En su segundo largometraje, El viaje de Leslie, Marcos Nine ha creado una excelente película que a partir de la muerte del actores Leslie Howard al ser derribado su avión por bombarderos nazis, reescribe su vida a partir de todo tipo de material de archivo rompiendo completamente la separación entre documental y ficción.


El 1 de junio de 1943, el actor británico Leslie Howard tomaba el vuelo 777 de la línea aérea civil BOAC, con el nombre de “Ibis” en Lisboa, rumbo a Inglaterra. Desde mayo había estado en España, en teoría, para dar un discurso en el Instituto Británico de Madrid, pero otras teorías apuntan a la presencia de Howard en España con un objetivo: contactar con el régimen de Franco con el fin de que se mantuviera al margen de la Segunda Guerra Mundial en relación a la venta de material para armamento a italianos y alemanes. También que fue invitado por la actriz Conchita Montenegro, con quien había trabajado en Hollywood y con quien había mantenido una buena amistad desde entonces.



Durante el vuelo, a la altura de Cabo Ortegal en Galicia, en la costa de Cedeira, ocho aviones alemanes que habían despegado de Burdeos, derribaron el vuelo 777. Murieron los cuatro tripulantes y los catorce pasajeros, entre ellos Howard y algunos miembros diplomáticos británicos.


Marcos Nine parte del anterior suceso en El viaje de Leslie, su segundo largometraje, para (re)construir o (re)escribir la vida de Leslie Howard mediante un relato especulativo acerca de los motivos que pudieron llevarle a viaje a España en mayo de 1943. Pero, a su vez, para crear un relato sobre las diferentes identidades o caras del actor para, al final, entregar una película sobre la complejidad de la identidad de una persona.


Para ello, Nine parte de una estructura biográfica que narra la vida de Howard desde sus inicios en Inglaterra hasta su consolidación en Hollywood como actor, y como galán, para pasar, después, a ser una celebridad comprometida por la causa judía contra los nazis, regresando a su país para poner en marcha un dispositivo cinematográfico enfocado a la lucha bélica. Actor, creador, judío, político, quizá espía… diferentes caras de una misma persona que conviven y que se contraponen y complementan.



Nine toma imágenes de archivo para contextualizar la narración pero, sobre todo, y ahí reside una gran parte de la inteligencia, novedad e interés de El viaje de Leslie, toma imágenes de sus películas para utilizarlas como momentos de su vida. Es decir, recrea la vida de Howard mediante sus interpretaciones, como si de esta manera lograra que el actor estuviera interpretándose mediante, precisamente, los papeles a los que dio vida en pantalla. Pero lejos de tratarse de un simple armazón formal, la fórmula acaba resultando una narración dinámica, tan entretenida como reflexiva, porque al final queda un relato coherente y bien armado a la par que habla de la complejidad de una identidad y del propio dispositivo cinematográfico. De hecho, tras un breve prólogo, la película arranca como si de una antigua película clásica se tratara, emulación que no responde a un simple capricho cinéfilo sino más bien al intento de situarnos en un momento determinado y mostrar que aquello que Nine se pretende narrar, sea especulativo o no, quizá estuviera ya en esas imágenes; solo había que montarlas convenientemente para descubrirlo.


El cineasta propone una posible vida de Howard a partir de fragmentos de pasado, de momentos olvidados, del poder del cinematógrafo y su herencia visual. Y lo hace desde un planteamiento narrativo apasionante, muy entretenido, pero bajo el cual subyace una muy interesante reflexión, como decíamos, tanto del pasado y su reconstrucción mediante las imágenes que han quedado de él como sobre la identidad personal y sus múltiples caras. Y, al final, las posibles teorías sobre el derribo del vuelo 777 en el que viajaba Howard quedan casi como mera excusa de arranque de la película, porque termina interesando más el camino que nos marca Nine para llegar ahí que el destino final. Porque en su transcurso, pasamos incluso por diferentes géneros, siendo en su conjunto una película de intriga que persigue desvelar si Howard era o no el objetivo de los cazas alemanes, o si bien fue un error. Y como buena película de intriga, la investigación a través de esas imágenes acaba siendo más interesante que su resolución.


Porque El viaje de Leslie es, en definitiva, tanto el viaje del actor como el que nos propone el cineasta por su vida, por sus imágenes, por esos fragmentos del pasado olvidados que, una vez recuperados y reutilizados, reescriben la historia y dan como resultandos otras posibilidades para narrarla.