“Yo quiero mancharle la cara a la poesía, yo soy Ícaro y he venido a matar al padre”. Con esta consigna llega 'Una mujer en la garganta' (Planeta), el cuarto ‘poemario’ del cantautor Marwán Abu-Tahoun Recio (1979). Una obra ya disponible en las estanterías y que nos descubre una faceta aún desconocida del exitoso poeta.

Poesía en tiempos de pandemia, poesía apátrida en tiempos de trincheras, poesía para sus haters, poesía que le canta al amor en un mundo cada vez más insensible. En definitiva, poesía a contracorriente en un libro que llega tras tres años sin publicar y que el propio Marwán define como “el más rebelde, tanto en su manera de subrayar el frenesí amoroso y la locura del poeta como en la búsqueda de no encajar en ningún molde, ni siquiera en los suyos propios”.

Pregunta (P): Un disco (El viejo boxeador) y ahora un libro desde que explotó esta pandemia. Es evidente que el coronavirus tiene una parte de inspiración. De hecho, le dedicas un poema (COVID-19). ¿Cómo es hacer poesía en mitad de una pandemia?

Respuesta (R): Yo creo que es como siempre. Lo bueno de la poesía es que siempre aporta un poco de alivio. Entonces de una situación un poco triste, que de repente escribas una pieza sobre la COVID-19 y te quede una pieza que tú consideras bonita, aunque solo sea por eso ya ha merecido la pena la poesía. La poesía sirve para acompañar a la gente y para explicarnos cosas que la ciencia no alcanza y que de otro modo no alcanzamos. Toda poesía que nos acompañe y nos muestre cosas en momentos de incertidumbre o ciertos asideros, pues bienvenida sea.

P: ¿Cuántos versos se han quedado sin salir a luz por culpa del toque de queda o los cierres perimetrales?

R: Precisamente lo bueno de eso es que hay muchos versos que han salido más a la luz porque al estar encerrados he tenido más tiempo para leer y para escribir. Esa es la pura verdad del confinamiento. Hemos perdido la influencia de fuera, y es verdad que para escribir hay que vivir cosas. A Sabina le quitas la noche y tendría muchas menos canciones. Esto nos pasa a todos. Estamos ávidos de emociones y de cosas, pero yo me he refugiado en los libros y he leído mucho más. A mí los libros me inspiran mucho, para escribir poesía más que canciones. En ese sentido, como el disco ya lo tenía terminado antes del confinamiento pues me volqué en el libro y me ayudó mucho.

P: Dices que el amor es la única palabra capaz de devolvernos el tiempo pasado. ¿Cómo definirías el desamor entonces?

R: El desamor es lo que nos quita el tiempo presente, porque estás tan ocupado lamentando ese desamor y estás tan apegado a tu bienestar y lamentando tanto ese estado actual que se te va el presente en esos lamentos.

P: Incluso para un hater de sus haters como tú, este libro tiene líneas durísimas contra tus críticos. De hecho, subrayas que la obra es una autorreivindicación poética. ¿Tienes la sensación de que constantemente tienes que estar reivindicándote?

R: Les doy un poco de caña. Me apetecía expresarme. Yo no creo que el poeta tenga que estar reivindicándose, el poeta tiene que hacer lo que le apetezca y en mi caso, sobre todo lo que intento hacer es emocionar. Pero si en algún momento me apetece soltar algunos mandobles poéticos, pues los suelto y ya está. Porque en el fondo yo me quiero expresar y crear emociones, y creo que este tipo de poemas también crean emociones.

P: En todo este fenómeno de los haters, ¿qué papel crees que han jugado y siguen jugando las redes sociales?

R: Han jugado el papel buenísimo de exponer a lo bestia nuestro éxito, porque lo cierto es que nos han catapultado a mí, a Elvira Sastre y a otros cuantos a un lugar de mucha visibilidad, nos ha hecho vender muchísimos libros y nos ha dado mucha audiencia. Y a la vez, cuando uno brilla, aunque solo sea por sus cifras, es normal que la gente se revuelva un poco. La gente por la calle no te dice cosas.

P: “Supongo que soy poeta porque donde otros ven una herida yo solo estoy observando el próximo poema” escribes.

R: Lo cierto es que todos los creadores artísticos nos agarramos a cualquier cabito suelto de la realidad para tirar fuerte y extraer de ahí petróleo.

P: La mayoría de los grandes escritores de la historia, por no decir todos, han sido personas que han sufrido mucho y que gracias a esa infelicidad han conseguido tener éxito. ¿Puede una persona feliz ser un buen escritor?

R: Sí, totalmente. Se pueden escribir de muchas cosas felices. Hay grandísimas novelas que son tristes y que a lo mejor los han escrito personas felices. Es verdad que la tristeza es más fotogénica. Yo tengo un dicho que me invente que es: cuando uno está feliz vive, y cuando está triste escribe, porque en el fondo cuando uno está feliz no le pide explicaciones a la vida, está fluyendo en la vida. Pero cuando está bloqueado o triste o desamparado, escribir no deja de ser una manera de buscar un refugio, de agarrar a la vida por las solapas y zarandearla pidiendo una explicación. Es normal que surjan más preguntas y más búsqueda de respuestas en forma de poema o de canción cuando uno está jodido.

P: También es más fácil identificar con un poema triste que con uno alegre, ¿no?

R: También nos refugiamos en eso. Yo creo que el arte es un conector al final. Es un medio de comunicación para conectar dos corazones. El arte no es un cuadro donde tú me miras, el arte es un espejo donde tú te miras. Entonces ese espejo es donde estoy yo y estás tú, y ahí nos veamos reflejados, y creo que cuando uno está triste necesita más de ese reflejo para sentirse reconfortado o para que otro te explique lo que estás sintiendo, porque tampoco venimos con una educación sentimental y hay artistas que nos han dado nuestra educación sentimental. Sabina, Serrat, Aute y Silvio Rodríguez forman una parte indispensable de mi educación sentimental y emocional. Me han explicado muchas de mis emociones. Por eso me pongo también a componer, porque con 18 años descubro a los Ismael Serrano, Jorge Drexler, Pedro Guerra y digo joder es que esta gente cuenta lo que yo siento. Por eso me pongo a crear, porque me surge esa necesidad de explicar cosas que buscaba en ellos y que ahora quiero encontrar en mi propia escritura.

P: ¿Qué es para Marwán tener éxito?

R: El éxito todo depende de si lo vemos como éxito material o el concepto occidental de éxito, de convertirte en una estrella y tener poder, fama, dinero, audiencia y popularidad. Eso se puede considerar éxito, pero a mí me gusta resignificarlo de otro modo, porque conozco mucha gente con pasta y mucha gente famosa que se sienten desgraciados pero no disfrutan de la vida, no fluyen. Para mí fluir con la vida es lo más importante. No estar pegándote contigo, no estar pegándote con el universo, sino en ir en el río de la vida y que vayan transcurriendo cosas bonitas. Entonces yo he resignificado el concepto de éxito como el grado de satisfacción que uno experimenta en su vida a la par que es considerado con uno mismo, con el otro y con la naturaleza. Porque se puede experimentar mucha satisfacción siendo un hijo de puta. Si tú logras tener satisfacción en tu vida teniendo relaciones pacíficas y amorosas para con uno mismo, con el otro y con el universo, joder si eso no es éxito no es nada.

P: ¿Y se puede tener esa tranquilidad mental sin tener un mínimo cubierto?

R: Creo que es muy difícil. Yo te digo esto y parezco un libro de autoayuda y también es fruto de muchas reflexiones. Y estoy totalmente de acuerdo que los libros de autoayuda te venden esto, que son buenas recetas, pero tienes que tener cubierta la parcela de la supervivencia. En el momento en el que alguien está luchando por su supervivencia, no tiene energías para dedicarse a filosofar. Primero vivir y luego filosofar. Yo creo que antes de poder tener un crecimiento espiritual, tienen que estar cubiertas ciertas áreas básicas. Es totalmente importante, porque toda la literatura de autoayuda y psicología obvia esto y creo que no hay que obviarlo, porque si no está cubierto esto es muy difícil que uno pueda trabajarse psicológicamente porque está en otra lucha.

Antes de poder tener un crecimiento espiritual, tienen que estar cubiertas ciertas áreas básicas

P: Me quiero detener un momento en un poema que me ha llamado especialmente la atención: Veo saltar por los aires. Un poema en el que te posicionas claramente en contra del puritanismo y de la superioridad moral y reivindicas una poesía más de calle, más de corazón y menos de mente. Sin embargo, en las últimos tiempos una de las grandes críticas a los nuevos poetas (los llamados poetas de Instagram) es la banalización de sus versos. Todo el mundo hemos escuchado lo de que ser poeta es escribir tres palabras y darle mucho al enter. ¿Cómo hacer para que esa poesía de corazón no acabe derivando en una poesía banal?

R: Ese poema me encanta, es de los mejores que he escrito. Es que seguramente haya acabado derivando en una poesía más banal y creo que todo poeta debe permitirse tener versos buenos y versos malos. Hay un libro que se llama Los 100 mejores peores poemas de la historia. No te voy a nombrar quién está entre los poetas, pero son muchos de los mejores escritores que conocemos. Muchos de mis poetas favoritas he leído versos suyos que me parecen infumables. Todo el mundo tiene cosas malas, todo el mundo tiene intentos y a veces de repente una cosas de amor así que sea bonita para tu pareja y te sale algo cursi, pues yo también creo que hay que permitírselo. Incluso si abusas de eso pues qué más da. La cosa es por qué les molesta. Evidentemente yo soy el primero que si se banaliza la cultura que me jode y creo que hay que luchar contra eso. Y a la vez hay que convivir con ello, y pienso que muchas de las críticas que reciben, no solo los poetas, sino muchos escritores superventas, vienen dadas porque la gente no encuentra su lugar. Yo no conozco a ningún escritor que haya encontrado su lugar que se pase el tiempo disparando a los libros de otro. Y ojo, que tienen todo el derecho a criticarme a mí y a todo el mundo. Mola el derecho a ofender, pero no mola el derecho a ofender gratuitamente.

P: ¿Sobre qué temas te es más difícil escribir?

R: En la poesía en general puedo hablar de todo. En las canciones sí me limito un poco más, porque en el formato canción de repente ponerte a hablar de una enfermedad puede sonar un poco raro. Creo que la poesía es un marco idóneo para hablar sobre lo que quieras.

P: ¿Tienes alguna línea roja?

R: No, la única línea roja que puedo haber establecido en mi vida es si iba a contar algún problema familiar y que pensaba que podía herir a alguna persona, digo ¿el mundo va a ser un lugar peor si no cuento esto o el mundo se puede perder este poema?

P: Desde hace unos años cada vez son más los artistas que alzan la voz alertando sobre la pérdida de libertad de expresión en España. Una demanda que se ha identificado tras la encarcelación de Pablo Hasel. El propio Pablo Iglesias ha llegado a decir que en España no hay normalidad democrática. ¿Cree que la libertad de expresión está en entredicho?

R: Está bastante amenazada. En el momento que hay una ley mordaza, creo que no derogar la ley mordaza es una aberración. Me parece súper heavy que existe una ley que proteja a los poderosos y a los políticos.

P: Cambiado de tema, el libro está lleno de loas a Madrid. Le llegas a dedicar un poema entero (La ciudad interminable) en el que escribes que Madrid siempre tiene los brazos abiertos y que aquí cabemos todos, entre otras cosas. Unas líneas que te las hubiera firmado la mismísima Isabel Díaz Ayuso, que en más de ocasiones ha realizado declaraciones similares. ¿Qué opina de la presidenta madrileña?

R: Si te lo digo llenamos una enciclopedia. La verdad es que es una persona que me parece que está al servicio del neoliberalismo y no al servicio de los ciudadanos.

[Ayuso] está al servicio del neoliberalismo y no al servicio de los ciudadanos

P: Un Madrid que este 4 de mayo se juegue su futuro. ¿Cómo ves las elecciones?

R: No lo sé la verdad, no sabría decirte. Ojalá gané la izquierda, eso es lo que me gustaría, pero no sé lo que va a suceder porque las encuestas dicen unas cosas y luego pasan otras. No tengo ni idea.

P: Centrémonos en Vox. Nunca has ocultado tu animadversión hacia el mensaje de la extrema derecha, llegando incluso a calificarles como cáncer de esta sociedad, aunque ello te haya generado más haters. ¿Qué ha ocurrido en España para que un partido como Vox, con ese mensaje de odio contra todo lo diferente, sea ahora mismo la tercera fuerza política del país?

R: Han ocurrido muchas cosas. Lo primero es que hubo un subidón de una izquierda más combativa, más sociales, que no extrema izquierda, porque que llamen extrema izquierda a Podemos es una risa. Y normalmente toda acción tiene una reacción. Y ha habido una serie de movimientos de los poderes facticos para favorecer determinados partidos. Primero quisieron crear un Podemos de derechas y salió Ciudadanos, y luego apareció Vox y encontró su hueco. También por el desencanto de los políticos, de la gente, por la ignorancia, por muchos motivos y porque se les ha puesto un altavoz muy alto en los medios.

P: ¿Hay algún político actual que le guste?

R: Sí, hay unos cuantos. A mí me encanta Pablo Iglesias, a pesar de que puede tener sus equivocaciones, y me encanta también Iñigo Errejón. Pero ahora mismo mi favorita es Yolanda Díaz. A mí me encantan los políticos de izquierdas que son inteligentes, que son politólogos, que saben, que entienden, que hablar bien y que plantean muchas cosas. Luego no sé qué capacidad tienen para gestionar cuando lleguen al poder, porque creo que los políticos pueden prometer mucho, no hablo de ellos, hablo de todos, pero nadie ha gobernado nunca y gobernar de repente en un país gigante o en ciudades con millones de habitantes debe ser muy difícil.

P: Como hijo de un refugiado, qué se le viene a la cabeza cada que Abascal y compañía criminaliza a los refugiados y los trata de terroristas.

R: ¿Qué quieres que piense? En realidad no les doy mucha importancia, porque sé qué es lo que van a decir y ya no me sorprende. Prefiero no darles un rato de poder sobre mi atención.

P: ¿Se puede combatir a la extrema derecha ignorándoles, aunque muchas veces haya que tragar?

R: Por supuesto. Aunque es verdad que una vez leí a Carlos Bardem decir que al fascismo hay que combatirle, y también lo pienso. No soy filósofo, soy un ciudadano cualquiera y no sé qué es lo mejor, pero no me sorprendo de las burradas que van a decir. Sé que forma parte de un plan para crispar y creo que muchas veces dicen cosas que seguramente ni piensen.

P: Le quiero preguntar sobre el racismo. Hace unas semanas Podemos anunciaba el fichaje de Serigne Mbayé de cara a las elecciones madrileñas. Inmediatamente después de la noticia, los comentarios racistas no tardaban en salir. El PP acusaba a Podemos de estar siempre con la ilegalidad, y Vox amenaza a Mbaye con deportarle, pese a que este tiene la nacionalidad desde hace años. ¿Es España un país racista?

R: Hay una parte que lo es y una parte que no lo es. Lo que pasa es que hay gente que se quitado la careta y no tiene problemas en mostrar su racismo. Hay gente que es racista y siempre lo ha sido, y mucha gente que no lo es. Creo que decir que España es racista es mucho asegurar, creo que España es un país que hay racismo, pero también infinita gente que no lo es.

P: ¿Qué papel crees que ha jugado Vox en este repunte de episodios racistas?

R: No solo el partido, han sido los medios lo que han legitimado que se transmitan determinados mensajes y que el odio circule en los medios. Si te soy sincero no me gusta hablar de Vox porque siento que es una forma de darles poder y prefiero hablar de cosas más bonitas.

Los medios han legitimado que se transmitan determinados mensajes y que el odio circule

P: Hablemos de temas más bonitos. Poco a poco parece que ya empezamos a ver la luz al final del túnel y que el mundo de la cultura empieza a volver a funcionar. ¿Durante este año y pico, se han sentido protegidos por el Gobierno?

R: Yo creo que en general, no este Gobierno, sino todos, han desprotegido mucho la cultura. Mientras no exista un estatuto del artista, ningún gobierno se ha portado bien con los artistas. Es una industria de la que viven cientos de miles o millones de personas en España y no hay un estatuto del artista como en todos los países de alrededor. Y además la cultura se utiliza mucho en político como arma arrojadiza, se utiliza a veces como un orgullo patrio en algunos aspectos, pero luego la realidad es que las administraciones no apoyan la cultura. Entonces sí, nos sentimos abandonados y maltratados.

P: Y en concreto, ¿cómo valora la gestión del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribe?

R: A veces veo que se reúne con gente y tal, pero no veo resultados. Me parece una persona accesible, yo he tenido la oportunidad de hablar con él y me trató con cariño y le vi con ganas de dialogar. Pero mientras eso no se plasme, será papel mojado. Necesitamos que fructifique. Es que es importantísimo, son nuestros derechos. No puede ser que haya millones de personas en un país que solo tengan deberes y no derechos. Es súper fuerte.

P: Por último, tú en el libro comparas al nacionalismo con plantas estranguladores que van creciendo sobre otros árboles hasta asfixiarlos. ¿Qué significa para Marwán ser patriota?

R: En general nunca me han interesado mucho ni las patrias ni los nacionalismos porque siempre las hemos utilizado mucho para tener una sensación de orgullo de por encima de otros, para distinguirnos por encima de otros. Si el pertenecer a unas fronteras te da una cierta identidad por compartir unas costumbres que forman parte de tu educación sentimental, pues es normal, pero que eso te haga creer que eres mejor que el que está detrás de esa línea ya me parece que es un error gigante. Sobre todo porque no vamos a lograr el objetivo que necesitamos los seres humanos, que es comprender que todos somos lo mismo. Mientras las creencias y las ideologías nos tengan atrapados, mientras los nacionalismos y los patriotismos nos tengan atrapados y nos hagan sentir exclusivos y nos hagan sentir mejores que, no va a haber entendimiento. Por supuesto que hay ideologías mejores que otras, aquellas que abogan por la igualdad y que atienden por todos siempre me van a parecer mejores, pero lo cierto es que en el mundo de las ideas nos perdemos los hombres y olvidamos quiénes somos y lo que debemos hacer.