Comenzamos la temporada de planes ‘fresquitos’, porque quedan apenas unos días para que el verano dé comienzo de manera oficial y te mereces un respiro después de un año frenético. Hay personas que son más de playa, otras de montaña, pero no todo es negro o blanco, sino que a veces existe un híbrido entre ambas, en este caso en forma de cascada, como es el caso de Tobera, en Burgos.
Nuestro país cuenta con muchos y muy variados paraísos naturales, pero en este caso traemos un lugar que, no solo lo es, sino que resulta casi fundamental para aquellos a los que les gusta el turismo rural.
Tobera obedece a un antiguo pueblo situado en la comarca de las Merindades que, desde el siglo XV pasó a formar parte de Frías, en la provincia castellanoleonesa. Sus cascadas ponen el broche de oro al río Molinar, llamado así por los antiguos molinos que aprovechaban las aguas, y que cruza la localidad de manera que, con el paso del tiempo, la erosión ha creado una pequeña garganta. En su día, el desfiladero hizo las veces de vía de comunicación al pasar por él una antigua calzada romana que unía La Bureba con Ordula y otros pueblos norteños. ¿El resultado en la actualidad? Un puente romano-medieval que parece sacado de un cuento de hadas.
Pero como ya se ha señalado, Tobera no es solamente su cascada, su río o su puente, sino que es ideal para aquellos a los que les gusta aprovechar los viajes para hacer un poco de turismo. El municipio burgalés también ofrece un poco en este sentido. Se podría decir que ‘lo justo’, como si sus paredes y rincones supieran que el propósito principal de tu visita el de descansar.
En cualquier caso, si acudes a Torbes un fin de semana o en uno de tus días de vacaciones, es recomendable que visites sus dos ermitas. La primera de ella es la de Santa María de la Hoz, cuyo origen se remonta al siglo XIII y que en su día sirvió como hospedaje a los peregrinos que emprendían el Camino de Santiago. Hay varias teorías sobre ella, siendo la que más fuerza cobra que está construida sobre otros templos. Eso sí, no se suele poder ver por dentro.
La leyenda de la serpiente
Por eso, más allá de la historia de ésta primera, es más ‘atractiva’ la segunda, la del Cristo de los Remedios. Encuentra su origen en el siglo XVII, pero antes de nada es conveniente pasar a explicar su leyenda, pues es en parte la de todo el pueblo.
Según dicta la mitología, un joven cartero que llevaba el correo a una reina se encontró aquí con una serpiente de grandes dimensiones que intentó atacarle. Asustado y sin tiempo para reaccionar, el mensajero sacó su espada y rezó una oración, lo que provocó que la serpiente desapareciese sin necesidad de emprender la fuerza. Cuando el protagonista de la escena se lo contó a la reina, su majestad decidió levantar una ermita en honor al Cristo de los Remedios, que contuviera en su interior una talla con la imagen del animal para advertir a los caminantes de los peligros del camino. La figura todavía se puede contemplar hoy, en una vitrina, debajo del Cristo.
Las cascadas de Tobera
Sin más dilación, llegamos al punto más interesante del enclave burgalés: las cascadas de Tobera. Precisamente el punto más adecuado para iniciar la ruta es el de la ermita del Cristo de los Remedios, conocido como paseo del Molinar. De un kilómetro de longitud, es muy fácil de seguir, ya que lo único que hay que hacer es continuar el cauce del río.
Es el más adecuado para contemplar las cascadas al contar con varios puentes y miradores, e incluso ofrece la opción de penetrar en la hoz para ver caer el agua de mucho más cerca. Si todo ello te parece poco, por la ruta del río se puede acceder también a un pequeño casco urbano, desde el que podremos volver después o, si se prefiere, acceder a Frías, el pueblo medieval vecino.
Poco más… lleva equipaje ligero y, ante todo, un buen calzado que; eso sí, el camino es empedrado.
Por cierto: si bien el lugar está alejado de Madrid (a unas 3 horas y media), se encuentra muy bien conectado con la capital, ya que si vas en coche y coges la A-1 llegarás sin ningún problema.
