En su nueva obra Victoria Camps, una de las voces más lúcidas del pensamiento español, analiza en su nuevo ensayo, La sociedad de la desconfianza, cómo el individualismo extremo ha vaciado de contenido la idea de libertad y ha erosionado la confianza colectiva

Victoria Camps parte de una inquietud moral que atraviesa nuestro tiempo: ¿Qué sucede cuando perdemos la fe en lo común? En La sociedad de la desconfianza, la filósofa observa el malestar que late en nuestras democracias fatigadas y en unas vidas cada vez más fragmentadas. Sin dramatismos, pero con lucidez, Camps se detiene a pensar esa grieta y la pregunta que brota tras ella que no es otra que la de ¿cómo seguir adelante?

El libro describe un presente marcado por el individualismo, la precariedad y el desencanto, pero propone una salida, la de reconstruir un sentido compartido que nos devuelva la capacidad de confiar, de cooperar y de convivir. Un gesto de pensamiento y de compromiso que recuerda algo esencial como la libertad que para ser verdadera, necesita de los otros.

La filósofa y exsenadora independiente por el PSC, Victoria Camps, catedrática emérita de Filosofía Moral y Política en la Universidad Autónoma de Barcelona, regresa con La sociedad de la desconfianza publicada por Arpa Editores, un ensayo que examina el clima de desencanto político y social que domina nuestra época. Su diagnóstico es tajante: “hemos perdido la confianza en las instituciones, en los otros y en nosotros mismos”.

Camps sostiene que la desconfianza nace de una concepción egoísta de la libertad, promovida por el neoliberalismo, que ha convertido la independencia personal en un valor absoluto. “La libertad reducida al puro egoísmo no es libertad”, advierte.

El libro recorre temas como la bioética, la educación o la comunicación política. Con un estilo claro y directo, Camps denuncia el vaciamiento moral del debate público, dominado por el ruido, los bulos y la confrontación.

Incapacidad de la izquierda para ilusionar

la autora también apunta a los efectos políticos del desencanto entre los que destaca el auge de los populismos y la incapacidad de la izquierda para ofrecer proyectos ilusionantes. Frente a ello, reivindica la empatía y la responsabilidad moral como antídotos a la desconfianza generalizada.

Queremos comunidad, pero desarrollamos prácticas individualistas; exigimos transparencia, pero huimos del escrutinio, viene a resumir. En tiempos de exceso de información y falta de criterio, Camps propone volver a las preguntas éticas esenciales, esas que, aunque incómodas, aún pueden devolver sentido a la vida pública.

Camps y su compromiso político

Fue senadora por el Partit dels Socialistes de Catalunya entre 1993 y 1996, integrándose en la candidatura como independiente. Durante su etapa en la Cámara Alta presidió la Comisión de Estudio sobre los contenidos televisivos. Años más tarde, en las municipales de 2015, figuró simbólicamente al final de la lista socialista en Sant Cugat del Vallès, y repitió el gesto en las autonómicas catalanas de 2017, cerrando la candidatura del PSC por Barcelona.

En septiembre de 2012 se sumó al Llamamiento a una Cataluña Federalista y de Izquierdas, promovido ante la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas. De aquel manifiesto nacería, un año después, la asociación Federalistes d’Esquerres, creada para impulsar una reforma profunda del modelo territorial español: dejar atrás el Estado de las autonomías y avanzar hacia un auténtico Estado federal. Camps ocupó la vicepresidencia de esta organización, que se situó como contrapeso al auge del independentismo catalán.

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