Los Domingos, de Alauda Ruíz de Azúa ha cerciorado que el debate sobre la espiritualidad está más vivo que nunca en la cultura nacional. El arte, cada vez más, se remite a dios, y deja trazos de debate en los consumidores. Eso mismo ocurre en el filme de la vasca, conocida por piezas tan remarcables como Cinco lobitos o Querer, cuyo peso recae en la historia de una devota joven de 17 años que aspira a convertirse en monja de clausura. 

A lo largo del "discernimiento" de Ainara, la música juega un papel fundamental, presente tanto en el coro al que la chica pertenece, como en los cánticos de las betinas, las monjas a las que tan ligada se siente. De entre todos los leitmotiv que se destacan en la película, uno de los más relevantes es la versión angelical de Into my arms, una canción del rockero Nick Cave y cuya composición está estrechamente relacionada con la temática del largometraje de Ruíz de Azúa. 

Y es que el australiano ya en 1997 se cuestionaba la difusa línea entre el amor divino y el terrenal, algo parecido a lo que ha propuesto Rosalía en Lux y entre lo que se debate Ainara antes de entregarse a dios. En Into my arms, Cave venía de protagonizar dos rupturas amorosas especialmente dolorosas. La primera de ellas, el divorcio de su mujer Vivianne Carneiro, con quien estuvo seis años casado y tuvo un hijo que falleció un año antes de componer la canción a consecuencia de las drogas. 

La segunda fue su separación de Polly Jean "PJ" Harvey tras un breve e intenso romance lleno de terceras persona y pasajes tortuosos. Me sorprendió tanto que casi se me cae la jeringuilla al suelo", dijo Cave en una entrevista sobre el momento en el que Polly le llamó para dejarle. 

Un amor divino

Fueron los momentos más sórdidos de la vida del australiano los que le llevaron a mitificar cierta parte de la fe en Into my arms, en la que confiesa que no cree en "un dios intervencionista", pero sí tiene fe "en el amor", como energía vertebradora y calibrante del mundo. Las referencias sacras no dejan de aparecer, como en el momento en el que Cave ruega que "el viaje sea brillante y puro", a medio camino entre un romance sano y terrenal y la devoción divina. 

El propio rockero confesó que la canción que forma parte de la banda sonora de la película española fue escrita "en circunstancias muy difíciles" a raíz de la adicción del cantante a las drogas, además de haber sido compuesta, curiosamente, un domingo. "Había escrito unas cuantas canciones parecidas, pero esa la escribí cuando llevaba tres días en una clínica de desintoxicación. Solo te permitían salir de la clínica si era para ir a la iglesia, y aquel día había ido a la iglesia; era domingo, regresé y me sentía muy mal. Me senté y escribí eso muy deprisa; y no tenía nada para tocarla, tenía la melodía en la cabeza. Así que, aun cuando esa estancia concreta en una clínica no surtiera efecto, al menos saqué de allí una buena canción", dijo.  

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