'Los pájaros prisioneros solo comen alpiste' (LP5 Editora) es el título de la última novela del invitado a nuestro diálogo. Nacido en Barinas, Venezuela, se asume contrario a la trama realista que impera en buena parte de la literatura actual, resultado lógico cuando su influencia artística es diversa. Su obra, como la vida misma, es la suma de un mundo que no tiene el orden argumental que nos enseñan.

Edgar Borges: - ¿Los pájaros prisioneros solo comen alpiste es la historia de un colapso?
Miguel Antonio Guevara: - Sin duda. Incluso me provocaste la siguiente idea: ¿acaso hay alguna historia que no lo sea? Piglia decía que toda narración es una investigación o viaje. Me gustaría pensar que nuestro tiempo de colapso civilizatorio inaugura una nueva dimensión o elemento: toda historia de nuestro tiempo tiene algún tinte apocalíptico. No es que todas las historias sean iguales, sino que cada escritor y escritora es de algún modo el cronista de su propio derrumbe. En el caso de Los pájaros prisioneros solo comen alpiste (LP5 Editora) quiero contar esa historia a partir de diversas voces y situaciones. Más que la narración del colapso me interesa la voz de los personajes que lo viven. Esa experiencia de incertidumbre ante la pérdida. Registrar la cascada de imágenes y palabras que rezuman del interior de estos sujetos rotos, desorientados. En mi novela intento plasmar su vivencia del derrumbamiento.

 E.B: -Es una novela que aglutina diversas formas. Lo fragmentario pareciera un dibujo de todas las voces que irrumpen en la historia. ¿Es este tipo de novela una representación de este siglo?
M.A.G: - No me mueve la ambición de representación epocal. Lo que me interesa es captar la esencia de esa voz o voces como le llamas, tratar de emular nuestra cultura del zapping, del timeline, del atosigamiento de imágenes que vivimos en la pantalla organizada algorítmicamente, esa suerte de fuego cruzado de narrativas en que se ha convertido la realidad, concentrándome, por supuesto, en los personajes y sus situaciones existenciales. Lo fragmentario puede ser una categoría limitante porque nos lleva a pensar que en algún momento hubo unidad; creo que el mundo siempre ha sido un collage, un mosaico, y nosotros, ansiosos y ansiosas de sentido, encontramos estructuras, respuestas, patrones, lógicas ante cualquier pareidolia o celaje que nos acecha. En la novela dejo constancia de una inquietud, un boceto, como creo que es toda obra creativa; el lector termina de completar el rompecabezas en el acto de concertación de sentidos que resulta la lectura.

E.B: -Sin embargo, haces literatura fragmentaria en un país donde se cultiva quizá en exceso una narrativa realista, ¿cómo te ubicas en ese contexto?
M.A.G.: - Ese problema que pareciera de forma y contenido está tensionado por cierto provincianismo que todavía sufre la literatura hecha en mi país. También por el desconocimiento de nuestra propia literatura. Algunos de los que considero los mejores narradores venezolanos contemporáneos, no han cultivado necesariamente el realismo; te pongo el ejemplo de un Ednodio Quintero o José Balza. También hay un resabio positivista, una literatura que parece fundada por hombres y mujeres de acción que tienen como objetivo implantar épicas generacionales. Contar la historia política por otras vías. Ese no es mi interés, creo que la realidad está sobrevalorada y esa misma sobrevaloración nos ha llevado a estar intoxicados de realidad. ¿Qué es una fake news, acaso no es una intoxicación de lo real como artificio, la constatación de que la realidad también es un relato contado desde un lugar de enunciación con ciertos intereses? Me gusta pensar que lo mío hubiese sido diseñar videojuegos, escribir guiones para series o películas, porque si te digo que mi influencia ha sido meramente literaria te estaría mintiendo. Tal vez lo único que tengo claro es que quiero contar historias y la manera en que lo he hecho es con la escritura porque me parece la herramienta más inmediata, la más económica, solo necesito papel y lápiz para narrar.

E.B: - ¿Qué comen los pájaros libres?
M.A.G: - Muy buena pregunta, querido Edgar. Creo que los pájaros libres en su pleno ejercicio de la libertad comen lo que encuentran, lo que la vida les va ofreciendo. Son recolectores, paseantes, flâneurs. No solo se enfrentan a la bondad de lo dado sino también a la naturaleza despojada y cruel y mucho más; los pájaros libres, especialmente, sobrevuelan al mundo en su complejidad y no hay ninguna jaula maniquea que les limite, prefieren vivir la vida como un permanente acto creativo y en ese sentido, como decía Violeta Parra: “la creación es un pájaro sin plan de vuelo que jamás volará en línea recta”.

E.B: - ¿Qué imagina un escritor cuando vive dentro de una realidad circular?
M.A.G: - Pienso en el oficio como una forma de resignificar aquellos principios e imposiciones que nos ha endosado la sociedad, ese exceso de realidad que te comentaba. La literatura, es, en ese sentido, el lugar en donde tenemos la oportunidad de sentar a la realidad en el banquillo de los acusados y, de esa manera, destrabar cualquier patrón que tenga por objetivo limitar nuestra existencia. Por eso te decía que la realidad en tanto construcción humana está sobrevalorada, y aunque la naturaleza o la vida misma –fuera de la visión antropocéntrica– sea un todo viviente, complejo y sistémico, escapa a cualquier circularidad o malinterpretación nietzscheana; la realidad real, si se me permite esta especulación, para los entes humanos, siempre es distinta e inédita y solo la imaginación es la que devela ese principio, la imaginación y la creatividad. 

E.B: - ¿Qué son tus “Postales distópicas”?
M.A.G: - Es una columna que llevo en la revista Mentekupa. Allí apunto mis intuiciones y de alguna manera encuentro al escritor con su (de)formación sociológica, filosófica y literaria, pero, sobre todo, al Miguel Antonio lector.

E.B: -En este 2020, aparte de Los pájaros, también publicas un libro de poesía titulado Mudable, antología transitoria (2009-2019). ¿Qué encontrará el lector en esta propuesta?
M.A.G: - Mudable, antología transitoria 2009-2019 (Ediciones Madriguera) es una antología que reúne todos mis libros de poesía publicados durante los últimos 10 años, con un prólogo del poeta César Seco y, además, algunos textos críticos sobre mi obra que han aparecido a lo largo de este tiempo. Te confieso que, curiosamente, comencé narrando; mis primeros textos fueron relatos largos o intentos de novelas, sin embargo, el trabajo que ha tenido mayor destino editorial ha sido mi poesía, tal vez por las características propias del campo literario en mi país. Mi interés con este trabajo es hacer una especie de cierre de ciclo con la escritura poética, que ha sido mi escuela particular de escritura, para concentrarme en uno de mis principales intereses que es la expresión a través de la novela como dispositivo literario. El tema recurrente en Mudable es, al igual que mi narrativa, la incertidumbre del sujeto; la diferencia está en que la principal herramienta para expresarlo es la imagen o el interés de aprehenderla y la dificultad que eso significa.

E.B: -Si en la narrativa no te conformas con contar historias lineales, ¿qué inconformidad mueve tu poesía?
M.A.G: - Si los poetas están de acuerdo en algo es que la forma en que opera la poesía es difícil de definir, no es casualidad que todavía haya libros que ensayen el porqué de su naturaleza. Sin embargo, el tema que te he comentado (la incertidumbre) es el que atraviesa constantemente estos textos. La inconformidad tal vez reside en la consciencia de la imagen poética como una dimensión inaprensible. Es por ello que cada libro comporta un ejercicio de registrar el asombro del sujeto ante la vida y la imagen. No sería, como es en mi narrativa, la incertidumbre ante el derrumbe, sino la incertidumbre otra, que es el asombro ante la vida.

E.B: -Ficción, lenguaje, caos. Dime algo de cada uno de estos puntos.
M.A.G: - La ficción es la forma en que se expresa el verdadero reino de lo humano: la imaginación. El lenguaje o los lenguajes: la voz y las voces que nos habitan. El caos: la estructura de lo dado, la forma en que se organiza la vida.