Queremos creer en algo, pero es fácil que nos hagan creer lo que no es. Somos fáciles de engañar, porque nos engañamos a nosotros mismos. Habitamos una realidad en la que la virtualización de la relación con la misma se ha agudizado de modo extremo. En la obra anterior, Spider-man: homecoming (2017), de Jon Watts, Tony Stark (Robert Downey jr) le decía a Peter Parker/Spiderman (Tom Holland), Si no eres nadie cuando no llevas el traje, no mereces llevarlo. Peter Parker quería parecerse a Stark, por lo tanto anhelaba disponer de su imagen. Quería proyectar esa imagen específica, quería ser esa imagen. Peter se relacionaba con la realidad, a sus quince años, como si protagonizara una película. Porque, como señalaba su amigo Ned, no resulta atrayente ser uno mismo. Entre la aspiración a la excepcionalidad y la falta de autoestima se dirime el forcejeo que defina la relación con la realidad, que no deja de ser el de querer ser, y parecer, adulto, y aún ser un adolescente, un bosquejo en formación. En Spider-man: Lejos de casa (2019), también de Jon Watts, más que aspirar a ser adulto o ser y proyectar la imagen admirada se resiste a asumir la condición de protagonista escénico, de adulto, es decir, asumir las responsabilidades. Ni siquiera quiere contestar las llamadas de Nick Fury (Samuel L Jackson), porque supondrían la asunción de una misión, la responsabilidad de su éxito o fracaso. Peter rehuye ser lo que parecía aspirar a ser, lo que representaba Stark, porque siente que no puede ser lo que aspiraba a ser, estar a a su altura, por eso tan fácilmente encuentra su sustituto en quien denominan Mysterio (Jake Gyllenhaal), o delega en él, en otro, la facultad de sí ser lo que él siente que no puede ser. Peter no quiere intervenir en la realidad porque no cree que disponga de las necesarias cualidades o capacidades, por eso las proyecta en quien parece, y puede representar, la imagen que él admiraba. Alguien que sí siente que puede ser depositario de esa imagen excepcional porque dispone de la actitud y facultades, el dominio de la realidad necesario (representado en las gafas que Stark le legó a él). Peter no quiere hacerse visible porque no se siente merecedor (por incapacidad), como a la inversa, los hay capaces que no logran ser reconocidos por la marginalización a la que se ven abocados por quienes dominan el escenario de la notoriedad (apunte mordaz sobre nuestra sociedad: si dispones de cualidades intelectuales singulares más fácil que te veas relegado a la invisibilidad)

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Peter prefiere vivir en su pequeña parcela de realidad, por lo tanto se crea su particular paraíso virtual (su particular cápsula, aunque más bien sea una noria atascada), ese en el que su conflicto principal es el amoroso, la consecución de la chica que le gusta, MJ (Zendaya). No quiere hacerse visible, notorio, aunque en la escala que siente que le supera. Sí quisiera ser visible, notorio, para la chica de la que está enamorado. De nuevo, como en la anterior obra, el conflicto sentimental se torna en reflejo paralelo. En aquella, se asociaba la aspiración a que la chica de sus sueños aceptara ser su compañera de baile con la aspiración a ser un superheroe, ser alguien especial, capaz de todo, resolutivo, alguien que controla la realidad. En este caso, las vacilaciones e inseguridades que siente con respecto a expresar lo que siente por MJ con su inseguridad en cuanto a lograr actuar como ese superhéroe que esperan que sea. Acepta remiso los encargos de Nick Fury porque no cree que pueda ser la imagen que aspiraba a ser, alguien como Tony Stark. No cree, por tanto, que pueda proyectar esa misma imagen. Sería una falacia, una impostura, un engaño. En contraposición, sigue ocultando de modo público que es spiderman, sigue siendo una máscara. Pero también es una máscara aquella en la que quiere ocultarse, negarse el potencial de lo que puede ser, como refleja el hecho de que se oculte tras el traje negro, porque lo subordina a sus miedos e inseguridades, del mismo modo que tartamudea o se comporta de modo atolondrado con MJ.

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En el territorio sentimental te confrontas con el misterio, con lo difuso, las incógnitas sobre qué es lo que sentirá la persona que te gusta, si te corresponde del mismo modo. Incluso, uno mismo es una incógnita, porque no dejas de sorprenderte con cómo te puedes desenvolver tan torpemente, una y otra vez. Entre la planificación o el propósito y la acción o materialización puede haber un abismo. Al respecto, es sugerente el contrapunto de otras dos relaciones sentimentales en curso, que establecen personas cercanas a Peter, cuyo desarrollo, o ya el mismo hecho de que se creen esas conexiones, no deja de sorprenderle, o resultarle un misterio insoluble, como su misma evolución, de qué modo tan repentino puede variar la dinámica y convertirse en la opuesta, desaparecer ese arrobo y sentirse ya distantes, o cada uno aspirar a un tipo de distinta de dinámica de relación. Por eso, en la narración cobra tanta relevancia alguien al que llaman Mysterio (no es el nombre con el que él se presenta), que pertenece a una Tierra alternativa, lo que es decir a una narrativa alternativa (ese otro posible relato de vida cuando te niegas a ser lo que puedes ser por tus miedos o inseguridades), y también unas figuras que se llaman los Elementales (aire, agua, tierra y fuego). Al fin y al cabo, Peter se enfrenta a las desbordantes mareas de lo elemental, las emociones más básicas, la conexión con el otro y la realidad. Cuál es tu posición en el escenario social, en relación a los demás, que defina una relación de realidad específica, y cómo te comunicas con quien sientes una conexión excepcional para poder consolidar una relación estable. Si te engañas a ti mismo, porque quieres que la realidad sea según las gafas con las que quieres mirarla, serás fácilmente sugestionable, tu mirada fácilmente moldeable, porque tus inseguridades y miedos facilitan la llave de acceso. Te pueden hacer creer lo que no es porque no quieres o no te atreves a mirar la realidad como es sino como quisieras que fuera o como prefieres que no sea. Y propicias que la realidad sea un escenario dominado por los que proyectan la imagen que les resulta conveniente.