Los lectores de ElPlural.com son grandes apasionados del turismo rural, por lo que en este medio intentamos darles motivos para que lo sigan siendo, con ejemplos que los den la razón en su entusiasmo por seguir descubriendo cada rincón de España.

El verano se aproxima, aunque es cierto que con el tiempo de las últimas semanas no lo parece. A pesar de ello, sin duda después de la tormenta siempre viene la calma. Con todo, todavía hay tiempo para recorrer algún que otro punto de nuestra geografía sin costa antes de lanzarse a la playa, y es que cuando el calor aprieta de verdad salir de las zonas de mar se plantea poco menos que un reto.

Sin embargo, a decir verdad, el pueblo que traemos en estas líneas no destaca precisamente por encontrarse en un lugar en el que el tiempo cálido sea extremo, más bien todo lo contrario. Pero no escribimos sobre él hoy por nada de eso, sino porque se trata de un sitio que está considerado -hasta el año pasado por estas fechas- el mejor pueblo medieval o fortificado, como se prefiere, de nuestro país, según National Geographic.

Qué ver en Almazán

Dejamos a un lado el misterio y desvelamos su nombre. Se trata de Almazán, una villa situada a apenas 30 kilómetros de Soria y que disfruta de calles angostas y un increíble telón de fondo natural. Vamos a hacer una pequeña ruta guiada por él.

Comenzamos en el corazón de la localidad, su Plaza Mayor, donde nos topamos de frente con dos de sus monumentos más importantes, a un lado el Palacio gótico-renacentista de Hurtado de Mendoza y, al otro, la iglesia románica de San Miguel, que fue declarada Monumento Histórico artístico en el año que da comienzo la II república española (1931).

El Palacio de la Altamira fue levantado por la familia Hurtado de Mendoza en los siglos XV y XVI y se eleva sobre dos plantas, en la inferior se abren seis ventanas relacionadas con otros balcones de la planta principal y en la superior destaca la galería de estilo gótico-isabelino. Por su parte, las fachadas del exterior son de estilo renacentista -siendo una de ellas la que cierra uno de los lados de la ya mencionada Plaza Mayor-. Todo ello forma parte de un edificio en el que se vislumbra por encima del resto de elementos el escudo de los Mendoza.

La iglesia que fue declarada Monumento Nacional durante el año de la República es la de San Miguel, del siglo XII y en su caso de varios estilos. Contiene en su interior una torreta, una escalera de caracol, una cúpula nervada de influencia musulmana y una estrella de ocho puntas.

Pero, sin embargo, si hay una cosa que sorprende si caminas por las calles de Almazán es su entramado amurallado. Si al principio de este artículo decíamos que este lugar es el pueblo fortificado más bonito de España, estas líneas nos dan la razón; y es que caminar por sus recovecos es hacerlo por un mapa de murallas y fuertes. Es más, la traducción del nombre de la villa al romance es El Fortificado.

También se ve, sin embargo, la huella del cristianismo en el pueblo, concretamente en la Ermita de Jesús Nazareno, un pequeño templo del siglo XVI del que merece la pena acceder a su interior para apreciar su cúpula barroca y la figura de Jesús Nazareno. Nuevamente es un rincón en el que se aprecia esa fortificación de la que venimos hablando en tanto en cuanto se levanta sobre una plataforma circundada por un sólido muro con una portada neoclásica a base de pilastras y contrafuertes. También resalta en ella su planta octogonal, en su caso de traza románica.

La mayor curiosidad del pueblo

Pero no es el único templo religioso que encontramos sobre el mapa de Almazán, ya que en él se eleva también la iglesia de Nuestra Señora del Campanario, en la parte más alta de la villa. En ella se aprecia igualmente el estilo románico originario en su cabecera, compuesta de tres ábsides y el crucero, ya que el resto se sustituyó en el siglo XVII, aunque lo hizo respetando su distribución.

A estos lugares de interés hay que sumar otros como el Convento de la Merced, declarado Monumento Nacional y donde está enterrado Tirso de Molina; o la de San Pedro, levantado en el siglo XVII como consecuencia de la unión de las parroquias medievales de San Pedro-San Pablo y San Andrés.

Fuera de lo estrictamente monumental, destaca la fiesta de la localidad, la de San Pascual Bailón y el Zarrón. Se trata de una fiesta declarada de interés turístico regional. El 17 de mayo, Almazán revive un ritual antiguo durante las fiestas de San Pascual Bailón. Es el Zarrón, celebración con simbología pastoril en la que ocho parejas ataviadas con los trajes típicos bailan danzas del XVIII, mientras dos estrafalarias figuras con rabos de zorro las flanquean