Experimentar enfado es algo común. A veces se manifiesta como una leve molestia, otras como un arrebato que cuesta controlar. Sin embargo, hay momentos en que este enfado, cuando no se gestiona adecuadamente, se transforma en algo más. “Podemos considerar que la ira se genera cuando el enfado no se gestiona adecuadamente", explica en una entrevista concedida a la revista Vogue la psicóloga Sonia Díaz Rois.

"Esta se alimenta con pensamientos que nos generan una mayor predisposición para que la ira se manifieste cuando menos lo esperamos y con quien menos deseamos, añade la terapeuta, inciendo igualmente en que, en ocasiones, la razón principal del enfado se diluye cuando este se transforma en ira "por no haber atendido al enfado en su primera aparición”.

En este sentido, es muy importante aprender a manejar el enfado es crucial para evitar que se vaya a más. Y es que hay personas que ante la ira responden con gritos, portazos y discusiones, lo cual no es en absoluto positivo. Como tampoco es bueno que suceda todo lo contrario; es decir, que hay personas que, ante un enfado, reaccionan con el absoluto silencio. Ninguna de estas reacciones es ideal, en definitiva. Afortunadamente, hay otras maneras de manejar el enfado.

La psicoterapeuta Hanka Bondarenko advierte que “prohibirse sentir ira puede volverse una forma de agresión contra uno mismo”. Muchas personas, desde la infancia, aprenden que enfadarse es algo malo o inapropiado, pero esto es una creencia equivocada. Como explica la psicóloga Juli Fraga, la ira no es más que una señal que indica que algo nos ha hecho daño o nos parece injusto. Fraga propone una tercera vía: gestionar la ira con inteligencia emocional. No se trata de ignorarla ni de ceder ante ella, sino de comprenderla y canalizarla. Para lograrlo, sugiere cinco pasos concretos.

1. Ponerle nombre a la emoción

Muchas veces evitamos mostrar nuestro enfado por miedo a las consecuencias, especialmente en el entorno laboral o en situaciones sociales. Sin embargo, reprimir lo que sentimos una y otra vez puede pasarnos factura.

Las personas con inteligencia emocional eligen identificar su emoción y expresarla de forma clara. Esta técnica, según la psicóloga María Jesús Campos, "nos ayuda en la gestión emocional y en las conductas a desarrollar. Pero también ayuda a las personas que nos rodean para entender nuestras conductas, expresiones o reacciones".

2. Hablar, no descargar

“Las personas emocionalmente inteligentes usan la ira como una herramienta, no como un arma”, afirma Fraga. No gritan, no insultan, no golpean la mesa. Prefieren conversar.

No siempre es fácil abrirse, sobre todo si tememos ser juzgados. Pero existen fórmulas sencillas para iniciar la conversación. Por ejemplo: “Quiero hablar de algo que me molestó” o “Me cuesta decir esto porque me importas, pero me sentí enfadada cuando…”. Estas frases pueden allanar el camino hacia una conversación más constructiva.

3. Asumir la responsabilidad

Para Fraga, es clave entender que “las personas emocionalmente inteligentes no culpan a otros de lo que sienten”. En lugar de buscar culpables, se preguntan: “¿Qué está bajo mi control y qué no?”. No podemos obligar a nadie a cambiar, pero sí podemos decidir cómo reaccionamos.

Una forma de calmarse es hacer una pausa: salir a caminar, llamar a alguien, escribir lo que pensamos o simplemente respirar hondo. Lo importante es actuar sobre lo que depende de uno mismo.

Este paso es muy importante ya que, según el psicólogo José Álvarez, "cuando somos capaces de aceptar nuestra responsabilidad en las situaciones que enfrentamos, estamos dando un paso hacia el empoderamiento personal y la autorrealización".

4. Usar la ira como motor

La ira puede convertirse en energía útil si se canaliza bien. A lo largo de la historia, muchas transformaciones sociales surgieron de la indignación colectiva.

Si algo te molesta, como una injusticia política o un problema local, puedes actuar: colaborar con una causa, firmar una petición, ofrecerte como voluntario. Así no solo mejoras tu estado de ánimo, sino que también contribuyes a cambiar lo que te afecta.

5. Escuchar lo que la ira quiere decirte

La ira no es una emoción negativa en sí misma. Fraga propone verla como un maestro que nos da pistas sobre lo que necesitamos cambiar. Pregúntate: “¿Qué mensaje me está enviando mi enfado?”. Puede ser una señal de que alguien ha cruzado un límite o de que hay aspectos de tu vida que llevas tiempo queriendo modificar.

También es posible que esa reacción venga de experiencias del pasado. Entender el origen de la emoción ayuda a no dejarse llevar por ella y a tomar decisiones más conscientes.

En definitiva, en vez de verla como una amenaza, podemos empezar a considerar la ira como una oportunidad para conocernos mejor y actuar en consecuencia. Como resume Fraga, la clave está en no dejarse dominar por el impulso, sino en escuchar lo que sentimos y decidir con calma qué hacer a partir de ahí.