde que la interrupción del embarazo voluntaria le parece “cultura de la muerte”.

Además, esta última semana se ha podido leer en las páginas de Santiago Abascal. La España vertebrada (Planeta), escrito por Fernando Sánchez Dragó, cómo el líder de la extrema derecha se refería así al aborto: “Con el descrédito de los valores morales y modas como las del botellón o las quedadas, muchos embarazos son episódicos, casuales, caprichosos, y se producen fuera del ámbito de la pareja”.

Eutanasia: ¿muerte digna o instrumento de la izquierda para solucionar las pensiones?

Ángel Hernández, el hombre de 70 años que ayudó a suicidarse a su mujer, enferma de esclerosis múltiple, fue puesto en libertad sin fianza ni medidas cautelares. Ahora, todos los ojos están puestos en su situación y el debate sobre la eutanasia ha vuelto a copar la centralidad mediática. En este sentido, en las últimas horas se ha viralizado un vídeo que se grabó Pablo Casado durante las primarias del Partido Popular.

En el documento se puede ver a un Pablo Casado sonriente, asegurando que el PP está a favor de la vida y que había dejado la campaña para votar en contra de permitir la eutanasia: “Estamos a favor de la vida. No queremos que Pedro Sánchez haga lo que hizo Zapatero con el aborto”, espetó. Y como era de esperar, las redes no tardaron en reaccionar”.

Si damos un paso a la derecha, el mensaje se vuelve más aguerrido y contrario: “El proyecto de eutanasia” de Sánchez era la forma progre de resolver el problema de las pensiones; la nuestra es liquidar las autonomías, no a los ancianos”, dejaba por escrito Abascal en junio de 2018.

Ciudadanos, en cambio, se muestra cauto en palabras y pide no aventurarse en este sentido. Favorable a impulsar primero los cuidados paliativos, no rechaza apoyar una medida que garantice la muerte digna.