Nacida en Lisboa, Carminho creció rodeada del fado, un arte que respira las emociones más profundas de la cultura portuguesa. Desde su debut en 2009 con el álbum Fado, ha cautivado a críticos y audiencias globales con su voz desgarradora y auténtica, conectando el fado tradicional con influencias modernas. A lo largo de su trayectoria, ha lanzado cinco álbumes, colaborando con artistas de renombre como Caetano Veloso, Marisa Monte y Pablo Alborán, con quien se convirtió en la primera artista portuguesa en alcanzar el número 1 en las listas musicales españolas gracias al tema Perdóname.

Su trabajo ha recibido importantes reconocimientos, entre ellos el Premio Carlos Paredes por su álbum Alma (2012) y el Globo de Oro a la mejor intérprete por su disco Carminho Canta Tom Jobim (2016), donde rinde homenaje al legendario compositor brasileño. Su más reciente álbum, Portuguesa (2023), reafirma su conexión con las raíces del fado, proyectando esta tradición musical hacia el futuro. Acaba de lanzar el EP Carminho at Electrical Audio y conversa con ElPlural.com en un perfecto portuñol sobre la música de su tierra.

P: ¿Cómo le explicarías a alguien que no sabe de música portuguesa qué es un fado?

R: Es un sonido con ciertas similitudes con el flamenco u otras músicas de los puertos, como tangos, boleros o el blues americano. El fado es una música del alma que tiene instrumentos acústicos y que vive mucho de la improvisación y la poesía. El fado es comunidad, un género popular que junta a la gente en las casas de fado, algo similar a los tablaos. El fado es un instrumento de pensamiento, discurso y expresión. El fado no es un fin, es un ejercicio de memoria y un instrumento plástico. Es conversación, hacer composiciones modernas pero, al mismo tiempo, tradicionales. Es un estilo de comunidad y comunión.

P: ¿El fadista nace?

R: Mi madre es cantante y, podría decirse, que empecé a practicar en su barriga. No sé qué aprendí primero, si cantar o hablar portugués. Mis primeros gritos como bebé ya eran un poco fadistas. Siempre estuve bajo esa atmósfera ya que mis padres tenían una casa de fados en Lisboa. A los 12 años ya había conocido artistas de la talla de Amália Rodrigues y su hermana Celeste.

P: ¿Hay fundamentalismo dentro del fado?

R: No tengo la pretensión de cambiar el fado, y el término 'innovación' no me gusta ya que tiene implícita una intención de cambio. Un género no cambia por una persona. Cambia junto a una comunidad, entendiendo e incorporando de manera orgánica nuevas texturas e influencias. Al mismo tiempo, todas las experiencias son válidas y materia prima para explorar. Siento la incomodidad en la intención que se tiene para hacer las cosas. Yo soy revolucionaria en mi vida, pero no quiero imponer a los demás lo que hago. Solo quiero ser libre para serlo.

P: La música de raíz, de la calle, tiene una capacidad inherente para mezclarse con otros géneros. El flamenco es un claro ejemplo de ello. No sé si el fado tiene también esa capacidad.

R: Lo veo más difícil. El flamenco tiene una célula rítmica muy fuerte y provoca que pueda fluir por diferentes uniones. Por el contrario, el fado es conducido por la voz, la poesía y la palabra. Es muy bonito ver cómo el fado inspira a otros géneros musicales; sin embargo, no es un fenómeno inmediato.

P: ¿Qué tienen las ciudades portuarias?

R: Las despedidas y las pérdidas. Buenas y malas noticias. También llegan influencias del extranjero. De los marginales, ya que el puerto es por donde se quedan aquellos que no pueden entrar a la ciudad. Allí nace un grito artístico y de ruptura.

P: ¿Hay política en el fado?

R: El fado siempre ha sido muy revolucionario y ha ido creciendo con la sociedad. Pero el fado nunca se ha dejado manipular. El fado es libre.

P: ¿Cómo ha influido la relación cultural con Brasil y la figura del emigrante portugués?

R: Hay muchas conexiones culturales entre ambos países. No solo por la nostalgia del que añora su tierra, sino porque la música iba y venía. Cuando los portugueses fueron a Brasil en el siglo XVI llevaron su música. Después, volvió influenciada por los ritmos de los esclavos afrodescendientes y se nota su herencia. Escuchas canciones de Cabo Verde o Brasil y ves muchas similitudes.

P: ¿Se puede expresar felicidad a través del fado?

R: Quizás la mayor belleza del fado esté en la tristeza, pero también hay alegría.

P: Acabas de lanzar Carminho at Electrical Audio.

R: Cuando estaba de gira por el álbum Portuguesa, exploré en el género y quise componer fados más tradicionales. Durante nuestro paso por Estados Unidos, pedí un concierto en Chicago, ya que quería tener la oportunidad de trabajar junto a Steve Albini. Es una leyenda y ha producido a grupos como Nirvana o The Pixies. Está ligado al punk y al grunge, que son músicas que me encantan. Veo también el lado punk del fado. Es una metáfora que tiene que ver con la improvisación. Necesitaba esta experiencia y no pensaba en resultados. Salió todo muy bien. Empezamos con Deixei a minha casa, después Não olhes para os meus olhos y Gota de água. Todo fluía muy bien y al final hicimos Os Argonautas con Caetano Veloso. El EP es el resultado de un día de estudio. Es un encuentro, un sueño y una búsqueda. Cuando lo escuchas puedes sentir las miradas y las sonrisas. Es ilusorio, pero todo eso está ahí.

P: Te veremos en España, me imagino.

R: Voy a estar en el Auditori de Barcelona el próximo 24 de octubre y el 26 de diciembre en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe de Madrid. Disfruto mucho cantando para el público español. En 2011 hice un dueto con Pablo Alborán y tras eso, siempre fui muy bien recibida en todos los sitios en los que he actuado. También canto algunas cosas en español porque me encanta el idioma. En el futuro me gustaría aprender algo de catalán.

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