Cuando Andrés Suárez (1983, Ferrol) se preguntaba que sería Madrid sin nosotros dos en No saben de ti, a buen seguro no se esperaba que cinco años después una pandemia mundial no solo le daría la respuesta a esa interrogante, sino que arrasaría el planeta Tierra acumulando a día de hoy más de 633.000 muertos y más de 15, 5 millones de contagios en todo el mundo.

Sin embargo, ni una crisis sanitaria de proporciones bíblicas ha conseguido que la música deje de sonar. Tampoco lo ha hecho el cantautor gallego, que el pasado 19 de junio, 48 horas antes de que se levantara en España el estado de alarma, sacaba a la luz Andrés Suárez, un disco [su octavo álbum] homónimo compuesto de 10 temas y que nos descubre al Andrés Suárez más íntimo.

Ahora, en plenas vacaciones y en medio de los primeros rebrotes de coronavirus que ya han provocado que algunas regiones vuelvan a confinarse, el gallego ha vuelto a los escenarios, rodeado de unas medidas de higiene extremas. Unas condiciones que desgraciadamente no se dan en todos los lugares. “Por favor, no nos hagamos daño. Todos somos uno […] Por favor, sentido común y responsabilidad”, escribe en su cuenta de Instagram en un vídeo en el que se echa las manos a la cabeza ante las aglomeraciones de gente que ha visto en las calles durante sus primeros conciertos.

“¿Cómo cojones me explican a mí que estén cargándose la cultura de los conciertos y haya en cada ciudad que voy de gira unos botellones de miles de personas? Así es como estoy, estoy en estado de shock. Acabo de llegar de cuatro bolos y no puede ser tío, no puede ser. Lo estamos haciendo tan de puta madre, las medidas que hay en los conciertos… y si ves las imágenes que yo estaba viendo, pero en todos lado eh, la peña que había en determinados locales, parque y tal… Yo es que no me lo podía creer”, denuncia rápidamente el gallego desde la otra línea del teléfono a ElPlural.com. “Se dice el pecado y no el pecador. Entonces yo te diré que estuve en dos ciudades de las últimas cuatro sin poder dormir de la fiesta que había en la calle”, añade.

“Yo tocando en una plaza de toros donde caben 14.000 personas, y toqué para 300. Cinco metros de seguridad, no dos metros. Yo no vi tanto alcohol para lavarse las manos en mi vida, 12 o 13 personas controlando los metros, controlando las distancias, que te pongas la mascarilla y los baños con un olor a lejía y una higiene…, y al salir, en la acera de enfrente, 1000 personas sin mascarilla borrachas. ¿Qué vamos a hacer con esto? Es muy grave”, señala Suárez.

Pregunta (P). ¿Es más fácil para las autoridades pedir responsabilidad al sector de la cultura y cerrar teatros y salas de música que hacerlo con los negocios del ocio nocturno?  

Respuesta (R). Ahí voy. Yo vengo con tres personas: Marino Saiz (músico), Nacho Montero (mánager) y Vicente Cano (técnico de sonido). Gente que estuvo meses sin ingresar dinero. Entonces hay peña que te dice es que como ya habéis vuelto... Yo tengo a 13 profesionales en la casilla de salida. Yo tengo un técnico que es padre y es abuelo y está esperando a meter un euro a casa, está esperando a que sea otoño para supuestamente volver al 100% y poder volver a salir. ¡Qué cojones al 100% en otoño con escenas tan radicales con un botellón enfrente de un parque, un botellón de gritos, ruidos, vasos y cristales, que yo tengo que pensar que las Fuerzas del Estado ya no pueden más porque estarán así las playas, y las tal. Y no pude dormir de la fiesta que había y yo tocando para 200 personas separadas entre cinco metros. ¿Por qué se está cargando la cultura? Es lo que no puedo entender, porque para mí es no lo primero, porque lo primero son los ángeles que nos han salvado la vida, la gente que se ha muerto en el camino, los médicos, los enfermeros, los celadores, los reponedores de alimentos, Fuerzas de Seguridad del Estado... Claro que sí, eso son los ángeles. Ahora, ¿qué haces sin las 3 marías de la Educación en un confinamiento? ¿Qué haces sin música? ¿Qué haces sin plástica? ¿Qué haces sin Educación Física? Te vuelves loco, perdemos la cabeza y el cuerpo. De repente vienen los políticos y te dicen ‘gracias, Cultura’, y van y cierran la Cultura. ¡Váyanse ustedes a la mierda! En ningún concierto ha habido algún repunte. Se vio el otro día en no sé qué discoteca que metieron a 800 personas y hay más de 100 positivos, pocos me parecen [ocurrió en Córdoba en la noche del 10 al 11 de julio y acumula según los últimos datos facilitados por la Junta de Andalucía un total de 101 contagios, lo que supone el mayor brote de toda Andalucía].

 ¿Entonces qué pasa, nos confinan a todos porque había 800 personas en una discoteca sin mascarilla, abrazándose, besándose, yéndose al baño juntos…? No me jodas. Hay un montón de profesionales que estamos esperando para salir. Yo soy un afortunado, pero no sé si vamos a seguir tocando en estas condiciones, viendo como hay tanto riesgo fuera de la calle y nosotros haciéndolo tan extremadamente bien. Que quede claro, subrayado y en negrita: las medidas que yo he visto en un concierto mío no lo he visto en ningún recinto, local, evento, terraza, sala, bar. Yo llegué a Vigo y a las 8 de la mañana vi que estaba mi técnico de sonido con un equipo que parecía CSI que se encargó de desinfectar y echar lejía a cada cable que ves en un concierto, a cada bombilla, al piano, al escenario, a los soportes de micro, a las sillas, a las mesas. Esto es brutal, esto es lo que hay que hacer. Me vas a perdonar que cuestione que haya determinados locales que se haga lo mismo. No puede ser que nos estén cerrando y a compañeros míos de hostelería que ven esto y se les cae las lágrimas. No es justo.

P: Visto el panorama que nos ha tocado vivir, ¿afrontas los conciertos con más responsabilidad que antes?

R: Yo lo afronto con más amor, con más ganas. El otro día toqué dos horas porque no me dejaron tocar más, porque hay que acabar a una hora por la nueva normalidad. Yo qué me voy a quejar si se puede tocar, si este año no íbamos a trabajar. Y de repente nos brindan el regalo de poder trabajar. Si me tengo que poner una mascarilla para poder cantar, me la pongo. Y si tengo que tener a la gente a 15 metros, la tengo, pero vuelvo al ruedo, vuelvo a trabajar. Evidentemente la realidad es otra, claro, igual que para ver a tus abuelos. Es que en los conciertos hay que llevar mascarilla, ¿y a la farmacia no? A todos lados. La gente que te dice ‘no yo cuando nos la quiten…’ ¿Cómo nos la quiten? Está salvando mi vida y la tuya. La mascarilla la tenemos que tener hasta nuevo aviso, vete a saber cuándo caralho es. A lo mejor es el año que viene.

P: ¿Qué valoración haces del papel de los políticos durante esta pandemia?

R: La gente está hasta los huevos del mal rollo de la política, de los gritos, de la pelea de instituto de Twitter, tú ves el Congreso, que hoy estuve 45 minutos escuchándolo. Grave error. De la extrema izquierda a la extrema derecha no solamente que dimitan todos, es que se pongan a pedir perdón en una fila por el numerito que nos están y nos han brindado durante la pandemia. Yo no perdí ni a mi padre, ni a mi madre, ni a mi hijo durante la pandemia, pero me imagino a una persona que lo haya hecho y vea a estos… Yo entendía que era un programa de sobremesa, una suerte de Telecinco. Un programa de esos que se insultaban a título personal, se ponían muecas, se reía el uno del otro, se mofaba el uno del otro… Tenemos 40.000 muertos, tío.

P: Como decías anteriormente, la música, al igual que los libros, las series o las películas, han servido a muchas personas para hacer más llevadero el confinamiento.

R: Gracias a la música dicen los políticos. Váyanse ustedes al carajo, no la ponga de última en la educación en todo tipo y de autonomía y de región de su país, que es más importante de lo que piensan. Necesitábamos esto, yo terminé un concierto el otro día y acabamos abrazados y llorando y diciendo por fin. Necesitábamos soltarlo todo. Trato de que durante dos horas se olviden de la puta política y del covid porque hay gente que ha sufrido mucho. Yo no le puedo fallar a esa gente. Tengo que subirme a un escenario y esto no es un drama. Hostia, ya tuvimos mucho drama. Esto tiene que ser no te digo una fiesta, porque como cantautor precisamente una fiesta no soy, pero joder, vamos a reunirnos, vamos a escucharnos. Y la gente lo vive como nunca, le dan con el pie en el suelo que dices esto sí que es una discoteca.

P: Tú pasaste todo el confinamiento en Torrelodones, mientras tu madre, enfermera, batallaba a 700 kilómetros contra la mayor crisis sanitaria de nuestras vidas. ¿Cómo se lleva eso?

R: Yo ahora veo los debates, sigo cometiendo este error, y veo que todo el mundo es astronauta, todo el mundo es científico, todo el mundo es epidemiólogo. Yo es que debo ser gilipollas. Todo el mundo es un sabio. Yo creía que esto era una olita que venía a lo lejos, no que iba a ser un tsunami que iba a arrasar con el planeta tierra. Los primeros días yo vivía enganchado, estaba 15 horas en mi casa porque me pilló solo y estaba con la tele, el periódico, la prensa y diciendo ‘espérate, ¿qué está pasando aquí?'. Cuando empiezas a ver las UCIs, las UVIs, los pasillos de los hospitales… yo no sabía si mi madre se iba a morir, esos eran mis ataque de pánico, de ansiedad, de nerviosismo. Entonces, de repente, yo la llamaba y le decía que por favor tuviera precaución y lo que me contestó es que me fuese a la mierda. Es decir, lo que me contestó es que iba a trabajar el doble, que iba a ayudar más, con más de 60 años. Me dijo ‘vete a la mierda, ahora es el momento’. Y saber que esa persona, que lleva 40 años defendiendo la sanidad pública, está ayudando, a lo mejor envuelta en plásticos, porque nadie estaba preparado para una pandemia mundial, no tenías respiradores, no teníamos EPIS… y ahí estuvo. Y cuando terminaba de currar en su hospital, se iba a otro a echar una mano. Eso para mí es mi patria, no el Parlamento.

P: Teniendo una madre enfermera que ha visto y vivido en primera persona toda la crueldad de esta pandemia, ¿qué opinión te generan esas personas que aseguran que todo esto es un invento de las altas esferas para conseguir más poder? ¿Y esas personas que dicen no usar las mascarillas porque les agobian?

R: Esa gente no es egoísta. El egoísmo es el que se vio que su patria es su dinero, su patria era la cerveza, el terraceo y el yo tengo que salir porque me tengo que airear, otros que no me aguanto en casa… A día de hoy, con 40.000 muertos, cuando dices que esto es un invento, que esto no existe, que la mascarilla no te la pones porque te agobia y es cuento todo, te ríes de los sanitarios y de nuestros muertos. ¿Yo como calificó a esas personas? Es una minoría, pero es una minoría tan deleznable, tan mala, tan peligrosa. Esta gente que sale a la calle diciendo que esto no es verdad, por qué no se lo dice a los sanitarios que estuvieron 72 horas trabajando con la misma mascarilla. ¿Por qué no se lo dices a esa gente que ha perdido a su hijo, a sus padres o sus abuelos? Pero si eres capaz de que te dé igual y que prime una macrofiesta, yo prefiero no decirte públicamente lo que opino de esa gente que es el comienzo de nuestro final.

P: Durante las primeras semanas de confinamiento se empezó a popularizar el lema de que íbamos a salir de todo esto siendo mejores. ¿Hemos salido mejores?

R: No. Yo lo pensaba. No me arrepiento porque uno tiene que aprender de los errores y lo que me falta por equivocarme. Pero me encantó de todo de todo lo que leí una entrevista a mi admirada Ana Belén que decía que el que era bueno antes del confinamiento, sale bueno, y el que era un hijo de puta sale un hijo de puta. Yo tenía ese pensamiento, yo pensaba que Podemos y Vox se iban a abrazar. Fíjate si soy iluso o tonto que pensaba que se iban a abrazar y decir, señores, qué hay que hacer para ayudar a nuestro pueblo. Cómo matamos al puto bicho. Luego al terminar, cuando lo consigamos, nos seguimos odiando, pero ahora mismo qué hay que hacer. No había otra salida. Pues aquí tienes la realidad. La gente, en su estado de mayor nerviosismo, unos se dedicaron a ayudar al que le faltaba un kilo de garbanzos para comer, y otros se dedicaron a cuidar sus cuentas corrientes.

P: Sacas un disco nuevo dos días antes de que se levante el estado de alarma. Tu vuelta a los escenarios coincide con los primeros rebrotes del país. ¿Se puede uno hacer planes a medio/largo plazo con el coronavirus todavía muy vivo?  

R: En vista de lo que vi, no sé qué decirte, no quiero ser pesimista, quiero ser realista. Yo necesito pensar que mis técnicos, mis 13 profesionales, van a salir en otoño como estaba esperado. Yo sigo trabajando pero no sé cuál es mi futuro inmediato. Yo no sé si en otoño nos vamos a confinar otra vez. Si no hemos aprendido que no somos nada, que un virus ha aplastado el planeta Tierra, ¿quién te dice que no puede existir el Covid-20, el Covid-21 y el Covid-22? Entonces yo voy lavándome las manos cada cinco minutos que ya no tengo ni huellas digitales, y voy duchándome cuando puedo y voy con mascarilla todo el día. Eso no es vivir con pánico eh, no es una oda al pánico. Lo que hago es tener precaución. Mucha precaución, toda. Yo no sé si vamos a seguir dando conciertos, si alguien nos va a echar una mano si no se dan los conciertos. Tiene que haber un respaldo para la gente del mundo de la Cultura, que es una gran mayoría, que aún no pudo abrir sus garitos. Joder, Galileo Galilei, el templo de la música de Madrid de hace cuarenta años, está cerrado a día de hoy. Tengo que ser positivo, es mi deber y quiero pensar que a pesar de esa gente mala, va a salir bien y vamos a ir adelante, porque es no puedo salir a un escenario pensando que nos vamos a la mierda, porque entonces nos vamos a la mierda.

P: ¿Qué mensaje le lanzarías a toda esa gente que duda en acudir a un concierto tuyo por el miedo a contagiarse?

R: Yo les respeto profundamente sobre todo por ser hijo de una sanitaria que sabe de primera línea de gente que ha salido de esto y quedado muy tocada. ¿Qué hay gente que no viene a un concierto mío por miedo? Todos mis respetos. ¿Qué he visto imágenes de gente que dice que no va a un concierto por miedo y luego se va a una discoteca? También, y te da un montón de pena y piensas que no es necesario que me digas que no vienes a un concierto y luego estés en un lugar donde no llevas mascarilla y estás pasando chupitos con tus colegas. A mí me da pena porque yo quisiera invitar a la vida, de algún modo, a la gente que no ha vuelto a salir de casa, que es un tema muy grave y casi nadie habla de ellos. Aislarte de la vida y quedarte en tu castillo, se puede convertir en mazmorra, en un lugar oscuro donde el virus y el miedo se apoderen de ti. Quedarte aislado para siempre es cuando entonces te ha vencido el virus de verdad.