El director de informativos de la Sexta, César G. Antón (Madrid, 1976), debuta como novelista con '83 segundos' (Minotauro), una historia de ciencia ficción sobre saltos en el tiempo. Su protagonista, un redactor de informativos de un canal de televisión, descubre de repente que tiene el don de viajar hacia atrás en el tiempo. Nos vemos con él justo antes de su primera firma de libros, en la Feria del Libro de Madrid, emocionado, ilusionado y expectante ante su estreno con los lectores. Nos descubre que en realidad esta novela no se gestó para publicarse sino para su disfrute personal y el de sus amigos. "Para mí escribir es liberador, se ha convertido en algo terapéutico", nos confiesa. 

'83 segundos'  nos traslada a dos etapas distintas, el año 2000 y 1984. "Me apetecía viajar a un momento feliz, en el que hubiera cierta inocencia, para mi generación que no quiere decir que lo sea para todas, para mí. El año 2000 era un año en el que todavía no teníamos una dependencia salvaje del móvil, el móvil solamente era para enviar SMS abreviados, jugar un poco al snake, no habían caído las Torres Gemelas todavía, no había estallado la crisis de 2008...", nos explica.

Cuando se estaba documentando para ambientar los acontecimientos del momento, quedó impactado al descubrir el verano más negro de ETA, con 20 atentados y 9 asesinatos. "No es un libro sobre ETA, ni sobre atentados, no tiene nada que ver con eso, pero al construir el escenario del libro, me encontré con todo esto, no era algo pensado y me impactó", asegura. Y añade: "Es lamentable que ahora se recuerde el terrorismo de una manera tan estúpida y absurda, metiéndolo en la campaña electoral. Si viajas en el tiempo, das ese salto y te acuerdas de lo que fue, te da más vergüenza ajena todavía".

"No es un libro de moraleja, ni lo pretende, sí hay un punto de asume tus acciones, tira p'alante, vive feliz con lo que has hecho y no te chines mucho"

PREGUNTA.- ¿Qué representan los viajes en el tiempo para ti?

RESPUESTA.- La idea de esta novela estaba en mi cabeza desde muy jovencito, pero me hicieron jefe muy pronto y he estado metido en crear otro tipo de cosas y hacer tele. Hasta ahora no había podido rematarla. Desde niño me han obsesionado los viajes en el tiempo, de ahí que haya leído muchos libros y visto muchas películas sobre ello, siempre con un ojo diferente al ojo del espectador. Las veía con el ojo del director de cine o del novelista, pensando en cómo habían construido la paradoja. Porque el truco de los viajes en el tiempo es que partes de una premisa fantástica o de ciencia ficción, pero luego, una vez que la tienes, todo lo demás tiene que ser coherente. Hay mil modelos, con druidas, portales temporales, conjuros... Es muy curioso porque en la novela voy recogiendo todos los libros que hay sobre el tema a través del protagonista, que, tras viajar en el tiempo por puro azar, de una forma arbitraria, intenta investigar y lee estos libros, que van apareciendo dentro de la trama. 

Mi gran reto ha sido evitar que el lector se sintiera defraudado al entrar en mi mundo y, para ello, todo tiene que cuadrar y funcionar. Esto ha supuesto grandes debates, esquemas, dibujos, líneas en casa y tardes con amigos para que se hiciera comprensible y funcionara, evitando la paradoja Terminator o la paradoja del abuelo.

P.- Te veo muy puesto en este tipo de cosas

R.- La primera película está basada en un error, Skynet manda un robot para matar a la madre del futuro jefe rebelde y éste envía a su compañero para protegerla y acaba convirtiéndose en el padre del niño. El bucle falla porque no puede ser el padre si viene del futuro, no puede empezar por el final. Para mí este libro es más bien nostálgico, un libro para revisitar los años felices del 2000, cuando teníamos 35 y nuestra adolescencia del 85. Toda esa trama de los viajes en el tiempo tiene que ser coherente, bien estructurada, con lógica, no puede defraudar y el lector deber ir viéndola involucrándose en ella, preguntándose qué haría y qué decisión tomaría si estuviera en el lugar del protagonista.

"Si te encelas en cambiar cosas, igual no estás disfrutando de lo que realmente tienes que disfrutar"

P.- ¿Qué harías tú si pudieras volver atrás en tu vida, si pudieras viajar en el tiempo?

R.- No lo sé. Aunque sea desvelar un poco la filosofía de la novela, esta te enseña que puedes revisitar tu pasado, intentar revivirlo, aprender mucho de él e incluso descubrir cosas nuevas, pero descubres que es muy difícil cambiarlo. Es un poco determinista en ese sentido. Es decir, si te encelas en cambiar cosas, igual no estás disfrutando de lo que realmente tienes que disfrutar, que es tirar para adelante y asumir las decisiones que has tomado. El libro tiene esa ansiedad por ir hacia atrás para poder cambiar cosas y el protagonista que no es tan fácil. Todo pasa por algo y modificarlo tiene sus consecuencias. Aunque no es un libro de moraleja, ni lo pretende, sí hay un punto de 'asume tus acciones, tira p'alante, vive feliz con lo que has hecho y no te chines mucho'.

"Todo lo que pasa está perfectamente documentado"

P.- Los acontecimientos son protagonistas de tu novela y también de tu profesión. Replanteando la pregunta anterior, ¿qué hechos del pasado te gustaría volver a vivir?

P.- Me he obsesionado mucho con que todas las cosas que ocurrían en la trama fueran reales. Si yo saco a unos personajes de un incendio en la Joy Eslava, tenía que mirar que esa noche los termómetros marcaban 3º en Madrid y que hacía mucho frío. Sale también un accidente, del que no doy ahora detalles para no desvelar la trama, y para documentarlo me he ido al Ministerio de Transporte para consultar el informe judicial del mismo. Es decir, todo lo que pasa está perfectamente documentado. Solo hay pequeñas trampas que se cuentan al final de la novela. Por ejemplo, la reina Letizia que sale informando de un atentado de ETA en el Telediario matinal, en realidad lo hizo en Informe Semanal por la tarde, pero necesitaba que fuera a la hora del desayuno, y en la escena se la describe tal y como iba vestida y peinada ese día. 

 Cuando tomé la decisión de a dónde viajar, desde la perspectiva de un tipo que está en informativos todo el día contando desgracias, me apetecía viajar a un momento feliz, en el que hubiera cierta inocencia, para mi generación que no quiere decir que lo sea para todas, para mí. El año 2000 era un año en el que todavía no teníamos una dependencia salvaje del móvil, el móvil solamente era para enviar SMS abreviados, jugar un poco al snake, no habían caído las Torres Gemelas todavía, no había estallado la crisis de 2008... Había un punto de inocencia y felicidad con el inicio del nuevo siglo, sobre todo para los que en esa época teníamos entre 25 y 35 años. El segundo destino fue viajar a 1985, que también fue otro año feliz, con la Transición ya en marcha, España empieza a tirar, aunque todavía hay muchas desigualdades... Lo elegí para vivir un poco la adolescencia y otro momento feliz. Soy un tío que está todo el día contando cosas de política y desgracias, y voy a estos dos sitios porque me apetece.

P.- Sin embargo, el año 2000, especialmente el verano, fue un año terrible con una ofensiva terrorista de ETA terrible.

R.- Está en el libro. Hay una frase maravillosa de Eguiguren, el gran negociador de ETA, que le dice a Jordi Évole en un programa 'Salvados', que ETA es como la nieve, que un día está en todos los sitios, está sentado en un en un parque, todo está blanco y a la mañana siguiente de repente, desaparece. Durante la preparación del libro, para viajar a ese año 2000, fui a la hemeroteca para repasar las portadas de los periódicos y me quedé acojonado. Fui consciente de la cantidad de días en que nos encontrábamos con atentados de ETA y pasó a formar parte de la trama, de una forma muy tangencial, como un marco de las cosas que pasaban. Me impactó especialmente un atentado porque no me acordaba, el de Manuel Indiano, un concejal del PP en Zumárraga, al que pegaron 14 tiros. Tenía una tienda de chuches y su mujer, una empleada de limpieza del ayuntamiento, estaba embarazada. Descubrí que había renunciado a tener escolta porque molestaba a los clientes de su tienda. La mujer tuvo una niña que, 20 años después, colgó un post en Facebook diciendo 'Nadie se acuerda ya'. He querido hacer un homenaje a esta chica, que no sé quién es, para que al menos tenga una mínima presencia.

No es un libro sobre ETA, ni sobre atentados, no tiene nada que ver con eso, pero al construir el escenario del libro, me encontré con todo esto, no era algo pensado y me impactó. Yo he vivido mucho ETA, como periodista y vengo de casa de periodistas, mi padre ha mirado debajo del coche. Es lamentable que ahora se recuerde el terrorismo de una manera tan estúpida y absurda, metiéndolo en la campaña electoral. Si viajas en el tiempo, das ese salto y te acuerdas de lo que fue, te da más vergüenza ajena todavía.

"No escribo bien, me corrijo muy bien. Siempre digo que soy un gran corrector de mí mismo"

P.- ¿Cuánto tiempo te ha costado construir esta historia?

R.- Un año y medio. Me parece muchísimo. Tengo la sensación de que he hecho tres libros. Hice una primera versión que era una mierda, una segunda versión que con algunos consejos de gente que sabe, especialmente de una persona que cito en el libro, de Paula, y una tercera versión ya capítulo a capítulo, ladrillo a ladrillo que la fuimos haciendo. No es un libro que esté escrito, está reescrito. No escribo bien, me corrijo muy bien. Siempre digo que soy un gran corrector de mí mismo. No tenía un método cuando empecé, luego he aprendido un montón y me he leído 30 manuales para saber cómo hacerlo. He descubierto que lo había hecho todo mal. 

P.- ¿Te ves repitiendo la experiencia?

R.- Ahora estoy haciendo otra con una amiga, que está casi acabada. Pero es un salto totalmente distinto. Es una novela de fantasía, dragones, distopía, medievo, otro rollo completamente distinto. 

P.- ¿Por qué esa necesidad de escribir?

R.- Por placer absoluto. Seguramente no sea la forma más ortodoxa de seguir una carrera, pero tampoco lo pretendo.

"El fútbol es mi yoga y escribir mi terapia"

P.- ¿De dónde sacas tiempo para compaginar tu trabajo con la escritura?

R.- No juego al golf, ni tengo un barco... Para mí es terapia.  Me gusta ir a restaurantes buenos, jugar al fútbol y escribir. Voy a seguir haciéndolo seguro, publicar no tengo ni idea de si seguirá interesando a alguien, pero tengo claro que yo no dejaré de escribir. El fútbol es mi yoga y escribir mi terapia.