Dave Eggers es uno de los autores contemporáneos más eficaces para mostrarnos las distintas caras de este tiempo. La naturalidad con la que, de una novela a otra, cambia de género, de ubicación geográfica o de época, constituye uno de sus puntos fuertes. Del viaje de iniciación por las carreteras y los paisajes norteamericanos (Una historia asombrosa, conmovedora y genial) a las derivas imaginativas de un niño en un universo poblado por criaturas a simple vista espeluznantes (Los monstruos), pasando por la supervivencia en el entorno arrasado por el huracán Katrina (Zeitoun) o las inquietudes del ejecutivo afrontando el quiebre de la economía mundial (Un holograma para el rey), cada historia de Dave Eggers está ejecutada con competencia, exhaustiva documentación y una sintonía adecuada a los tiempos que corren.

 

El Círculo (Mondadori, traducción de Javier Calvo) fue publicada en Estados Unidos en 2013 y, por decirlo de alguna manera, partía de una distopía digital: un futuro no muy lejano en el que el influjo de las redes sociales está a punto de exterminar cualquier veta de privacidad. Leída ahora, en 2017, podemos comprobar que algunas de las posibilidades que exploraba el autor ya son una realidad o están a punto de serlo. La novela arranca con el momento en que una joven, Mae Holland, entra a trabajar en una empresa conocida como El Círculo, firma en la que se intuye la influencia de Facebook o Instagram, y cuyos creadores están decididos a lograr un mundo donde todo sea transparente, donde no haya secretos, donde se anule la privacidad, con cámaras colocadas por los propios usuarios en cualquier punto que imaginemos, algo así como una mezcla de 1984 y El show de Truman. Desde el momento en que Mae acepta las condiciones del contrato, tendrá que moverse por un entorno en el que sus superiores cazarán cada mentirijilla que les cuele, cada secreto que les oculte, cada pequeña parcela vital que intente sacar de lo público para que sólo sea privada. El Círculo, la firma, funciona como una secta donde se pretende que los trabajadores sean una familia en la que nada permanezca velado. Y para ello inventan el TruYou:

 

Así pues, lo que hizo él fue ponerlo todo, todas las necesidades y herramientas de todos los usuarios, en un solo recipiente, y así es como inventó TruYou: una sola cuenta, una sola identidad, una sola contraseña y un solo sistema de pago por persona. Se acabaron las demás contraseñas y las identidades múltiples. Tus aparatos sabían quién eras, y tu única identidad –el TruYou, el "yo verdadero", imposible de deformar o enmascarar– era la persona que pagaba, se inscribía, respondía, hacía de espectador y reseñaba, veía y era vista.

 

Esta semana se estrena la película basada en el libro, con Emma Watson y Tom Hanks en los papeles principales y con James Pondsoldt (responsable de notables rarezas como The Spectacular Now y The End of the Tour) en la dirección. Esperemos que esté a la altura de la magnífica y muy recomendable historia urdida por Eggers.