El acuerdo de los países en la cumbre del clima de París no es fácil, los menos desarrollados exigen a los más desarrollados más esfuerzos para reducir sus emisiones, pero los desarrollados quieren igualdad y algunos no quieren oír hablar de acuerdos vinculantes, y si no se obliga todo es papel mojado.

El nuevo acuerdo sobre el clima debe ser concreto y recoger estos principios básicos:

  1. Reconocer el principio de equidad:
    Todos los países deben actuar contra el cambio climático pero en proporción a las distintas responsabilidades y capacidades.

  2. Aumentar los objetivos:tomar medidas para lograr que el 25% del consumo mundial energético proceda de fuentes renovables para 2020 y un 100% para 2050.

  3. Financiación hacia un nuevo modelo energético:favorecer la financiación pública y privada para garantizar la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables y la eficiencia energética.

  4. La adaptación y mecanismo de pérdidas y daños:Los países menos desarrollados, aun siendo los menos responsables, son los más vulnerables al CC. Es necesario garantizar la transferencia de recursos para adaptarse a los impactos que ya están sufriendo.

  5. Fondo Verde del Clima:Garantizar compromisos para alcanzar, como mínimo, 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.

  6. Acciones específicas en bosques y agricultura:Para reducir el nivel de emisiones garantizando los derechos de las comunidades locales.


La lucha contra el cambio climático es muy reciente; empezó el 1 Enero de 1994 cuando entra en vigor la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). Actualmente ha sido ratificada por 195 países.

Kioto fue el primer paso importante



El 1 Diciembre 1997 se adopta el Protocolo de Kyoto con 150 países firmantes. Es el instrumento legal que traduce la Convención en un acuerdo vinculante con compromisos de reducción de emisiones cuantificados para países desarrollados. La reducción en conjunto que tienen que alcanzar es de al menos un 5 %, dentro del periodo que va de 2008 a 2012, en comparación a las emisiones a 1990. Se establecen mecanismos de mercado para facilitar que los países que no alcancen la reducción comprometida puedan compensarla comprando derechos de emisión a otros países. El Protocolo de Kioto deberá ser ratificado por cada nación, y es necesaria la ratificación de un número suficiente de países industrializados responsables de al menos, un 55 % de las emisiones deCO2. Con la ratificación de Rusia en noviembre de 2004 se alcanzó este porcentaje y entró en vigor en 2005.

Vinieron más reuniones  y el 12 Diciembre 2009, en Copenhage, se fracasa estrepitosamente. No se consigue adoptar el nuevo acuerdo climático global para sustituir al Protocolo de Kioto una vez que este expire en 2013. Frustra las esperanzas de la población que tenía sus ojos puestos en esta importante reunión. Refuerza la injusticia con los más desfavorecidos. Se crea el Fondo Verde Climático pero se emplazan los compromisos de financiación hacia 2020.

A través de Cancún, Durban, Varsovia, Nueva York desembocamos el 1 de noviembre de 2014 en el quinto informe del IPCC -Panel Intergubernamental de Cambio Climático-. La ciencia es clara respecto al origen humano de las emisiones que provocan el cambio climático y la necesidad y urgencia de cambiar el rumbo para evitar impactos climáticos catastróficos. También muestra que existen opciones y oportunidades para la transformación, y que retrasar la acción supone mayores costes económicos, ecológicos y sociales.

Después de junio de este año en Lima, por insistencia de los países en desarrollo se ha incluido que, además de reducción de emisiones, el nuevo acuerdo deberá incluir la adaptación, financiación, transferencia de tecnología y apoyo para capacitación, pero no está claro de qué manera va a hacerse.

Y en París ¿Qué está en juego? Estamos ante una oportunidad para impulsar el modelo de desarrollo que nos libre de los peores impactos del cambio climático. Necesitamos que el nuevo acuerdo global  esté basado en la ciencia y la equidad, que contemple mecanismos de revisión para aumentar objetivos más ambiciosos y la hoja de ruta para la capitalización urgente del Fondo verde.