Eduardo Guerrero (Cádiz, 1983) brillará con luz propia este viernes en Osaka (Japón), donde será el bailaor estrella durante la celebración del Día de España en la Expo Universal 2025. No es la primera vez que este apasionado del flamenco visita el país nipón: con apenas 17 años, en su primera gira con la compañía de Aída Gómez. “Japón y yo tenemos una conexión muy especial, me encanta su cultura, su respeto, su gastronomía, me gusta tanto el jamón como el ramen y la verdad que me he vuelto muchas más veces”, nos cuenta en una entrevista.
No solo es un país increíble, también una fuente de inspiración para este coreógrafo y bailarín que se entrega en alma y cuerpo en cada representación. Hemos sido testigos de su magia en el Corral de la Morería, durante su última actuación unas horas antes de viajar al país asiático. Es difícil describir con palabras la emoción que transmitió con su arte, transportándonos a todos los presentes a otra dimensión, conectando silencios con un taconeo magistral, desplegando toda la fuerza y elegancia de sus movimientos y, sobre todo una mirada que hipnotiza.
El alma desnuda del artista
¿Dónde está Eduardo Guerrero en ese momento tan sublime? “En ese momento ni tu mismo eres capaz de reconocerte ni de recordar qué ocurre, no sé si es lo que llamamos duende”, nos explica. Todo ello implica un enorme compromiso: “La exigencia de lo que te va a ocurrir cada día no es algo que tú tengas preparado en tu mente, no sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo y todos los días los expones ante el público, eso te lleva a lugares muy emocionales, muy fuertes y potentes. Nosotros desnudamos nuestra alma, pero tampoco tenemos una armadura para protegernos. Al final lo que queremos es dar lo mejor que tenemos y no todas las noches podemos hacerlo”.
Eduardo Guerrero, interpretando 'Pulso libre'. (Foto: Lucrecia Díaz)
Para él bailar es una necesidad física: “Si no bailo, mi cuerpo no es feliz, siente dolores, baja a lugares que son feos y no comprende el día a día sin ponerme los zapatos”. Nunca olvidará sus primeros zapatos, los que le entregó su abuela con apenas seis años. “Debajo de su casa habían puesto una escuela de flamenco, que por casualidad que se llamaba Carmen Guerrero, pero no tiene nada que ver conmigo. Ese fin de semana decidí que quería ser bailaor y se lo dije a ella, que se quedó observándome como con una mirada algo especial. Al siguiente fin de semana, tenía mis primeras botitas. Me dijo: ‘Toma tus zapatos para bailar’. Fue algo maravilloso porque ella leyó en mi mirada que esa era mi vida y se lo agradeceré eternamente”, nos cuenta visiblemente emocionado.
‘Debajo de los pies’, el flamenco como viaje sensorial
Guerrero llevará a Osaka 'Debajo de los pies', un espectáculo inspirado en 'El jardín de las delicias', la magistral obra pictórica del Bosco. Se estrenó en el Festival de Jerez en 2021 y mezcla flamenco de raíz con lenguajes más contemporáneos. Lo acompañan en escena Julia Acosta y Clara Checa al baile, Benito Bernal a la guitarra, Manuel Soto al cante y Antonio Carmona a la batería. La propuesta cuenta con dirección escénica de Mateo Feijoo, música de Joselito Acedo y vestuario de Maura y Revuelta.
Eduardo Guerrero, durante la representación de 'Debajo de los pies' (Foto: José Enrique Fernández)
Uno de los momentos más involvidables de la carrera profesional de Guerrero, nos cuenta, es cuando tuvo el privilegio de poder bailar frente al tríptico del Bosco, invitado por el Museo del Prado, en la sala vacía. “Pude dialogar con esa pintura”, afirma, sin importarle nada más que esa conexión con esta obra maestra de la pintura renacentista sobre la creación del mundo, el paraíso terrenal y el infierno.
Eduardo Guerrero cree que 'Debajo de los pies' conecta muy bien con Japón: “Su estética y su filosofía me remiten al kabuki o al butoh. Estoy seguro de que los japoneses lo van a sentir muy dentro”.
Eduardo Guerrero y Corral de la Morería
Eduardo Guerrero considera el Corral de la Morería, como su segunda casa y, a pesar de tener otros proyectos, su cita con este mítico tablao es ineludible cada año. En este templo del flamenco debutaron entre otros Antonio Gades, Manuela Vargas, Paco de Lucía, Diego el Cigala, José Mercé, Antonio Canales, La Chunga, Manuela Vargas o Isabel Pantoja, además de Blanca del Rey, su propietaria, que bailó allí por primera vez cuando tenía 14 años. Además, es un espacio gastronómico singular, premiado con una estrella Michelin y tres Soles Repsol.
El primer contacto de Eduardo Guerrero con El Corral llegó de forma inesperada tras ganar en 2013 el Festival del Cante de las Minas, donde se alzó con el máximo galardón. Blanca del Rey, que formaba parte del jurado, lo invitó personalmente a su casa. “Para mí fue impactante. No conocía los códigos del tablao, venía del teatro, del espectáculo con luces, guión, dirección… y esto era otra cosa. Aquí uno se desnuda”, recuerda. En El Corral de la Morería no hay efectos que tapen ni escondan: “Bailas muy cerca del público. Es improvisación pura, escucha, conexión con el cante y la guitarra. No sabes lo que va a pasar hasta que empieza”.
Aunque hay un guion previo, cada espectáculo es único e irrepetible: "Es un diálogo que se hace entre compañeros, del que resulta una pieza construida para el momento. Vienes con una hoja en blanco y vuelves a escribirla cada noche".
Desde es primer contacto, Guerrero ha vuelto cada temporada y ya van seis, su nombre es fijo entre los amigos de este emblemático local: “Me ofrecieron hacer una temporada completa con un espectáculo creado especialmente para el Corral de la Morería. Me dieron la libertad de expresarme y eso marcó un antes y un después”.
Un año lleno de éxitos
La actuación en Osaka no es el único hito de su 2024. El próximo 31 de mayo estrenará 'Pulso libre' en la I Bienal de Flamenco de Madrid, un montaje introspectivo y radical que describe como “una lucha entre el instinto y el silencio, donde lo ancestral arde y se transforma”. También ha triunfado en el Festival de Jerez con 'El manto y su ojo', ha llenado el Teatro Real, colaborado con La Fura dels Baus y llevado su arte hasta Canadá.
Eduardo Guerrero viaje a Japón feliz y no puede evitar emocionarse al recordar a la persona que tuvo la culpa de todo esto, su abuela. "Gracias a ella puedo representar hoy a España y se me ponen los vellos de punta solo de pensarlo".