Muy probablemente hayas oído hablar de un pequeño pueblo serrano que cada invierno se convierte en uno de los destinos favoritos para quienes buscan nieve, naturaleza y un descanso del ritmo de la ciudad. Hablamos de Navacerrada, aunque esta vez no venimos a mencionarlo por sus pistas de esquí ni por las escapadas deportivas que tantas visitas atraen cada año, sino que primero nos queremos centrar en la magia navideña con la que el pueblo se transforma cuando llega diciembre. Luces que iluminan cada calle, mercados artesanales que llenan de vida su plaza y una ambientación navideña que parece sacada de una película convierten este rincón de la Sierra de Guadarrama en uno de los escenarios invernales más bonitos de Madrid.

Si aún no has descubierto su decoración especial, sus propuestas festivas y todo lo que esconde durante estas fechas, prepárate para un paseo lleno de encanto.

Un viaje directo a la Casa de la Navidad

Navacerrada es uno de esos pueblos de piedra que parecen resistirse al paso del tiempo. Este encantador pueblo creció aprovechando una pequeña depresión natural ideal para el pastoreo, rodeada de algunas de las montañas más altas y emblemáticas del Sistema Central. Rodeado de naturaleza exuberante, regala tranquilidad en cualquier época del año, pero es en Navidad cuando se transforma en un escenario verdaderamente especial. Un paseo por la villa en estas fechas invita a detenerse en cada esquina, pero el primer alto en el camino debe hacerse en la plaza Doctor Gereda. Este espacio vibrante suele acoger actividades y eventos durante todo el año, pero en diciembre adquiere un protagonismo especial gracias a su mercado navideño.

Allí, un pequeño grupo de artesanos de la Sierra expone sus creaciones en casetas de madera que desprenden el aroma de la tradición. Miniaturas, bisutería hecha a mano, velas aromáticas, productos de cerámica, jabones naturales, figuras de cristal y adornos únicos se convierten en recuerdos perfectos para llevarse un pedacito de la Navidad serrana.

A 1.200 metros de altitud y abrazado por montañas que superan con creces esa cifra, el frío se siente distinto aquí. Y cuando la nieve hace acto de presencia, la postal se vuelve insuperable. Para muchos visitantes, caminar por Navacerrada nevado es lo más parecido a haber viajado a Suiza o Austria sin haber salido de la Comunidad de Madrid.

Las luces, que decoran cada casa y cada árbol, iluminan las calles con un resplandor cálido. Los adornos, cuidadosamente colocados, dan vida a balcones y rincones. Y el tradicional Belén, como cada año, se convierte en un punto de encuentro para vecinos y curiosos. Desde el 6 de diciembre hasta el 6 de enero, Navacerrada despliega un completo programa de actividades pensado para que disfruten tanto pequeños como mayores. Conciertos de música clásica, corales, teatro, talleres familiares –como creación de tarjetas, títeres, bolsitas navideñas o cuadros con ayuda de un elfo– hacen que cada día tenga algo especial.

Pero si hay una actividad que despierta auténtica emoción en los más pequeños, esa es el Tren a la Casa de la Navidad. El pequeño ferrocarril inicia su recorrido en la plaza de los Ángeles y, durante alrededor de una hora, transporta a los niños por un trayecto mágico hasta el Valle de la Barranca. Allí, en un enclave rodeado de montañas y bosque, los pajes reales esperan para recoger las cartas llenas de ilusión.

Un entorno natural que enamora incluso sin nieve

Aunque la Navidad cobra todo el protagonismo en estas fechas, Navacerrada tiene mucho más que ofrecer. Pasear por sus calles con calma es casi una obligación. En el recorrido aparece la plaza de los Ángeles, uno de los lugares más emblemáticos del pueblo, donde la fuente y el edificio del Ayuntamiento comparten protagonismo con la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora.

Este templo, construido en el siglo XVI y restaurado en varias ocasiones entre los siglos XVIII y XX, destaca por su nave de cabecera plana y su torre de tres cuerpos coronada por un campanario. Son muchos los que se detienen a admirarla en silencio. A lo largo del entramado urbano abundan también las fuentes, símbolo de un territorio donde el agua brota casi por todas partes gracias a los manantiales que nacen del deshielo de las cumbres cercanas.

A las afueras del núcleo urbano se encuentra la Dehesa de la Golondrina, donde se levanta la ermita de San Antonio, un pequeño edificio de piedra al que los vecinos acuden en romería cada 13 de junio.

Excursiones para todos los niveles

El entorno natural de Navacerrada invita a calzarse unas botas y emprender alguna de las muchas rutas que rodean la localidad. Las hay para todos los niveles: desde paseos sencillos para hacer en familia hasta ascensos exigentes para senderistas más experimentados.

Un camino nevado en el Puerto de Navacerrada, a 2 de diciembre de 2025, en Madrid (España).Rafael Bastante / EP
Un camino nevado en el Puerto de Navacerrada, a 2 de diciembre de 2025, en Madrid (España).  Rafael Bastante / EP

Un plan perfecto para todos los públicos es el paseo hasta la Presa del Chiquillo, un recorrido de apenas 2 kilómetros que discurre entre un frondoso pinar. Igual de asequible es la ruta hasta la Fuente de la Campanilla, que parte del aparcamiento del Valle de la Barranca, a 1.400 metros, y finaliza en una fuente que recoge las aguas puras del Regajo del Pez, provenientes de las alturas de la Bola del Mundo.

Para los más aventureros, las alternativas suben de nivel: el ascenso a La Maliciosa, de 2.227 metros, es una ruta de 10 kilómetros que exige buen equipo y preparación, especialmente en épocas frías; y el itinerario hasta el Nacimiento del Río Manzanares, a 2.100 metros, propone un recorrido de 10 kilómetros con 700 metros de desnivel que se completa en unas cuatro horas.

Vista panorámica de Navacerrada
Vista panorámica de Navacerrada

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