Esta noche en el Palacio Vistalegre no hay estridencias innecesarias: el concierto de YUNGBLUD se sostiene por el compromiso del público y la intensidad justa de su música. Llego justo cuando el recinto empieza a llenarse; puertas abiertas, gente acomodándose. El reloj marca las 21:00 y el ambiente está cargado de expectación, pero no de histeria.
La cita es parte de su gira IDOLS World Tour, que anunció como la presentación en España de su último disco, Idols. YUNGBLUD -Dominic Harrison, de Doncaster- ha ido forjándose un estilo que mezcla rock alternativo, teatralidad y honestidad emocional.
Cuando arranca el concierto, Hello Heaven, Hello organiza el estallido inicial: la energía es inmediata, los primeros saltos, los primeros coros. No hay artificios que distraigan: luces sobrias, estructuras escenográficas limpias, músicos bien ensamblados. Entra con paso decidido, con poses excesivas y sin ningún tipo de timidez. Su voz se sostiene firme, incluso cuando ajusta sobre la marcha o baja el volumen para que el público complete la canción.
El desarrollo del show alterna momentos más agresivos con pausas de respiración. En canciones como Lovesick Lullaby el escenario se vuelve más íntimo: guitarras más suaves, menos ornamentación, y la sala permite que cada sílaba se oiga clara. En los tramos en que retoma la carga rockera -Lowlife, Fire, Zombie- el público recupera intensidad: los puños al aire, cánticos, cuerpos que vibran al ritmo de la música.
No hay exageraciones ni discursos largos. Habla poco, más que nada para agradecer. Su postura es la de alguien que sabe lo que hace, que no necesita elevarse a la grandilocuencia para mantener el control. El concierto termina pasadas las once y media con una última explosión de luces rojas y un agradecimiento rápido. El público se queda unos minutos más, aplaudiendo, esperando un bis que no llega. Pero el mejor epílogo de la noche está por suceder fuera del recinto.
Cuando el concierto concluye -aplausos prolongados, luces de escenario apagándose paulatinamente- no es solo abandono del escenario: unos minutos después, desde dentro del recinto, YUNGBLUD sale hasta la puerta principal del Palacio Vistalegre. Allí lo esperaba un grupo de fans que no quiso marcharse. Sale a despedirse: algunos le gritan el nombre, otros le ofrecen gestos -carteles, móviles, vinilos levantados-. Él responde con saludos, chapotea entre las manos extendidas, sonríe con gratitud. Es un gesto que reafirma lo vivido adentro.
@livenationes 🫶🏼 Gracias YUNGBLUD por la entrega y el tre-men-do show esta noche. ¡Te esperamos pronto! #YUNGBLUD #LiveNationEsp ♬ sonido original - Live Nation España
Al marcharme, pensando en lo que vi, sostengo que este concierto ha sido uno de esos shows que no se cuentan por momentos épicos exagerados, sino por coherencia dentro del caos, respeto a la música y sintonía con quien escucha. Es un espectáculo excesivo; es una presentación con nervio, con verdad, que deja satisfacción y alboroto. Y Madrid lo ha visto esta noche: YUNGBLUD ha venido, ha entregado, y ha salido a saludar a los suyos. Es un verdadero rockstar.
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