Al norte de los Países Bajos, se encuentra un pequeño pueblo en el que se respira el aire más puro. Giethoorn no sólo parece un escenario sacado de película, sino que en él no se escuchan los ruidos de motores ni claxones: los coches prácticamente no existen

Se encuentra a hora y media de Ámsterdam y cuenta con poco más de 2.600 habitantes. La manera que tienen de transportarse para ir de un lado a otro es en bote, atravesando de un lado a otro los canales que recorren el lugar. 

Lo que más llama la atención son las construcciones con techo de paja, la cantidad de puentes que unen las diferentes islas y el verde que rodea todo el pueblo. Lo más típico para hacer aquí es alquilar una embarcación y recorrer sus canales y lagos. 

Alternativas al coche

Las autoridades del pueblo de la provincia de Overijssel establecieron que se camina o se navega: está prohibido tener coche. No se ha obligado a aquellas personas que ya contaban con uno a abandonar el pueblo, ni es una medida que se haya tomado de un día para otro. 

En caso de que algún residente disponga de vehículo, puede seguir haciendo uso de él, pero fuera del pueblo. Además, ha de aparcarlo a las fueras del mismo y regresar a casa andando, en canoa o en bicicleta

Es más, los puentes que están construidos por todo el pueblo, que son más de 170, no pueden soportar el peso de un coche. Las casas tradicionales, con granjas centenarias, están construidas sobre innumerables islas de carbón ligero y esponjoso que las sostienen sobre el agua. 

Y, aunque el medio de transporte preferido de los habitantes podría ser la bicicleta, como es de esperar de los holandeses, es el llamado punter, un barco de madera, pequeño, impulsado mediante una pértiga o por motor.