“¡Cómo te atreves a poner en duda el efecto pernicioso para el planeta de los plásticos!”, no es una pregunta, es una exclamación. Me lanza mi otro yo, el más ecologista aún.

“¿Acaso no has visto los plásticos en el mar navegando, creando islas de residuos y sobre todo matando a multitud de animales? – sigue mi otro yo – Y sobre todo… Si siempre hablas del efecto de los plásticos al medio ambiente, al salud, los animales,.. y ahora ¿te pones a defenderlos?” Esto ya de remate final.

“Voy a explicarlo, si me dejas” – trato de defenderme.

No entraré mucho en detalle sobre algunos aspectos técnicos. Pero si debes saber que no existe un material que se denomine “plástico” sino que es una característica que tienen algunos materiales constituidos por una variedad de compuestos orgánicos, sintéticos o semisintéticos, que tienen la propiedad de poder ser moldeados en objetos sólidos de diversas formas. Su nombre viene de plasticidad, una propiedad de los materiales, que se refiere a la capacidad de deformarse sin llegar a romperse.

La mayoría de los plásticos que usamos y vemos, se sintetizan a partir de derivados químicos del petróleo. Pero también existen, en menor medida, es cierto, plásticos derivados de fuentes renovables, otros derivados del almidón e incluso otros de origen bacteriano.

El primer “plástico” que se crea tiene 3.500 años de historia, se trata del látex que los nativos de México y America Central ya en el siglo XVI a.C. creaban mezclando un caucho producido por un árbol con jugos de otra especie. Luego fue evolucionando hasta que un tal Baekeland en 1909, da un gran avance y crea lo que en su honor se llamará la baquelita. A partir de ahí su crecimiento y uso ha sido tremendo hasta nuestros días que están por todas partes.

Es decir, los “plásticos” llevan en nuestra vida e historia desde hace mucho y cumpliendo muchísimas funciones.

Pero aquí comienza el problema. Lo que son varias de las principales ventajas de los materiales plásticos, son la base de su problema. Los plásticos son muy baratos y sencillos de producir, y al tiempo son materiales que duran mucho.

Todos los materiales que usamos no son malos o buenos por sí mismos, sino por el uso y el abuso que podamos hacer de ellos. En cualquier material de consumo hay tres fases en el modelo actual lineal: producción, uso y desecho.

Para producir los materiales plásticos más usados, lo más habitual es usar derivados de hidrocarburos. Su extracción y su uso es finito, contaminante y un problema a medio plazo. Pero también se está avanzando en la producción de materiales plásticos con multitud de formas no contaminantes: algas, almidón e incluso procesos bacterianos. Debemos avanzar por esa vía en la producción y en la compra. En concreto, debemos exigir en nuestro consumo diario que no haya productos de usar y tirar, la UE los prohibirá totalmente en un par de años, y en España se está tramitando un proyecto de ley sobre la prohibición de estos productos de usar y tirar (pajitas, cubiertos desechables, platos...) donde se marcarán unos objetivos muy ambiciosos de reducción y reciclaje. La tendencia nos marca que en aquellos casos que sea imprescindible el uso, pero de verdad imprescindible, que sean, por ejemplo, bolsas u otros productos biodegradables y de origen “no de hidrocarburos”. Tenemos muchos ya en el mercado.

La mitad de los plásticos que se producen y consumen hoy en día en Norteamérica y Europa lo son para usar y tirar. Ese es el principal problema. Creamos y usamos materiales que duran mucho para usarlos poco. Un vaso de plástico puede ser usado no más de un minuto, pero permanecerá durante más de 500 años. Una barbaridad. No por sus características, sino por la desproporción.

Es evidente el uso y el abuso que hacemos. Pensemos si realmente necesitamos, ya te digo que no, esa pajita para beber, ese vaso de plástico o plato para una celebración “para no fregar luego que es un jaleo”, esa bolsa que envuelve a otra bolsa, esos guantes de un solo uso para comprar fruta. Yo antes del Covid-19 era un “rebelde” y nunca los usaba, tampoco manoseo la fruta. Nunca nadie me dijo nada.

Y finalmente, cuando ya no se usan es imprescindible su reciclaje. Significa eliminar esos 500 años de durabilidad y darle incluso más, pero en lugar de en la naturaleza en un segundo uso en otro producto. Tenemos un buen sistema de recogida y reciclaje en España y en el resto de Europa. Seguro aún que debe mejorar, pero debemos aprovecharlo y usarlo. La voluntad individual es la gran herramienta.

Le pongo un ejemplo para finalizar. Si en estos momentos que estoy escribiendo me diese un infarto, por ejemplo y es solo un ejemplo, vendría con toda seguridad una ambulancia moderna con un personal muy cualificado. Pero traerían un secreto, casi todas las herramientas que usarían serían materiales plásticos: catéteres, viales... y una multitud de “pequeñas cosas” que ayudarían a salvar mi vida. El problema no son estos materiales, sino el abuso cuando son sustituibles y lo que hacemos con ellos cuando han perdido su función.