Tras años de inmovilismo hacia el asunto catalán, después de que ambas parte negaran el diálogo y cualquier mención a una posible reforma de la Constitución, el Gobierno de Mariano Rajoy se ha presentado este jueves con un movimiento sorpréndete: ahora, sí estaría dispuesto a sentarse a hablar y ver una posible reforma de la Constitución. Eso sí, siempre y cuando los independentistas dejen a un lado sus pretensiones, se olviden del referéndum y vuelvan a la legalidad.

A simple vista, parece que son muchas exigencias a cambio de una negociación, pero, si miramos con perspectiva y retrocedemos en el tiempo, descubriremos un gran cambio de postura. Hace no mucho tiempo Rajoy se encerraba en frases que mantenían que una reforma de la Carta Magna para hablar del territorio “no era una prioridad”, “no solucionaría nada” o que directamente era “un error”.

Hasta ha llegado a afirmar: "Yo y mi partido nos opondremos a cualquier reforma de la Constitución que incluya la autodeterminación”, siempre escudándose en el miedo a acabar liquidando la unidad de España.

El Partido Popular fue el que promovió una campaña por toda España contra el Estatut de Cataluña con mesas de recogidas de firmas y manifestaciones, pero ahora que quedan unas semanas para el referéndum del 1-O se ofrece a negociar una reforma constitucional.

Como no siempre fue así, repasemos cronológicamente algunas de las negativas de Rajoy.